El año de la montaña rusa de Vox en Valencia: de clave para desterrar a Puig a una salida forzada vía Madrid
La coalición de centro-derecha en la Comunidad actuaba con una agenda legislativa y parlamentaria común hasta que la decisión de Abascal dinamitó el pacto frente a la oposición de los consejeros de Mazón
Haciendo buena la conocida frase de que «la alegría va por barrios», el escrutinio en la Comunidad Valenciana de las pasadas elecciones autonómicas de mayo de 2023 dejó sonrisas y euforia en las sedes del Partido Popular y Vox, mientras que en el lado ideológico opuesto, en los cuarteles generales del PSPV-PSOE, Compromís y Unidas Podemos, las caras eran largas y reinaba una enorme desolación. La razón era sencilla: los partidos de centro-derecha sumaban mayoría absoluta en las Cortes regionales y estaban en disposición de desalojar del poder a la izquierda ocho años después.
A pesar de estar inmersos en la campaña de los comicios generales que adelantó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, los de Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal firmaron un acuerdo de coalición, el primero que se dio a nivel nacional tras la cita con las urnas. El 17 de julio, Carlos Mazón juró su cargo como presidente de la Generalitat y a los pocos días nombró a su Consell, que se puso a trabajar en aras de darle la vuelta a la gestión de socialistas, nacionalistas y comunistas.
Salvo en algún tema puntual, principalmente relacionado con la violencia de género o determinadas políticas de igualdad, el Ejecutivo valenciano funcionó sin apenas discrepancias, como si de un solo partido se tratara, exhibiendo unidad de criterio y firmeza a la hora de plantear una agenda legislativa y parlamentaria común. De hecho, la relación entre Mazón y el vicepresidente primero y consejero de Cultura, Vicente Barrera, era excepcional, tal como confirmaron ambos en sendas entrevistas a El Debate.
Alvise y el gesto de Barrera a Abascal
Solo así se entiende que, aunque la oposición haya cargado las tintas constante y duramente contra el Gobierno regional por sacar adelante medidas como la Ley de Libertad Educativa, la de Concordia, derogara los impuestos de Sucesiones, Donaciones y la tasa turística y devolviera protagonismo a ámbitos denostados por la izquierda como los toros y la caza, la unión del Gobierno no se alterara ni lo más mínimo.
Sin embargo, todo cambió cuando Abascal, mediante una decisión tomada por él y su núcleo duro en Madrid sin consultar a sus representantes territoriales e institucionales, hizo volar todos los acuerdos autonómicos. La versión oficial asegura que fue la respuesta a que las comunidades del PP aceptaran acoger a menores extranjeros no acompañados (menas) desde Canarias, algo de lo que el líder conservador culpó de manera directa a Feijóo. En cambio, tanto analistas como algunos políticos ponen el foco en los resultados de Vox en las elecciones europeas y en la irrupción de Alvise Pérez con Se Acabó la Fiesta.
Sea como fuere, ni Barrera ni los otros dos consejeros 'verdes', Elisa Núñez, de Justicia e Interior, y Jesús Aguirre, de Agricultura, compartieron la postura adoptada por el Comité Ejecutivo Nacional de la formación. Tampoco estaba de acuerdo la presidenta de las Cortes Valencianas, Llanos Massó, que continúa en su puesto. Para muestra, no un botón, sino dos.
Tras la reunión de la cúpula de Vox en Madrid, Abascal realizó unas declaraciones a la prensa sin permitir ningún turno de preguntas y al acabar saludó a los que, por cuestión de minutos u horas, aún eran vicepresidentes. Cuando llegó a Barrera, el extorero no le abrazó y simplemente le dio una palmada en la espalda, claro gesto, al igual que su rostro, de su absoluta disconformidad con la nueva estrategia impuesta.
Del mismo modo, y tras ser cesada por Mazón, Núñez redactó una carta a su jefe de filas en la que le anunciaba que se daba de baja como afiliada de Vox por su «deriva radical» en «las políticas contra la inmigración irregular y en materia de violencia contra la mujer».
«Acaté la decisión, de la que me enteré por los medios de comunicación, recluyéndome en el silencio por lealtad, pero sin compartirla. Silencio que rompo, cuando la distancia ha borrado sus efectos lógicos en mi ánimo. Ahora, y solo ahora, es cuando le comunico mi decisión», indicó la ya exconsejera en su escrito. Por tanto, la gran incógnita cuando se vuelva a abrir el período de sesiones en las Cortes será ver qué actitud adopta Vox, si bloquea la legislatura o si se abre a apoyos puntuales en grandes leyes como la de Presupuestos.