Elecciones 28-M Héctor Illueca, el vicepresidente podemita de Puig que «enamora» a Iglesias por blasfemar contra Dios y la Virgen
El candidato morado ha tenido en la legislatura un perfil bajo salvo para defender la ley del 'solo sí es sí' o atacar a Juan Roig
Si uno pregunta en la Comunidad Valencia sobre el vicepresidente segundo del Gobierno regional apenas seis de cada diez ciudadanos le identificarán. También sucederá así si el personaje sobre el que se cuestiona es Héctor Illueca. Esto es porque, aunque no se conozca a nivel general, son la misma persona.
Según refleja la encuesta elaborada por Target Point para El Debate, tan solo un 58 % de los vecinos conoce quién es el ‘número tres’ de su Ejecutivo autonómico. Y las malas noticias para Illueca no paran ahí, porque únicamente el 22 % de los valencianos aprueba su gestión durante esta legislatura. Es decir, ni uno de cada cuatro de sus administrados.
Que no se le conozca públicamente no resulta extraño, puesto que el dirigente de Unidas Podemos siempre ha optado por un perfil francamente bajo en contraposición con compañeros de Gabinete como fue la otrora vicepresidenta primera Mónica Oltra.
Pero que haya pasado desapercibido entre sus vecinos también puede ser consecuencia de que su gestión tiene pocos aspectos que destacar. De hecho, sería más fácil repasar lo que no ha hecho o lo queda por culminar que lo que, de manera efectiva, ha llevado a cabo.
Arquitectura Bioclimática
Oficialmente, su cargo es el de vicepresidente segundo de la Comunidad Valenciana y consejero de Vivienda y Arquitectura Bioclimática. A la espera de conocer las competencias y contenidos de esa tercera pintoresca competencia, su ejecutoria al frente de Vivienda levanta ampollas.
Fue el mismo Illueca quien, envuelto en la siempre recargada y redentora retórica 'podemita' llegó a asegurar que hay una evidente «ruptura del discurso entre el palacio y la calle». Lo cierto y verdad es que ese cargante relato no le está impidiendo trabajar en un palacete adquirido por la Generalitat y que se ha reformado a razón un millón de euros de los impuestos de los valencianos.
La incoherencia en el discurso de Podemos y similares es algo habitual. En lo que se refiere de su balance, el diputado del Partido Popular en las Cortes regionales Alfredo Castelló califica la gestión de Illueca en Vivienda como «ruinosa» porque «sigue sin dar una respuesta» para que se pueda acceder a ella.
En cuanto al tan publicitado bono para que los jóvenes pudieran tener un alquiler, el parlamentario achaca a Illueca, Ximo Puig y Pedro Sánchez que hace unos meses «dejaron a 20.000 jóvenes fuera» de él.
Por tanto, Castelló cree que la política llevada por el 'podemita' y consentida por el socialista es «la de la propaganda y los anuncios vacíos», lo que afecta de manera directa a la hora de no poder «garantizar el acceso a una vivienda digna» a los valencianos que los necesiten.
Ahora bien, a Illueca hay que reconocerle que la irrelevancia con la que ha actuado estos años en su Consejería la está superando –en los últimos meses sobre todo– con sus posicionamientos en temas de relevancia nacional.
De este modo, se ha erigido como el principal defensor de las políticas de Unidas Podemos y, una vez autoexcluida Yolanda Díaz, de las de Ione Belarra e Irene Montero.
De hecho, la ministra de Asuntos Sociales fue recibida solemnemente el pasado 13 de marzo por Illueca en la Consejería. Allí mantuvieron una reunión institucional para culminar a las dos de la tarde en el balcón del Ayuntamiento de Valencia disfrutando ambos de la típica mascletà fallera.
Ese fue el inicio oficial de la precampaña electoral del candidato ‘podemita’, pero su nombramiento como tal tuvo como maestro de ceremonias a uno de los fundadores de su partido. Nada más y nada menos que Pablo Iglesias.
Fue el propio exvicepresidente –también segundo– del Gobierno quien le presentó su libro. Pero lo más resaltable quizás sea lo que le «enamora» a Iglesias de Illueca. Lejos de valorar sus presuntos logros al frente de Vivienda o los beneficios que los más necesitados estén teniendo gracias a esas políticas jamás antes vistas de las que tanto suele presumir la izquierda, la realidad es bien distinta.
Durante la grabación del vídeo promocional de su candidatura a presidir la Generalitat Valenciana, a Illueca se le cruza una mosca. Cabreado porque le interrumpe su perorata, el 'morado' blasfema contra Dios y la Virgen, usando expresiones tan soeces como escatológicas. Eso fortaleció el ‘amor’ entre Iglesias e Illueca.
La vaporosidad política y parlamentaria a la que el candidato tenía acostumbrado a los valencianos se rompió de golpe y porrazo por dos asuntos. Uno de ellos fue la aplicación de la ley del 'solo sí es sí' por los jueces y las consecuentes excarcelaciones y rebajas de penas a abusadores y violadores.
Lejos del menor atisbo de autocrítica, el vicepresidente valenciano ha asumido como propio el relato de Belarra y Montero. En base a él, son los magistrados quienes están aplicando mal el texto porque existe en España una suerte de judicatura machista y fascista.
Para Illueca el papel todo lo soporta –ahí están sus presupuestos y discursos– y todo vale con tal de defender el proyecto estrella de su admirada ministra de Igualdad. La realidad no importa igual que no lo hace con la vivienda en la Comunidad.
Si a Montero toca defenderla con el 'solo sí es sí', su compañera de Consejo de Ministros Ione Belarra no iba a ser menos. No por feminismo, sino por ideología. En este punto es cuando entran los insultos que la ministra dedicó al presidente de Mercadona, Juan Roig.
En un acto de partido, la titular de Asuntos Sociales aseguró que el valenciano era un «capitalista despiadado». Motivada por el contexto del mitin, Belarra le acusó de «llenarse los bolsillos» mientras los ciudadanos sufren los efectos de la inflación.
Frente a esos infundios, Roig se ha limitado en una conferencia a defender el papel de los empresarios a la hora de generar «riqueza y bienestar» a toda la sociedad.
Fue el propio Ximo Puig quien criticó esas palabras y defendió a empresas como Mercadona, que paga casi 2.000 millones de euros en impuestos y genera cerca de 100.000 empleos directos.
Por contra, Ilueca volvió a primar su ideología frente a su papel institucional y se reafirmó en que, en su opinión, lo que dijo Belarra era «verdad».