Vecinos del barrio de San Antonio-Zaidía, en Valencia, se manifiestan contra la gestión del alcalde, Joan Ribó.

Vecinos del barrio de San Antonio-Zaidía, en Valencia, se manifiestan contra la gestión del alcalde, Joan RibóA.V.

Comunidad Valenciana  Joan Ribó, el alcalde 'de la gente' que no mueve «un dedo» por los barrios

Hasta la fecha, apenas el 10,4 % del presupuesto del Ayuntamiento de Valencia repercute en estas zonas

La liturgia redentora de partidos como Compromís, Unidas Podemos, Mas País, o Adelante Andalucía, entre otros, exige que en el uso del lenguaje cotidiano predominen términos como «pueblo», «gente», «personas» y demás. Apropiándose de estos conceptos y sabiéndolos explotar llegaron al poder políticos como Ada Colau, 'El Kichi' o Joan Ribó.

No hay discurso o intervención en que estos gobernantes no utilicen repetidamente esas palabras y las mariden con otras como «democracia», «derechos» o «progreso». Y si a eso se le añaden grandes dosis de propaganda con imágenes como entrar a Ayuntamiento en bicicleta, el relato está listo para ser comunicado y que cale.

Pero la realidad parece que es bien distinta y deja entrever, cada vez con mayor claridad, que todo ello no es sino un castillo de naipes, una serie de puestas en escena al servicio de una política espectáculo en la que, citando a Pablo Iglesias, «los platós se han convertido en los verdaderos parlamentos».

Un buen ejemplo de ello puede ser el de Ribó, actual alcalde de Valencia. Tanto él como su partido, Compromís, se presentaron en 2015 a las elecciones bajo el lema «rescatemos a las personas», en un claro intento de diferenciarse de los poderosos, la casta, y poner el foco en el ciudadano medio, el del barrio de toda la vida.

Sin embargo, a tenor de los datos y las opiniones de los vecinos, la gestión de Ribó habría ido por otros derroteros. «No invierten un duro y lo poco que invierten es para reponer algo que se ha roto». Así de contundente se expresa la responsable de Relaciones Públicas de la Asociación de Vecinos San Antonio-Zaidía, Amparo Vidal, que lamenta la situación de «abandono» en la que se encuentra su barrio.

Las calles, «como en el Medievo»

La representante vecinal no apunta solo hacia el Ayuntamiento de Valencia, sino también hacia el Gobierno autonómico porque en el barrio no tienen «hogar del jubilado ni ginecología en el ambulatorio».

En este sentido, también lamenta el estado de las infraestructuras: «Estamos demandando que adecenten las calles. Parecen un camino de cabras y cuando han venido a arreglarlas, aquello parecía el Medievo: iban con un cubo y una pala y lo único que han hecho ha sido poner hacia arriba los socavones que estaban hacia abajo», asegura Vidal.

Por todo ello, señala que hace catorce meses los vecinos decidieron constituir la asociación y acudir a las juntas de Distrito porque estaban cansados de ser «los últimos de la fila» en inversiones. En este tiempo, han conseguido dos logros. Uno de ellos es que el Ayuntamiento coloque «unas plantitas en dos parques roñosos» del barrio.

El segundo hito, sin duda más importante y fruto de la teoría de que quien «no llora no mama», ha sido la paralización de la construcción de un macro hotel que Ribó planeaba «encasquetar» a los residentes en San Antonio-Zaidía, en palabras de la propia Vidal.

El proyecto estaba planeado para ser residencia de estudiantes durante el curso lectivo y hotel en los meses de verano, pero no contaba con la aprobación de los vecinos. «Nos dijeron que el barrio se convertiría en el Erasmus de Europa…pues que se lo pongan en su casa, que aquí solo queremos vivir en paz y tener las cosas normales del día a día», afirma la relaciones públicas de la asociación del barrio.

Un piano de 600€, única inversión en 2018

Preguntada sobre este último extremo, la vecina relata la explicación que Ribó y sus concejales dan cuando se les pide las razones de la baja inversión en el barrio: «Dan la callada por respuesta. Nos dicen que no nos dan dotaciones municipales porque no hay locales», afirma Vidal. Sin embargo, asegura que sí los hay, «de la época de la II República», y que lo que tendría que hacer el Ayuntamiento es «llegar a un acuerdo con el propietarios y montar un centro cívico, bibliotecas o un centro para jubilados».

Si el Gobierno local insistiera en no atender las peticiones de esos vecinos, Vidal expone que tendrán que seguir pagando «de sus bolsillos unos privados» o «irse con el tacatá a otro barrio».

Igual de descontento se muestra el portavoz de la Asociación de Vecinos de Penyaroja, José Tárrega: «Tenemos muchos solares públicos donde caben dotaciones y equipamientos, pero en las fechas en que estamos el Ayuntamiento no ha movido un dedo para ejecutar nada».

Para ejemplificar que las quejas son reales y nada desproporcionadas, Tárrega enumera el total de inversiones que el Consistorio realizó en el barrio en todo el año 2018: «Un piano de 600 euros para el conservatorio. Nada más».

En cuanto a los parques de la zona, el portavoz vecinal explica que cuando se reunieron con representantes locales para pedir que se rehabilitara un jardín, la respuesta fue que el coste de ello era «de tres millones de euros y no podía hacerse desde el presupuesto municipal». «Entonces, ¿para qué lo presupuestan?», se pregunta irónicamente Tárrega.

En el terreno político, la portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento de Valencia, María José Catalá, aporta cifras que reflejan el poco papel que Ribó les otorga a los barrios de la ciudad. Así, con fecha 17 de octubre, de los 340,4 millones de euros presupuestados para inversiones, «tan solo 35,6 han llegado a los barrios», lo que supone «un grado de ejecución del 10,4 %», lamenta la popular.

En esta línea, denuncia que hasta «diecinueve barrios y tres pedanías» no tienen «ninguna inversión a dos meses de acabar el año», algo que, a su juicio, resulta «preocupante y ridículo».

Para Catalá, esta situación es algo «vergonzoso», más aún cuando Ribó «no está mejorando el estado» de Valencia, los ciudadanos «pagan cada vez más impuestos» y a cambio reciben «menos inversiones, menos limpieza, menos dotaciones y más inseguridad en las calles».

Por su parte, el portavoz municipal de Vox, Pepe Gosálbez, apunta que el alcalde «cada año trabaja menos» porque no cumple «con las necesidades de los vecinos, que están abandonados por quien decía que no iba a dejar a nadie atrás».

Gosálbez apoya su versión en la constante disminución de inversiones en barrios por parte de Ribó, que en su opinión, «mintió a los valencianos». El concejal de Vox, a su vez, resume la ejecutoria del dirigente de Compromís en tres ‘noes’: «No gestiona, no contrata, no invierte. Será recordado como el alcalde que menos trabaja», zanja el edil.

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