Reconvierten un colegio de Paiporta en un centro de ayuda humanitaria
El CEIP Luís Vives se ha transformado en un refugio solidario que brinda alimentos, ropa y atención médica a los afectados por la DANA
El colegio de educación infantil y primaria Luís Vives de Paiporta, que una vez fue un centro repleto de aulas con niños, se ha transformado en un centro de ayuda humanitaria para las personas afectadas por la DANA. El lugar, gestionado por decenas de voluntarios que se han movilizado ante la emergencia, alberga provisiones, atención médica improvisada, y lo esencial para aquellos que, en cuestión de horas, lo han perdido todo.
El Debate se ha trasladado hasta este centro para contar de primera mano la labor que están haciendo decenas de voluntarios. Nada más entrar al edificio, la secretaría se ha convertido en una zona de acopio de alimentos. Mesas abarrotadas de productos como leche, agua, galletas y conservas se alinean al frente, ofreciendo una fuente de sustento para quienes ahora dependen de estas donaciones.
Las aulas ahora son en espacios de almacenamiento que antes eran espacios para los alumnos. «Decidimos clasificar por secciones para que fuera más fácil encontrar lo que se necesita en cada momento», explica una de las voluntarias que lidera la organización del espacio. «Tenemos zapatos, ropa de todo tipo, juegos de cama, mantas, toallas, y hasta albornoces. La idea es que quien entre pueda encontrar con rapidez lo que necesita», agrega mientras organiza cajas de agua en el suelo.
En la planta superior, el centro alberga un ambulatorio improvisado en el que se ofrece atención sanitaria a las personas que han sufrido lesiones derivadas de las condiciones en las que se encuentran. La farmacia, atendida por las enfermeras, es quizás uno de los lugares más críticos del centro. Los medicamentos, en su mayoría donaciones de vecinos y organizaciones, se han clasificado cuidadosamente en las casillas de los estudiantes más pequeños.
«Hemos organizado los fármacos según su función: antigripales, antihipertensivos, anticoagulantes, antidiabéticos, analgésicos, antibióticos, para que el acceso sea rápido y efectivo», explicaba el viernes la enfermera encargada de la gestión.
A pesar de la atmósfera de actividad frenética, los voluntarios mantienen la calma, conscientes de que cada decisión debe tomarse con cuidado. Los casos se suceden a cada momento. Entre los pacientes que han llegado al centro destaca una chica que, con los ojos llenos de lágrimas y claramente afectada, había acudido en busca de ayuda por un ataque de ansiedad. «Mi madre ha sido trasladada al hospital por una profunda herida en la pierda que no se le cura. Estamos ella y yo, y no quiero quedarme sola», afirma. Las enfermeras, en su esfuerzo por darle consuelo, le ofrecieron compañía mientras esperaba noticias de su madre.
Pero no todos los casos son tan extremos. La actividad sanitaria abarca desde curaciones hasta simples consultas. Un bombero con una lesión en el ojo y un voluntario con un tornillo clavado en la planta del pie esperaban ser atendidos, mientras los responsables del ambulatorio valoraban la posibilidad de iniciar una campaña de vacunación con antitetánica para prevenir posibles infecciones mucho más graves.
A pesar de las dificultades, los voluntarios se muestran inquebrantables en su misión. «Es impresionante ver cómo la gente ha traído de todo, y cómo los enfermeros y médicos han improvisado con lo poco que tienen», menciona María, una vecina y residente de Paiporta que se trasladó hasta el centro por unos hongos. «Ese lugar se ha convertido en un refugio, en una pequeña ciudad dentro de otra ciudad», añade.
Cada voluntario encuentra su espacio, su labor dentro de este improvisado centro humanitario. Para muchos, la ayuda ofrecida en el CEIP Luís Vives representa un faro de esperanza en un momento de oscuridad y desesperación. La comunidad sigue siendo, en última instancia, el recurso más poderoso en la respuesta a la tragedia.
En este pequeño centro de Paiporta, la empatía y la solidaridad continúan su curso, demostrando que, ante la adversidad, la voluntad colectiva puede levantar puentes donde antes solo había obstáculos.