El exalcalde de Valencia Joan Ribó, en bicicleta por una céntrica calle de la ciudad

El exalcalde de Valencia Joan Ribó, en bicicleta por una céntrica calle de la ciudadEuropa Press / Jorge Gil

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Joan Ribó, un alcalde en bici al servicio de la ideología

Este miércoles dejó su acta en el Consistorio, pero su huella como primer edil va más allá de borrarlo como miembro de la Corporación en un simple trámite administrativo

Llegó diciendo que iba a cambiar Valencia… y tanto que lo hizo. La imagen pública de Joan Ribó cuando se hizo (sin ganar) con la Alcaldía de Valencia en 2015 era la de un señor entrañable, una suerte de nacionalista inofensivo para la capital del Turia como mejor herramienta para dejar a un lado los 24 años del Partido Popular y de las seis legislaturas de Rita Barberá, cuyos últimos mandatos estuvieron, al menos según instrucción judicial, manchados por la sombra de la corrupción.

En Compromís, al igual que en todos los demás cuarteles generales de los partidos políticos, nada es casual. Siguiendo lo que escribió Giovanni Sartori en su Homo Videns, la imagen lo es todo y fruto de ello es que, entre flashes de cámaras, Ribó entrara en su primer día de trabajo al Ayuntamiento en bicicleta. Era pose, su ejecutoria así lo ha dejado de manifiesto, pero tocaba mandar un mensaje de que, junto a Manuela Carmena y Ada Colau, era uno de los denominados «alcaldes del cambio».

Este miércoles dejó su acta en el Consistorio, pero su huella como primer edil va más allá de borrarlo como miembro de la Corporación en un simple trámite administrativo. Si una palabra puede definir su gestión es la ideología. La puso en práctica en todo momento y en todos los ámbitos con competencias.

Quizás todos sean igual de sangrantes, pero el lingüístico puede ser uno de los que más. Al menos un millón de euros destinó Ribó (natural de Tarrasa) a asociaciones catalanistas cuyo fin único y último es implantar los Países Catalanes a lo largo de sus ocho años como mandatario. Lejos de poner pega alguna, lo hizo convencido. Con entusiasmo, en paralelo a callar y promocionar campañas para orillar el uso del castellano.

En paralelo, porque la ingeniería social no entiende de descansos ni de tiempos muertos, el alcalde se negó por activa, pasiva y perifrástica a acudir a cualquier tipo de acto religioso de carácter católico. Su justificación fue doble: es ateo y, en su opinión, el Ayuntamiento no tenía que estar presente en este tipo de eventos. De nuevo, como con la lengua, la mitad o más de los valencianos se quedaban sin la presencia de su máximo representante, más allá de la ideología que este pudiera tener.

La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, en la despedida de su predecesor

La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, en la despedida de su predecesorAyuntamiento de Valencia

Total negación de las tradiciones (católicas), pero a Ribó no se le puede achacar que no haya sido un profundo innovador. Solo bajo ese marco mental se entiende que recuperara a las Magas Republicanas, una suerte de complemento a la Cabalgata de la descafeinada y desnaturalizada Cabalgata de los Reyes Magos cuyo único desfile tuvo lugar durante la Guerra Civil y sirvió para vanagloriar a Manuel Azaña, Largo Caballero o Iósif Stalin.

Respecto al futuro, el legado de Ribó es más que cuestionable. Contrario a la ampliación del Puerto de Valencia, sigue todavía expresándose a favor de que dicha obra se lleve a cabo en Barcelona. Lo mismo sucede con la Copa América. Amparándose en razones de todo tipo pero que todo el mundo sigue desconociendo, dejó que la llamada 'Fórmula 1 de la vela', fuese a la ciudad condal.

Igualmente, al dirigente nacionalista no le avalan las cifras. El índice de ejecución de su equipo de gobierno municipal, que compartía con el PSPV-PSOE, tampoco le avalan. En su mochila se lleva en torno a un tercio de lo puesto en marcha a la par que presumía de obras por doquier. En vivienda, si cabe, el balance es aún peor. Tanto como cero en pisos de protección oficial se refiere.

Llegó en bici y se va por la puerta de atrás. Es cierto que su gestión fue ratificada en las urnas en 2019, pero el varapalo fue más que sonoro en 2023 con la victoria de la actual alcaldesa, María José Catalá, del Partido Popular. El urbanismo que ha implementado sin contar con vecinos y comerciantes también puede haber sido una de las causas para su caída. Para su suerte, la sede de Compromís está a unos 300 metros del Consistorio y, según varios vecinos, a ésta ya no va en bici, sino a pie.

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