Tráfico, seguridad y desbloquear el nuevo Mestalla: los «líos» a afrontar por María José Catalá en 2024
El año para la alcaldesa levantina se le antoja complicado, aunque en sus primeros meses como regidora ha implementado medidas y ha fijado su postura al respecto en estos asuntos
La campaña electoral de 2023 que tuvo que afrontar la actual alcaldesa de Valencia, María José Catalá, no fue nada sencilla. No solo porque por aquel entonces estaba en la oposición y desbancar a un alcalde siempre es complicado, sino porque, además, la hizo embarazada de ocho meses. De hecho, tras ganar los comicios, a la reunión que tuvo con el ya exregidor Joan Ribó para el traspaso de poderes acudió con su hijo recién nacido, ya que dio a luz pocos días después de la cita con las urnas. Este año ese contexto no se repetirá, pero ello no quita a que a lo largo de 2024 tenga que hacer frente a no pocos asuntos espinosos.
En un corrillo informal con periodistas con motivo de la copa navideña que ofreció el Ayuntamiento, Catalá reconoció a preguntas de los profesionales que sobre la mesa tiene varios «líos», todos ellos, causa de unos o de otros, heredados. Uno es el del tráfico, uno de los aspectos más polémicos de la etapa de Compromís y el PSPV-PSOE. Con tal de revertir la estampa del centro de Valencia y sus entradas y salidas convertidos en un atasco permanente, la alcaldesa modificó el tránsito en la calle Colón, una de las más céntricas. Lo hizo para quitar uno de los dos carriles bus que, para muchos vecinos de manera inexplicable, puso la izquierda, facilitando el tráfico rodado a los vehículos privados.
Ahora, en su primer ejercicio completo, la intención del Ejecutivo local del Partido Popular y Vox es la de ahondar en ese sentido. Para ello, se revisarán varios carriles bici instalados por doquier por el otrora concejal de Movilidad Giuseppe Grezzi. Pero el gran tema será cómo resolver el proyecto de Pérez Galdós. Por su túnel circulan a diario miles de coches y su tapiado se había convertido en uno de los proyectos estrella de la legislatura. Sin embargo, la imposibilidad de convertir el paso subterráneo en un depósito de tormentas le obliga a repensar el diseño. La razón no es otra que quizás el peso del agua pudiera hundir el subsuelo en esa zona.
Orriols y Casas Rosas
Otro de los «líos» será el que afecta a la seguridad. Con Ribó al frente del Consistorio, Valencia tuvo el dudoso honor de convertirse en la capital de provincia nacional donde más crecieron los delitos, con especial crudeza en los que se refieren a agresiones sexuales. La admiración del de Compromís por Ada Colau le llevó a casi igualar sus registros de criminalidad. En particular, hay determinados barrios de la capital del Turia que presentan serios problemas de convivencia. Así, los residentes en Orriols o Casas Rosas Rosas necesitan desesperadamente soluciones por la continua y grave situación de conflictividad, ya que conviven con núcleos de población (en su mayoría inmigrante) cuyo día a día es el trapicheo de drogas, la prostitución, los robos o la okupación.
En los primeros meses como alcaldesa, Catalá reforzó la plantilla de una Policía Local carente de los medios personales y materiales necesarios para realizar la labor que la tercera ciudad de España requiere. Aún así, los vecinos exigen medidas que, en este caso, competen al Ministerio del Interior por ser Policía Nacional. No obstante, esas demandas ciudadanas no están siendo atendidas por un Fernando Grande-Marlaska más empecinado en ser el 'coche escoba' de su jefe de filas, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Por último, la tercera cuestión peliaguda para Catalá será la concerniente al Valencia Club de Fútbol. Con el nuevo estadio de Mestalla en cimientos después de que las obras se paralizaran hace 14 años por los graves problemas financieros de la entidad, la firma del nuevo convenio con la propiedad, en manos del singapurense Peter Lim, acerca de las condiciones para la explotación del recinto será clave en el recién estrenado año político valenciano.
No habrá inyección de dinero público
En la citada conversación informal con periodistas, la alcaldesa reafirmó su firme posición de que el Ayuntamiento no va a ceder ni un milímetro ante Lim, especialista en incumplir promesas y en generación de impagos. Esta postura Catalá pretende mantenerla a pesar de que el nuevo Mestalla es candidato a albergar algunos partidos del Mundial que, en parte, se celebrará en España en 2030. Al respecto, la regidora se mostró contraria a que las administraciones públicas inyecten dinero en los clubes, un modelo que, tal como señaló, demostró ser un fracaso la pasada década.
Por tanto, 2024 se prevé complejo para la alcaldesa de Valencia. A los problemas que de por sí surgen en la gestión diaria de una ciudad de las características de la capital del Turia, se le une tapar unos desaguisados políticos y empresariales de nivel. Tráfico, seguridad y la delicada situación de nada más y nada menos que el principal equipo de fútbol, unos asuntos con los que no será fácil lidiar.