
La ciberdefensa se ha convertido en uno de los ejes estratégicos de la defensa militar
Fuerzas Armadas Los cambios en la guerra del futuro
La dinámica de la carrera armamentística es que la aparición de nuevas armas, de nuevas capacidades destructivas, producen la necesidad de defenderse de ellas en el campo de batalla
La guerra de Ucrania, como todas las guerras, está siendo el terreno donde probar nuevas armas, nuevas tecnologías y convertir así el campo de batalla en una exposición de la capacidad destructiva de los sistemas de armas de cada bando en conflicto. Cada avance, cada muestra del poder destructivo de los nuevos ingenios será también un indicativo de los cambios que se producirán en un futuro inmediato, en los desarrollos en la industria de defensa, para poder contrarrestar su efecto. Aunque suene cruel esta es la dinámica de la guerra, lo más importante nunca son los soldados que mueren en el campo de batalla.
La dinámica de la carrera armamentística es que la aparición de nuevas armas, de nuevas capacidades destructivas, producen la necesidad de defenderse de ellas en el campo de batalla, la necesidad de contrarrestar su efecto presente en el futuro. El presente obedece siempre al modelo de la sorpresa, siempre nos pilla desprevenidos, algo que dice poco de nuestra capacidad prospectiva, de nuestra habilidad para predecir el futuro y poder tomar decisiones en el presente.
Este campo de trabajo, el de la prospectiva, es una de las grandes aplicaciones de la inteligencia y contrainteligencia, a la que parece que no se presta mucha atención, puesto que el resultado es siempre el mismo, la sorpresa. Esto es debido a múltiples factores, que me podrían servir como contenido de otros artículos, pero el más frecuente es que la realidad no puede ni debe ir en contra del negocio y la guerra es un negocio. Cualquier cuestión que podamos adelantar, pero que se oponga al negocio actual, será desechada siempre por no ser el momento adecuado y, desgraciadamente, nunca es el momento adecuado.
La guerra es el negocio de la muerte, se gana si matas más que el contrario y esto implica, evidentemente, disponer de los sistemas más mortíferos y, además, utilizarlos de forma más eficiente y efectiva. Esto ha sido y será siempre así, es el negocio de la destrucción, un campo de batalla es un campo de muerte en el que todos pierden, un escenario que marca el desastre y la muerte como forma de resolver nuestras diferencias. Después vendrá el negocio de la reconstrucción de lo destruido, otro negocio aparejado a la guerra.Cada guerra nos ha traído armas revolucionarias que han cambiado la dinámica de esa guerra y, en casi todos los casos, de las guerras posteriores, es decir, algunas guerras han sido el campo experimental para las armas que se utilizarían con mucha más intensidad en guerras futuras. En la I Guerra Mundial la aparición de la ametralladora, el carro de combate, donde los británicos pintaban en su parte superior la palabra «tank» para que se los confundiese con un depósito de agua, los primeros aviones de combate, los sumergibles, los agentes químicos, que posteriormente se utilizarían en la guerra de Vietnam con unos efectos devastadores, el desarrollo de nuevas capacidades de la artillería, la guerra de trincheras o los acorazados, fueron desarrollos que modificaron la I Guerra Mundial pero, sobre todo, se mejorarían y adquirirían una mejora de su capacidad destructiva en la II Guerra Mundial.

