Compromís, el único partido en la Comunidad Valenciana sin un líder consolidado
La autoridad que Joan Baldoví aparenta en los medios de comunicación contrasta por el enorme cuestionamiento interno y una labor de oposición que no cuaja entre los valencianos y empieza a ser cuestionada por los suyos
El nuevo periodo de sesiones en las Cortes Valencianas comenzó el pasado miércoles 7 de febrero. El primero, que abarcó desde septiembre hasta diciembre de 2023, destacó por aprobarse las medidas más urgentes para el Gobierno de Carlos Mazón. Entre ellas, salieron adelante la bonificación de los impuestos de sucesiones y donaciones, la bajada del IRPF para las rentas medias y bajas o la derogación de la tasa turística. Aunque hubo algún episodio tenso y polémico, en general fueron unos plenos moderadamente normales, más allá de los habituales rifirrafes entre partidos.
Esta segunda ventana parlamentaria de la legislatura, en cambio, no se prevé que vaya a seguir por los mismos derroteros. Con una ley de amnistía que va acumulando cesiones hacia el fugado Carles Puigdemont y que embarra cualquier debate político por autonómico o local que sea, con el agua de nuevo en el centro de la agenda mediática, con la sombra permanente de repetición electoral de las generales y la seguridad de ir a las europeas en junio, los partidos ya están armados.
A nivel regional, en la Comunidad Valenciana, además de los mencionados asuntos, en el día a día estos se complementarán con otros como la financiación, la lucha con el Gobierno a cuenta de las infraestructuras pendientes o el trasvase Tajo-Segura. Independientemente de la postura que cada formación defienda al respecto, hay un aspecto relevante: Compromís es la única organización carente de un liderazgo consolidado, una cualidad indispensable para cosechar éxitos en lo institucional.
Candidatura anunciada en televisión
En principio, podría pensarse que Joan Baldoví está a los mandos de los nacionalistas. A efectos parlamentarios, sí. Mediáticos, naturalmente. Sin embargo, en clave interna esa solidez que aparenta ante las cámaras y en la propia tribuna de oradores de las Cortes no es tal. Relato con pies de barro. Cabe recordar que la andadura hacia ser el mandatario de la coalición del actual portavoz de la misma en el Hemiciclo regional comenzó con mal pie. Enfureció sobremanera a sus propios compañeros al ocultarles sus intenciones de aspirar a la presidencia de la Generalitat. Tal anuncio no lo hizo en los órganos internos, sino en una conexión en directo en el programa Al Rojo Vivo de La Sexta. Sin rastro del tan aclamado modelo asambleario.
Tampoco lo granjeó demasiados amigos en Iniciativa, el partido de Mónica Oltra y la segunda 'pata' de Compromís tras Més, el suyo, que centrara gran parte de sus esfuerzos en evitar que Aitana Mas, heredera de la investigada, le pudiera disputar de tú a tú en unas primarias quién debería ser, a ojos de la militancia, el presidenciable en las elecciones del 28-M. Esta bronca intestina es la que más amenaza a Baldoví. Si su precipitada vuelta a la Comunidad ya no fue bien vista cuando tenía opciones de revalidar el tripartito y convertirse en vicepresidente de Puig, estando en la oposición y con un rol secundario salvo algún show, sus socios y a la par rivales de Iniciativa, como se suele decir, no le van a dejar pasar ni una, especialmente si Oltra pudiera volver a su antiguo puesto.
Lejos de ser algo lejano, esta circunstancia ya se ha dado, más aún cuando el exalcalde Sueca ganó unas primarias diseñadas para sí mismo para ser el candidato, pero no para liderar el partido, a diferencia de una Oltra que era todopoderosa entre los nacionalistas valencianos. El primer toque de atención se lo dio Iniciativa con motivo de la elección del senador por designación autonómica que le correspondía a Compromís. Mientras los de Oltra apostaron por Carles Mulet, Més hizo lo propio con el expresidente de las Cortes Enric Morera. La presión de Baldoví para que triunfara su compañero, como así fue, conllevó la implosión de la coalición con la salida de Iniciativa de los órganos internos. Esa herida, meses después, sigue supurando.
Primeras suspicacias entre los suyos
Como consecuencia, el exdiputado tanto de puertas hacia dentro como públicamente está en una posición más que débil dentro de una tormenta perfecta de inestabilidad: candidatura primero discutida y después fallida en las urnas, división entre las facciones como nunca las había habido hasta el momento, silencio impuesto a las bases y, por si lo anterior no fuera suficiente, una labor de oposición que no está cuajando entre la sociedad valenciana y que ya empieza a despertar las primeras suspicacias entre los suyos. Nada de ello ayuda a centrarse en los asuntos ordinarios. Consolidado en las televisiones, pero no en su nueva etapa.
Este contexto, por el contrario, no lo padece el resto de formaciones con representación en el Parlamento autonómico. De mayor a menor en orden de número de escaños, el Partido Popular se encuentra en su momento más dulce de los últimos años. No solo ha logrado darle la vuelta a una etapa de zozobra, sino que ha recuperado la Generalitat, gobierna en las tres disputaciones y en ocho de las diez principales ciudades de la Comunidad, así como en multitud de municipios que mantiene o ha recuperado. Con esa hoja de servicios, el liderazgo de Carlos Mazón es tan indudable como indiscutible.
El momento del PSPV-PSOE no deja de ser complejo, pero en los últimos días ha intentado, al menos de momento, arreglar el desaguisado de tener a una cabeza visible que no ejercía como tal. Lo ha hecho a través de la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, previa designación a dedo por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. A diferencia de Baldoví, la eventual contestación interna que la nueva secretaria general socialista valenciana pudiera tener puede aplacarla ella misma o hacer una llamada a Ferraz.
Por último, Vox no solo tiene una figura representativa, sino varias, cada una en su respectivo ámbito de actuación. En lo referente al partido, el presidente provincial es Ignacio Gil Lázaro, una de las personas de la máxima confianza de Santiago Abascal. Por su parte, Vicente Barrera es el vicepresidente primero del Consell y consejero de Cultura y Llanos Massó ostenta el cargo de presidenta de las Cortes Valencianas, segunda autoridad regional. Además, tanto esta como el extorero han entrado en el Comité Ejecutivo Nacional de Vox en la última remodelación de este órgano, por lo que su peso se ha visto reconocido.