La tragedia de Pepe en la DANA: sufría alzhéimer y murió ahogado en la cama ante la impotencia de su mujer
Conchi intentó salvarlo, pero el agua llegó con rapidez a su vivienda de Alfafar y no pudo subirlo a la planta de arriba
La DANA no solo se ha llevado a su paso barrancos, calles, coches o viviendas. Detrás de cada una de las 217 víctimas, hay una historia. La de las personas que no pudieron volver a casa del trabajo, las que se quedaron atrapadas en el parking tratando de salvar el coche e, incluso, la de quienes no pudieron moverse debido a una enfermedad y el agua acabó con ellas.
Esta es la historia de Conchi, de 71 años y de su marido Pepe, que padecía alzhéimer severo y vivían en un adosado en Alfafar. Cuando el día 29 la Rambla del Poyo se desbordó, el agua llegó a cubrir multitud de municipios valencianos, la mayoría en la Huerta Sur, donde vivían los protagonistas de esta historia.
Cuando la valla que separaba las casas de las vías cedió, un repentino tsunami, que llegaba desde la localidad vecina de Benetússer comenzó a inundar los adosados de la urbanización. El matrimonio se encontraba solo en la planta baja, donde habitualmente hacen vida, para facilitar las salidas a la calle de Pepe. Conchi llamó en busca de ayuda y a su prima, que vive al otro lado de las vías ferroviarias, pero nunca pudo llegar, ya que era imposible cruzar el caudal desbordado.
Así comenzó la entrada de agua en la vivienda de Conchi y Pepe, lo que significarían los últimos momentos juntos del matrimonio, con el que acabó la riada. Tras comprobar que no podía alzar a su marido y subirlo con ella la escalera a la planta superior, gritó en busca de ayuda de los vecinos más cercanos, pero ya era tarde, ellos tampoco pudieron salir de sus viviendas.
La rapidez del agua, que hizo que los muebles flotasen y ya superase la altura de la cama y llegase hasta la altura del pecho, obligó a Conchi a ponerse a salvo. A pesar de seguir pidiendo auxilio, no tuvo más opción que permanecer en la planta de arriba y dejar a Pepe a bajo.
Y toda la tragedia sucede alrededor de las 19:00 horas, una hora antes de que suenen las alarmas en los móviles. Como explica Toni Solano, primo de Pepe, al periódico La Vanguardia «media hora antes que hubiera sonado la alarma, habría bastado para que alguien les ayudara». Pero no ocurrió y José Solano Algaba murió ahogado en su propia casa, según recoge el relato publicado por el mismo medio de comunicación.
Pasadas las horas, cuando ya era posible salir de sus casas, las vecinas rescataron a Conchi por los tejados. Mientras que, en la planta baja, inundada con dos metros de agua, se encontraba su marido, que tuvo que permanecer entre el barro y los muebles apilados, hasta que alguien logró entrar y pudo colocar el cuerpo sobre la cama y taparlo con una sábana.
No fue hasta dos días después que pudieron sacar el cuerpo de Pepe, pero no contaron con la ayuda de ningún profesional. Fue necesario pasarlo por encima de un coche empotrado en su puerta para trasladarlo a la morgue improvisada. Y, todavía a día de hoy, más de dos semanas después de la tragedia, Conchi sigue sin poder enterrar a Pepe, porque el barro ha arrasado el cementerio del pueblo. Sus cenizas esperan ya a que sea posible, al menos, dejarlas reposar en un nicho.