La UCV inviste como doctor ‘honoris causa’ al filósofo Fabrice Hadjadj

La UCV inviste como doctor ‘honoris causa’ al filósofo Fabrice HadjadjUniversidad Católica de Valencia

Hadjadj: «Al doctor católico que no vive una vida cristiana más le hubiera valido ser un ignorante y un ateo»

El filósofo ha sido investido como doctor honoris causa por la Universidad Católica de Valencia en reconocimiento como uno de los pensadores católicos de mayor influencia y prestigio internacional

La Universidad Católica de Valencia (UCV), a propuesta de la Facultad de Filosofía, Letras y Humanidades, ha investido como doctor honoris causa al filósofo, ensayista y dramaturgo Fabrice Hadjadj (Nanterre, 1971), director del Instituto Europeo de Estudios Antropológicos Philanthropos (Friburgo, Suiza), en reconocimiento a su destacada contribución al pensamiento contemporáneo como uno de los pensadores católicos de mayor influencia y prestigio internacional.

Lo ha hecho en su sede histórica de la calle Trinitarios con un acto académico presidido por el arzobispo de Valencia y gran canciller de la UCV, Enrique Benavent. En la lección magistral que ha pronunciado, Hadjadj ha asegurado que «el doctor católico que no vive una vida cristiana lleva a los espíritus débiles al desprecio de la verdadera doctrina. Más le hubiera valido ser un ignorante y un ateo».

La UCV inviste como doctor ‘honoris causa’ al filósofo Fabrice Hadjadj

La UCV inviste como doctor ‘honoris causa’ al filósofo Fabrice HadjadjUniversidad Católica de Valencia

«Hay que destacar que esos falsos doctores no están fuera, están entre nosotros. Y ese es el motivo por el que esta dignidad de doctor con la que hoy me invisten ustedes, confiriendo autoridad a mis trabajos, no es un título, sino una tarea. He de hacerme digno de ella. Debo honrar el honor que me hacen ustedes. Debo buscar hoy y mañana más que ayer la sabiduría en mis palabras y en mis actos. Sin esto, reduciría esta ceremonia a una mundanidad más, y les haría a ustedes cómplices de un impostor», ha asegurado.

En ese sentido, Hadjhadj ha expuesto que «el don tiende a hacerse olvidar en cuanto don, porque su finalidad consiste en convertirse en posesión de aquel que lo recibe. El gesto que llama a la mayor acción de gracias es precisamente el que hace posible la ingratitud total. Al coronarme, pues, amontonan ustedes carbones sobre mi cabeza: me toca a mí hacer con ellos el fuego del hogar o el del incendio».

«El riesgo de investir doctores por parte de la sabiduría es también un riesgo: el riesgo del amor, de la alianza, que exige tener en frente, no algo, sino a alguien, una persona libre y responsable, hecha para la fidelidad, pero también, por consecuencia, susceptible de traicionar. Una cosa es echar veneno en un vaso, en una casa, al fondo del valle; otra cosa es envenenar la fuente, de tal manera que toda una generación, en su juventud misma, quede intoxicada. Y, de tal envenenamiento generalizado, son capaces los malos doctores», ha insistido.

El doctor debe discernir entre las aguas que vivifican y las que matanFabrice HadjadjFilósofo, pensador, ensayista y escritor galo, director del Instituto Europeo de Estudios Antropológicos Philanthropos

Siguiendo el símil comentado por santo Tomás de Aquino acerca del Salmo 103, Hadjadj ha afirmado que «el doctor debe discernir entre dos tipos de aguas, las que acogen el Espíritu y las que lo rechazan, las que vivifican y las que matan, las que irrigan y las que ahogan». Así, una alusión metafórica al agua, a las fuentes de la auténtica sabiduría, ha recorrido todo el discurso de Hadjhadj. Por el camino le ha dado tiempo a ligar al Aquinate con san Isidoro de Sevilla o santa Teresa de Jesús, como imagen ellos del «verdadero doctor». Se ha referido también a la historia de España, de Valencia y a las propias de Fallas.

