El presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig.

El presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo PuigMANUEL BRUQUE/EFE

Comunidad Valenciana  Caso Azud e independentismo: los dos grandes silencios que pueden arruinar el 28M a Ximo Puig

El presidente autonómico es incapaz de condenar los ataques secesionistas a los símbolos valencianos y con el caso Azud directamente hace como si no existiera

Poco queda del combativo Ximo Puig que, utilizando un tono y discursos beligerantes, logró devolver al PSPV-PSOE al poder en la Generalitat Valenciana en 2015 tras décadas en la oposición.

Tampoco hay rastro del Puig de 2019 estratega. El mismo que adelantó las elecciones autonómicas a su conveniencia para coger a sus rivales con el pie cambiado. El mismo que supo jugar sus cartas para aprovecharse del tirón de un Pedro Sánchez bien valorado y alejado aún del ya célebre «Que te vote Txapote».

El actual presidente es poco menos que un espejismo de lo que fue. En comparación con 2015, la locuacidad de Puig se ha visto desplazada por un silencio sepulcral en asuntos espinosos que comprometen su continuidad al frente de la presidencia regional.

Del mismo modo, el socialista dista mucho de poder y saber manejar la gestión de los tiempos en esos temas que le están poniendo entre la espada y la pared. Lejos de proyectar una imagen de control de la situación, Puig parece abrumado y sobrepasado por los acontecimientos.

Su única estrategia es la de callar, despejar a córner y suplicar para que el calendario siga descontando hojas hasta llegar al 28 de mayo sin que la bola de nieve se le haga mucho más grande.

Esta peligrosa circunstancia para todo político a escasos cien días de unas elecciones, Puig la materializa en dos ámbitos.

«República Valenciana»

Uno de ellos es el afán irremediable por dar la espantada cada vez –y no son pocas, precisamente– que la Comunidad Valenciana es objeto de ataques y provocaciones por parte de partidos y asociaciones independentistas catalanas.

Es cierto que esas formaciones y colectivos llevan casi ocho contando con el apoyo económico y moral de un tripartito presidido por Puig que no ha dudado en implantar el germen del secesionismo en la región.

Pero también es verdad que ni el más elemental cálculo electoral ha llevado al representante de todos los valencianos a defender las señas de identidad de su autonomía. Ni la más mínima repulsa ni condena por más artificial o forzadas que estas fueran.

Estas agresiones son continuas y se dan en todos los ámbitos de la vida cotidiana. La última ha sido una campaña lanzada por la filial valenciana de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) en la que ha diseñado y repartido una suerte de ‘pasaportes’ de una hipotética «República Valenciana».

En esos pseudodocumentos la formación secesionista ha utilizado el escudo institucional de la Comunidad Valenciana, que es la corona del Rey Jaime I El Conquistador.

Han transcurrido 48 horas desde el lanzamiento de la campaña, los dirigentes de la formación han presumido en redes sociales de ella y, en cambio, Puig no ha dicho nada al respecto.

El silencio del barón socialista es tan atronador que la portavoz del Partido Popular en las Cortes Valencianas, María José Catalá, le ha exigido «que actúe».

«No sabemos si Puig está de acuerdo en este uso que degrada nuestra identidad», ha indicado la popular, a la vez que ha añadido que su formación no va a «tolerar» que Esquerra Republicana «manosee los símbolos de la Comunidad Valenciana».

Si su complicidad con el independentismo puede jugarle al presidente autonómico una mala pasada la noche del cuarto domingo de mayo, igual rumbo lleva con el caso Azud, donde se investiga la supuesta financiación ilegal de los socialistas valencianos.

Para llegar al poder, Puig abanderó la causa de la lucha contra una corrupción que afectaba de lleno al PP. Ni una década más tarde, es él mismo, que se autoerigió como árbitro de la moral, quien se pone de perfil.

La avalancha de informaciones, muchas de ellas publicadas en exclusiva por El Debate, ponen al líder del PSPV-PSOE contra las cuerdas, pero su reacción es invariable.

Anotación de «Ximo» junto a la constructora de Luján.

Anotación de «Ximo» junto a la constructora de LujánEl Debate

Si este medio publica una primicia en la que se informa de que en la agenda del extesorero del PSPV-PSOE y considerado cabecilla de Azud por la Guardia Civil, José María Cataluña, está la anotación «Ximo», responde con ataques al PP por la corrupción de principios de siglo.

Si también este periódico revela que Presidencia de la Generalitat dio hasta veintiún contratos –algunos de ellos a dedo y a pocos euros del umbral para salir a concurso público– al yerno de Cataluña aunque este ya estaba imputado, Puig directamente obvia el tema y no le dedica una palabra.

Sin embargo, está por ver si esa postura de no dar ni una sola explicación es viable electoralmente hablando, ya que la trama Azud y las sospechas sobre los socialistas valencianos han dado un salto cualitativo, llegando al Senado.

El motivo fue otra exclusiva de El Debate, en esta ocasión informando de que el Ministerio de Economía ha avalado con 4,3 millones de euros al principal constructor investigado por el presunto pago de mordidas.

Como de costumbre, Puig dio la callada por respuesta. No así Nadia Calviño interpelada por el portavoz del PP en la Cámara Alta, Javier Maroto.

La vicepresidenta Primera reaccionó de manera furibuna a la pregunta del popular calificando a este periódico como «panfleto».

En esta senda de silencio absoluto ante la acumulación de pruebas y evidencias, Puig también se niega en redondo a crear en el parlamento autonómico una comisión de investigación al respecto.

En el PSPV-PSOE han dicho que, en todo caso, ese aspecto ya se debatirá en el pleno del mes de marzo. Sin embargo, no deja de ser un brindis al sol, puesto que las Cortes se disuelven al 4 de abril, a 54 días de las elecciones.

Con las permanentes cesiones a los independentistas a nivel regional y con una supuesta financiación ilegal que ya tiene alcance nacional, Puig tiene francamente difícil seguir haciendo como que nada de eso existe porque son temas sobre los que va a girar la campaña.

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