Tropas del Imperio Británico en la Primera Guerra Mundial con un cañón antiaéreo alemán 8,8 cm Flak 16 capturado, agosto de 1918
En la guerra de Ucrania, si observamos el campo de batalla actual, parecería que hubiésemos retrocedido a la I Guerra Mundial, con la guerra de trincheras, los blindados y la artillería, pero si observamos la utilización de la IA y, sobre todo, la utilización del arma revolucionaria, el dron, pareciera que estemos en las puertas de la guerra del futuro. Lo que no parece del futuro es el modo de defenderse de ellos, pudiendo observar como los blindados intentan protegerse de algún modo de su letal enemigo con barreras, cubiertas de madera, de metal, de rejilla o de cualquier tipo, siendo todas soluciones imposibles. Donde los soldados intentan protegerse del ataque de estos aparatos sin éxito alguno.
Primero se han utilizado en solitario, dejando caer granadas y granadas anticarro, tanto contra la infantería, como contra sus blindados. Los blindados antes tenían diseñados sus sistemas de armas para tener el enemigo enfrente y ahora los sobrevuela constantemente, eliminándolos con total facilidad. Blindados de todo tipo, con unos costes elevadísimos, son eliminados por drones que cuestan pocos miles de euros.
A medida que ha ido avanzando la guerra, tanto ucranianos como rusos han ido perfeccionando sus drones, utilizando IA para dirigirlos, para optimizar sus ataques y aumentando tanto su capacidad de impactar en cualquier objetivo, estático o en movimiento, como su capacidad de desarrollar sistemas que los hagan cada vez menos detectables, más veloces y con mucho más alcance. A la detección de las señales de guiado se ha producido el avance de la utilización de filoguías durante más de 40 kilómetros, resistentes a los cambios bruscos de dirección del dron y haciéndolos prácticamente indetectables hasta que están a poca distancia del objetivo.
No cabe duda de que los ucranianos, ante la falta de misiles y otros tipos de armas, han desarrollado tecnología propia aplicable a los drones y podrían ser, en la actualidad, el ejército de referencia en la utilización de este tipo de arma. Este minirobot también se ha utilizado para obtener imágenes terribles de la muerte de soldados, la eliminación de blindados, el ataque a objetivos navales y tantas otras cuestiones que han sido recopiladas en imágenes y han pasado a ser un arma informativa en ese otro terreno de guerra, el de las redes y el mediático. Disponemos de todo tipo de imágenes para justificar cualquier opinión y, además, ya no necesitan objetivos de más de un soldado, la eliminación individual a bajo coste también es positiva en esta nueva guerra.

Recreación del Eurodrone
El enemigo está ahí arriba, permanentemente, vigilándonos. Los infantes ya no deben preocuparse solamente de si tienen un enemigo enfrente sino de si tienen un enemigo encima, un enemigo que no ven, pero que si los ve a ellos, y está dispuesto a lanzarse de inmediato sobre un carrito de golf, un tanque, una posición de artillería, una moto o un grupo de soldados en movimiento, o cualquier otro objetivo que se haya decidido que merece la pena. La guerra en tierra se ha vuelto mucho más compleja y con problemas que ha traído ese pequeñito objeto volador.
Y si hablamos del mar qué podemos decir. Pues en el mar se ha complicado mucho el asunto, parece que los drones nos han llevado a la situación de que David siempre vence a Goliat. En la mar los objetivos son voluminosos y no pueden ser eliminados, habitualmente, con un solo dron, así que nació la táctica de ataques con «enjambres» de estos aparatos, para saturar las defensas de la unidad naval. Esto también es utilizado en la guerra en tierra, pero casi siempre en los ataques a distancia sobre objetivos como campos de producción de petróleo, depósitos de combustible, instalaciones donde se almacenen municiones y materiales logísticos, etc. Se busca siempre la saturación de las defensas que no pueden neutralizar tantos objetivos, pudiendo derribar algunos, pero garantizándose que una cantidad, a veces considerable, llegue a impactar sobre el objetivo marcado.
En el caso de las unidades navales se han utilizado enjambres de drones, acompañados también por el lanzamiento de misiles antibuque, y atacando desde el mar y desde el aire, habiendo permitido a un ejército como el ucraniano, carente de unidades navales, hundir más de 20 buques de la Flota del Mar Negro y obligando incluso a que se desplazasen a bases más lejanas, lejos del alcance de estos drones, tanto navales como aéreos.
Está claro que estamos ante un futuro marcado por el desarrollo de estos y otros robots, que irán sustituyendo al hombre en este oficio de las armas. Seguro que lo siguiente que veremos será el enfrentamiento entre robots soldado, aviones o buques no tripulados, centros de control abarrotados de operadores que lanzan sus ingenios a miles de kilómetros de distancia y un largo sinfín de situaciones que podamos soñar, aunque estén cerca de no ser un sueño.

Imagen del proyecto Fuerza 35 del Ministerio de Defensa
Tiene la industria de defensa un reto importante para poder defender buques, carros de combate, aviones o helicópteros de estos cacharritos que se han convertido en su pesadilla, y continuar así con el negocio de la guerra. Nuevos desarrollos tecnológicos harán que, sin duda, aparezcan otras armas más letales que las que hemos visto, producto del perfeccionamiento de las actuales.
La única pregunta que me viene a la cabeza, y perdonen que sea tan directo al plantearla, es que si las enfermedades, las catástrofes naturales y las guerras han actuado siempre como un elemento controlador del crecimiento de la especie humana, si llegamos a la guerra entre no humanos, una guerra solamente con bajas de metal, plástico y electrónica, ¿no estaremos alterando algo más que el asunto propiamente bélico?