El sufrimiento de la dana

De igual modo, no ha olvidado hacerse eco del sufrimiento provocado por la riada del 29 de octubre: «Vengo aquí después de esta calamidad, y no puedo ignorar que recibo un honor universitario entre coronas fúnebres, que soy elevado entre las montañas mientras que pobres valencianos han sido sumergidos en parkings… ¿Qué derecho tengo yo a hablar y a ser escuchado aquí mientras que ni siquiera soy de aquellos que fueron a las calles con sus brazos para quitar el barro?».

«Cuando las aguas que riegan se convierten en aguas que arrasan, o cuando el agua que calma la sed se convierte en el agua que tortura en el cuestionamiento, el tribunal de las aguas ya no sabe cómo juzgar. Ante semejante drama, el doctor ya no comprende nada. Toda su ciencia humana le parece vana, sin que pueda por ello refugiarse en la ignorancia. Entonces es cuando es llamado a entrar en otra ciencia, que es un don del Espíritu Santo, y que la tradición vincula a la tercera bienaventuranza: «Bienaventurados los que lloran, ellos serán consolados»», ha relatado.

El filósofo Fabrice Hadjadj, investido honoris causa por la UCV

El filósofo Fabrice Hadjadj, investido honoris causa por la UCVUniversidad Católica de Valencia

«El don de inteligencia nos permite admirar el designio salvífico, el don de sabiduría nos permite gustar la vida misma de Dios»

Hadjadj ha continuado refiriéndose a santo Tomás de Aquino que, «siguiendo a san Agustín, asocia el don de ciencia al don de lágrimas. El don de inteligencia nos permite admirar el designio salvífico, el don de sabiduría nos permite gustar la vida misma de Dios, pero el don de ciencia está dirigido hacia las realidades humanas: hace falta ver el mal que devora a la creación, el pecado que acapara el corazón del hombre… Y el doctor de una ciencia tal no enseña ya tanto por sus palabras como por su llanto».

El filósofo francés ha continuado recordando «la contradicción de las aguas que ahogan con las aguas que riegan acaba por nublar la vista. Pero sigue siendo el agua la que se expresa. Es esa agua que surge en nosotros mismos. Las lágrimas colman nuestra propia mirada. Lágrimas de tristeza o lágrimas de felicidad, lágrimas siempre ante aquello que nos excede, ante la crueldad que decepciona nuestras esperanzas mundanas, pero también ante la promesa de lo que las supera».

«¿Qué más puede decir un doctor honoris causa de una universidad católica que se encuentra entre el río y el mar, como entre la irrigación y la inundación? Sólo puede remitir, en último lugar, a esa ciencia de las lágrimas que purifica la mirada, que cambia el cuestionamiento en oración y que nos vuelve hacia la más alta alegría, esa en la que los pequeños, los oscuros, los ahogados, no son olvidados por el Eterno, y en la que, como dice el Apocalipsis hablando de los que vienen de la gran tribulación, el Cordero los conducirá hacia fuentes de aguas vivas, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos (Ap. 7, 17)», ha subrayado.

La Iglesia necesita de pensadores que le ayuden a identificar los retos de cada épocaEnrique BenaventGran canciller y arzobispo de Valencia

En referencia al nuevo honoris causa de la UCV, el arzobispo de Valencia ha subrayado en su intervención que «la Iglesia necesita de pensadores que la ayuden a identificar los retos de cada época; pensadores que nos iluminen sobre lo que vivimos en su reflexión sobre el hombre y sobre la cultura que en estos momentos configura nuestra sociedad».

«Además de estos pensadores, la iglesia necesita de creyentes que nos puedan ayudar a dar respuestas a los retos que la situación cultural nos plantea, pero no a dar cualquier respuesta, sino una cristiana, que debe poseer tres rasgos. Y coincido con Fabrice: el primero de ellos es que nazca de una fe viva, pues si no hay fe viva no hay auténtica respuesta cristiana. La segunda característica es que se dé una contestación evangélica que dé razón de su esperanza a todo aquél que se la pida; y esta esperanza, expresada con delicadeza y respeto, pues dar razón de nuestra esperanza solo es eficaz si se hace evangélicamente. Y en la obra de Hadjadj está».

