El lobo sigue siendo un cuento en la Comunidad Valenciana: el análisis de ADN desmiente su presencia
Pese a que un ganadero denunció que este animal era el causante de la muerte de diez de sus ovejas, las pruebas del laboratorio señalan que en realidad tras el ataque estuvo una jauría de perros asilvestrados
La controversia surgió a finales del pasado mes de enero, cuando un ganadero perteneciente a la junta directiva de AVA-ASAJA denunció que una manada de lobos había acabado con la vida de diez de sus ovejas, en una explotación ganadera en la localidad valenciana de Aras de los Olmos.
De ser así, habría supuesto el regreso de esta especie a la Comunidad Valenciana tras más de un siglo ausente, pero el análisis de ADN ha arrojado el resultado de que lo que había detrás de ese ataque era en realidad una jauría de perros asilvestrados.
Así lo confirma a este periódico Jesús Cardells, profesor de Veterinaria de la Universidad CEU-Cardenal Herrera y uno de los expertos a los que se encomendó dilucidar si la especie que causó estragos en el rebaño de Antonio Miguel Álvaro era el Canis familiaris o el Canis lupus signatus, la subespecie ibérica del lobo. «Al final son perros», zanja, una vez obtenidos los resultados de las pruebas de ADN realizadas por el laboratorio de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Ya un informe previo elaborado por los técnicos de Medioambiente de la Generalitat Valenciana arrojaba dudas sobre una autoría del lobo que en un primer momento se dio por segura. El estudio concluía que no se podía determinar «de manera indubitable» que la dantesca escena de los ovinos masacrados fuese obra de uno u otro animal, tan parecidos, en algunos casos, por fuera como en su estructura genética.
Este informe fue puesto en duda por el ganadero valenciano, quien señalaba que «hay un interés clarísimo en decir que ha sido perro». «Aunque lo intenten, el Gobierno, la Consejería de Medioambiente, no podrá taparlo, el lobo está aquí y con el tiempo se verá, porque el lobo cría», aseguraba en declaraciones realizadas a este diario el pasado mes de febrero.
Heridas «poco habituales»
El escrito de Medioambiente indicaba que las heridas que presentaban los animales eran «muy poco habituales en los ataques a ganado protagonizados por lobos, pues estos depredadores suelen derribar a sus presas, además de mediante dentelladas muy precisas en el cuello, con ataques a las extremidades posteriores y la región perianal y rara vez se han constatado lesiones leves en las que no se aprecie pérdida significativa del tejido muscular, como ha sido este caso».
Álvaro replicaba que los ganaderos conocían mejor cómo atacaba el lobo que los veterinarios y mostraba su particular análisis forense sobre lo que se encontró aquella mañana cuando llegó junto a sus ovejas: «En primer lugar, los perros se ven antes y después del ataque. En segundo, el perro tiende a amontonar a los animales. En algunos casos los cadáveres amontonados llegan hasta el techo de las naves. Tercero: cuando son perros, hay muchos bocados, no heridas de asfixia. Y, por último, cuando es un ataque de perro, hay muchas ovejas heridas por las dentelladas, que no mueren, y aquí no había ninguna».
Oficialmente, en virtud de los análisis de saliva y heces, la presencia del lobo en la región sigue siendo un cuento, si bien que haya jaurías de perros salvajes deambulando a sus anchas por los campos valencianos bien podría enmarcarse dentro del género literario de las novelas de terror. No en vano, no hay ningún caso documentado en nuestro país de ataque mortal de lobo sobre un ser humano, mientras que, por el contrario, son más que habituales las noticias sobre perros que acaban con la vida de personas, incluidas las de sus propios dueños.