Comunidad Valenciana Los agricultores levantinos protestan en Madrid en una manifestación que supone un cisma para el PSOE
El recorte en el trasvase Tajo-Segura del Gobierno ha provocado una guerra abierta entre socialistas manchegos, valencianos y el propio Pedro Sánchez
Tras semanas planteando sus reivindicaciones, denunciando las maniobras del Gobierno central y esperando a que este recapacitara, a los agricultores y regantes de Alicante y Murcia se les ha acabado la paciencia.
Una vez la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha confirmado que no hay vuelta atrás en los recortes al trasvase Tajo-Segura, el campo del Levante español acude hoy a Madrid para manifestarse por una decisión que les supone un golpe casi definitivo.
Desde el punto de vista agrario, la marcha cuenta con el respaldo total de los principales colectivos sectoriales en las dos provincias más afectadas. Así, la Asociación de Jóvenes Agricultores (ASAJA) en Alicante, ha llamado a la movilización para pedir el «cese» de Ribera y mostrar su «disconformidad con la hoja ruta que ha establecido el Gobierno de Pedro Sánchez para liquidar el acuerdo Tajo-Segura».
En este sentido, protestará contra la actuación del Ministerio, que considera que no corresponde «a ningún criterio técnico ni medioambiental», a la par que acusa al departamento de Ribera de mentir «sin pudor».
Además, los regantes levantinos también se quejarán porque la solución del agua desalada que plantea el Ministerio «no puede centrar el discurso y las propuestas políticas porque no es una alternativa real al trasvase».
Duras acusaciones de Puig al Gobierno
Es, precisamente, en la óptica política donde esta manifestación trasciende todas las legítimas quejas de los agricultores alicantinos y murcianos. Sobre todo, en lo que al Partido Socialista concierne.
La medida adoptada por Transición Ecológica ha supuesto un cisma entre Sánchez y el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, que tiene muy difícil arreglo en el corto y medio plazo.
Desde que comenzó la indignación del campo, el socialista se había mantenido en una postura equidistante, haciendo creer a los regantes que defendía su posición en Madrid pero, a la par, intentando no disgustar al secretario General de su partido.
Sin embargo, el volantazo de última hora dado por el Ministerio hizo despertar a Puig, que ha reaccionado, nada más y nada menos, que presentando en el Consejo de Estado un escrito en el que pide que emita un informe desfavorable al respecto. En él, utiliza expresiones como que el Gobierno ha quebrado los principios de «seguridad jurídica, confianza legítima, lealtad institucional, buen gobierno y transparencia» o que la decisión de Ribera ha sido «arbitraria», «ilógica e inútil».
Este escenario supone, de facto, la ruptura del presidente de la Comunidad Valenciana con Sánchez. A su vez, esto vendría a ser el punto final a una relación que se ha ido minando desde el verano a cuenta de la reforma fiscal anunciada por Puig en contra de las directrices establecidas por la Moncloa para los mandatarios socialistas.
El golpe en la mesa de Puig no ha sentado nada bien en Madrid y menos sentará a partir de mañana, ya que el PSPV-PSOE ha anunciado una nutrida representación de la formación regional a la manifestación en la capital convocada por los agricultores.
Entre ellos estarán altos cargos del partido a nivel autonómico, pero también hasta siete alcaldes e, incluso, la senadora Ana Martínez.
Aunque Puig no asistirá a la marcha, el mero hecho de que los propios socialistas se manifiesten frente a las dependencias de un ministerio de su mismo color, da buena pista del nivel de crisis y de ruptura total que hay entre el PSPV-PSOE y la dirección del partido a nivel nacional.
La protesta, en lo estrictamente político, no puede separarse del contexto electoral actual. No son pocas las lenguas que hablan de que el cambio de rumbo del presidente valenciano se debe, al menos en buena parte, a un cálculo demoscópico, puesto que las encuestas vaticinan un empate técnico y la provincia de Alicante en general y el sector agrario en particular son dos importantes nichos de voto.
En este sentido, al igual que otros barones territoriales socialistas, Puig sabría que el hecho de alinearse con Sánchez, lejos de ser recompensado con más votos, los resta. De ahí esta nueva actitud de confrontación.
Al respecto, cabe recordar que fue el propio Puig quien, aprovechando el viento de cola tras la llegada de su jefe de filas a la Moncloa, decidió adelantar las elecciones autonómicas para hacerlas coincidir con las generales del 28 de abril de 2019. Hoy día, repetir esa estampa resulta francamente de ciencia ficción.
Pero el recorte al trasvase Tajo-Segura también ha tenido un tercer protagonista dentro de las filas socialistas. Se trata del presidente castellano-manchego, Emiliano García-Page.
Si bien la decisión final de Ribera ha ido acorde a los intereses que perseguía –incluso amenazó con llevar al Gobierno al Tribunal Supremo si no era así–, la tensión acumulada por este asunto ha supuesto un innegable deterioro en la magnífica sintonía que mantenía con Puig.
Por tanto, los socialistas valencianos acuden a una manifestación contra el Gobierno socialista de Sánchez por haber incurrido en una decisión arbitraria para plegarse a los intereses del Ejecutivo socialista castellano manchego de Page, quien también está a la gresca con el líder de los socialistas.
No hay nada como el buen ambiente para iniciar un año electoral tan decisivo y crucial.