Enrique Benavent, arzobispo de Valencia en el acto de investidura honoris causa del filósofo Fabrice Hadjadj

Enrique Benavent, arzobispo de Valencia en el acto de investidura honoris causa del filósofo Fabrice HadjadjUniversidad Católica de Valencia

El tercer rasgo de esa respuesta es, en opinión de Benavent, que ésta «ayude a discernir entre lo que es nuclear de la fe y resulta irrenunciable, y lo que es consecuencia de la fe. Ciertamente la fe lleva a una visión cristiana de las realidades humanas, a una cultura, pero no se reduce a su proyección cultural. La fe puede llevar a un compromiso político, a buscar nuevos caminos y métodos para que el evangelio sea escuchado en nuestro mundo, pero de nada sirve la evangelización sin en su núcleo no existe una fe viva».

«Por eso, me alegro del nombramiento de este nuevo doctor honoris causa por parte de la Universidad Católica de Valencia, pues en la obra de Fabrice Hadjadj estas tres dimensiones de la respuesta cristiana aparecen armónicamente unidas», ha asegurado el arzobispo.

Respecto del doctorado, el rector de la UCV, José Manuel Pagán, ha asegurado que es «un acto de justicia reconocer el servicio que presta a la humanidad, a través del entusiasmo y la esperanza, que su vida y su obra despiertan en un mundo que muestra síntomas de cansancio».

«Un centinela de esperanza es nuestro nuevo y radiante honoris causa, el profesor Fabrice Hadjadj, un centinela que sabe mirar el ocaso que vivimos sin miedo, porque tiene una luz que le permite ver el mañana», ha afirmado. En ese sentido, el rector de la UCV ha llamado a la comunidad universitaria a «mirar siempre la realidad tal como es» y a recuperar «la esencia de la esperanza cristiana».

El rector de la UCV en el acto de investidura honoris causa del filósofo Fabrice Hadjad

El rector de la UCV en el acto de investidura honoris causa del filósofo Fabrice HadjadUniversidad Católica de Valencia

En opinión de Pagán, la UCV está llamada a ser un «lugar de esperanza». Ante esa «misión y reto», el rector ha señalado a los primeros cristianos como «un modelo en el que fijarnos», a quienes podría definirse como «minoría creativa que contribuyó decisivamente, sin pretenderlo seguramente, a dar a Europa una identidad profundamente cristiana», y a hacerlo «en tierra hostil y tiempos recios».

Durante la 'laudatio' del filósofo francés, el decano de la Facultad de Filosofía, Eduardo Ortiz, ha remarcado que la obra de Hadjadj «retrata con fidelidad la complejidad de la experiencia humana, enfrascada tantas veces en la angustia, el tormento y el absurdo. Pero en la recreación que hace Hadjadj de nuestra experiencia, late asimismo ese deseo de plenitud que nos acompaña y que no quiere sernos negada».

El filósofo Fabrice Hadjadj, investido honoris causa por la UCV

El filósofo Fabrice Hadjadj, investido honoris causa por la UCVUniversidad Católica de Valencia

En relación con ese deseo, Ortiz ha indicado que la fe cristiana es, para Hadjadj, «el mayor de los dones» que ha recibido en su vida: «A partir del momento en que, coincidiendo con una grave enfermedad de su padre, «Cristo me ha buscado y me ha encontrado», está presente en su vida y en su pensamiento un «desgarro vertical», es decir, la referencia al hombre por excelencia, Jesucristo, y el reconocimiento de que en el hijo de Dios podemos descubrir que «el hombre más perfecto es el más vulnerable»».

Tras la visita a la Iglesia del Patriarca, el día de Hadjadj en la UCV concluyó con la representación teatral La lengua en pedazos, obra del dramaturgo Juan Mayorga. Basada en el Libro de la vida de santa Teresa de Jesús, esta obra ganadora del Premio Nacional de Literatura Dramática, versa sobre el duelo entre la santa de Ávila y un inquisidor en la cocina de su convento. Interpretó la función, que también tuvo lugar en la sede Trinitarios, el Aula de Teatro.

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