Voluntarios al despedirse después de una larga jornada ayudando

Voluntarios al despedirse después de una larga jornada ayudando

Chiva

La solidaridad de los vecinos de Chiva se abre paso en medio de la crispación

El Teatro de Chiva se convierte en un rayo de esperanza para todos

El teatro de Chiva se ha convertido en un oasis en mitad de toda la catástrofe. Y lo ha hecho gracias a la solidaridad de todos los vecinos tanto del pueblo, como de otros lugares de Valencia y de España.

Cada bolsa de comida que entregan los voluntarios no es solo un puñado de alimentos, sino que es un símbolo de amor, de respaldo y de empatía para quienes las reciben. Personas que lo han perdido absolutamente todo y que la humanidad y la solidaridad es lo que hace que toda esta tragedia sea un poco menos amarga. Esa fuerza es la que ruge dentro de este y tantos otros pueblos.

La oleada de ayuda es tal que el teatro del pueblo está lleno de botellas de agua, bolsas de ropa y de comida para repartir entre los vecinos. No hay butaca sin varios objetos encima.

Luz es la que aporta ese rayo de esperanza en este centro. Ella se encarga de coordinar a todos los voluntarios para que la ayuda llegue a todas las personas del pueblo, especialmente a las que más lo necesitan.

Allí la mayor parte de casas han recuperado la luz y el agua corriente. Sin embargo, en algunos puntos todavía siguen sin suministro eléctrico. Es ahí donde más necesitan la ayuda para poder comer algo.

El apoyo de los más jóvenes

Aunque todo el mundo está involucrado en ayudar a los demás, los jóvenes lo hacen con especial ahínco. También dentro de este pequeño lugar de recogida «donde se encargan de empaquetar al comida y de agruparla en bolsas para entregar a las familias».

Luz cuenta que una vez empaquetado todo, montan una mesa en la calle donde van repartiendo lo que tienen: «Hay de todo y se trata de dar comida variada, también pañales y lo que se necesite».

Un pasillo de aplausos y reconocimiento

Cuando las labores terminan después de días tan largos en los centros de voluntarios. La escena recuerda a la vivida durante el Covid-19, todos se colocan en una fila india y abatidos, pero con una sonrisa llega el momento dulce o gratificante del día.

Los vecinos voluntarios del pueblo no paran de aplaudir a todos los efectivos de la UME, alrededor de 47, desplegados en Chiva.

Así les reciben también al pasar por las calles una vez terminadas las labores. Pero, este calor del pueblo también lo sienten los propios vecinos que trabajan de forma incansable con sus propios tractores para llevar los restos materiales de un lado a otro y, así, ir limpiando las calles.

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