Los drones han cambiado la guerra
Ya en la década de los años 50 del siglo pasado los Estados Unidos comenzaron a utilizarlos en misiones de espionaje y vigilancia, evitando así utilizar pilotos en este tipo de misiones y arriesgar sus vidas
¿Recuerdan ustedes los momentos preliminares a la invasión rusa de Ucrania?, cuando muchos expertos y analistas nos hablaban de una guerra cibernética, de soldados biónicos, de ataques híbridos, de misiles hipersónicos, de armas del futuro y de que la revolución tecnológica había cambiado el concepto de guerra sin que nos hubiésemos dado cuenta. Las guerras ya no se parecerían en nada a las del pasado y asistiríamos a una especie de guerras 5.0 con escenas que nos aproximarían a esos escenarios fantásticos ya avanzados en las películas de ciencia y ficción.
Pero la realidad, la triste y dura realidad, es que hemos vuelto a percibir que se pueden utilizar muchos tipos de armas sofisticadas, pero al final, cuando se trata de conquistar, ocupar, organizar y mantener el terreno, la bota de la infantería tiene que hacer acto de presencia y eso nos lleva a las viejas imágenes de carros de combate, artillería y enfrentamientos entre infantes en trincheras, algo que nos acerca mucho más al año 1945 que al año 2050.
El único cambio que ha significado una verdadera revolución, que ha modificado realmente esta guerra, es la utilización masiva de los drones (UAV) con fines bélicos, algo que sí ha revolucionado el campo de batalla y la guerra en sí. Aunque no son una novedad, ya en la década de los años 50 del siglo pasado los Estados Unidos comenzaron a utilizarlos en misiones de espionaje y vigilancia, evitando así utilizar pilotos en este tipo de misiones y arriesgar sus vidas, lo verdaderamente relevante en la Guerra de Ucrania ha sido la adaptación de estos aparatos a todo tipo de misiones y usos, sobre todo los de bajo coste de producción.
En numerosas ocasiones a lo largo de la historia, se han producido avances en el terreno militar, que posteriormente acaban trasladándose al ámbito civil para que su proceso de desarrollo se dinamice. «Arpanet», red de computadoras creada por encargo del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, se acabaría convirtiendo en el precursor del actual «internet» y es un buen ejemplo de este tipo de procesos. Pero en este caso concreto de los drones, aunque el proceso de desarrollo ha sido el mismo, primero utilizado por los militares y después trasladado a la sociedad civil, donde se ha adaptado a todo tipo de tareas, ahora se ha revertido para aplicar todo ese ingenio a su uso en las operaciones militares.
De repente todos comenzamos a escuchar denominaciones como la del «Shahed 136», un dron de fabricación iraní, utilizado por las fuerzas rusas, nada avanzado tecnológicamente, con un motor muy ruidoso y sin tecnología de control de dirección en el aire, pero con una autonomía que le permite alcanzar objetivos a 2.500 kilómetros. Su bajo nivel tecnológico no le permite ser usado contra objetivos móviles, pero el lanzamiento masivo de este tipo de aparatos, acompañados por el lanzamiento de varios misiles de crucero o balísticos, confunde a las defensas antiaéreas, aumentando la eficacia de los misiles lanzados. Comenzamos a hablar de «saturación de las defensas» y a este ingenio pasamos a conocerlo como «dron kamikaze». Su precio es de menos de 20.000 dólares.
Las fuerzas ucranianas han utilizado otros drones, cuyo nombre todos comenzamos a conocer, los «Bayraktar TB2», fabricados por Turquía, mucho más sofisticados y con capacidad para atacar objetivos complejos. El 13 de abril de 2022 dos misiles R-360 Neptuno alcanzaron y hundieron el buque insignia de la flota rusa del Mar Negro, el crucero Moskva. Parece que algunos drones ayudaron a «confundir» a las defensas del buque para aumentar la eficacia de los misiles lanzados.
Pero cuando nos referimos a este tipo de drones, estamos hablando de los hermanos mayores. Mucha más complicación para los ejércitos enfrentados ha traído la utilización de los hermanos menores, pequeños UAV, con costes ridículos de fabricación, y que pueden ser utilizados para la vigilancia y control de amplias zonas del campo de batalla o el lanzamiento de cargas explosivas sobre objetivos parados o en movimiento. Este tipo de aparatos se han convertido en el terror de los blindados, y de la propia Infantería, que ha podido comprobar que las trincheras ya no son seguras.
Los drones se han convertido en uno de los elementos esenciales para la resistencia ucraniana ante el gigante ruso, y su fabricación en la propia Ucrania se ha multiplicado enormemente, además de recibir cantidades importantes desde el exterior. También, para que veamos la importancia de estos aparatos, han creado una página web, denominada United 24, donde se reciben donaciones para apoyar a las fuerzas ucranianas. Uno de sus proyectos, como ejemplo, es la creación de la primera flota naval de drones del mundo.
En definitiva, el uso de estos aparatos nos ha permitido observar cambios radicales en el campo de batalla. Hemos visto como los pequeños drones, con un valor ínfimo, se convertían en el terror de los blindados, pudiendo destruir carros de combate que cuestan millones de dólares, como con pequeños drones navales han podido hundir enormes buques de guerra, como Ucrania ha podido alcanzar objetivos en territorio ruso, muy alejados de sus posiciones, produciendo enormes daños en infraestructuras civiles y militares y trasladando la sensación de miedo a la población rusa, hemos visto imágenes surrealistas de soldados hincando la rodilla en tierra y rindiéndose ante el acoso de un dron, hemos visto ataques a las trincheras causando miles de bajas, hemos visto atacar las cúpulas del Kremlin, algo que parecía inimaginable, y hemos visto como gamers, reconvertidos a soldados, han manejado estos aparatos de forma prodigiosa.
Otra imagen de las modificaciones que han provocado es la defensiva, la que atañe a cómo defenderte de sus acciones con las armas que no estaban preparadas para ello. Así hemos podido observar carros de combate con «pérgolas» como un método de defensa de los ataques de estos aparatos, una suerte de solución del siglo pasado para un problema de este siglo, o disparar misiles que cuestan millones de euros para derribar drones de un valor muy bajo de fabricación.
Como podemos observar, los drones han provocado grandes cambios que seguro serán objeto de estudio futuro para adaptar las tácticas y estrategias militares al uso de esta revolucionaria arma, pero ahora, lo principal es resolver el lío que han provocado en el campo de batalla y que seguro trae de cabeza a los militares de los dos ejércitos.
- Jorge Gómez es Oficial de la Armada en la Reserva y exmiembro del CNI