Luis Ventoso
Luis Ventoso

Inés Rey, una alcaldesa sin ambición ni proyecto para La Coruña

Cambiar el firme de una calle y limpiar pintadas le parece ya una proeza, pero mantiene paralizadas todas las grandes oportunidades de la ciudad

Madrid Actualizada 10:55

Inés Rey, alcaldesa de La Coruña

Inés Rey, con el bastón de mando de La Coruña el día de su toma de posesiónEFE

La Coruña es la ciudad con más pujanza económica de Galicia, en parte por el milagro de Inditex. Cuenta con una sociedad civil unida y dinámica; con una importante historia y con un enclave natural maravilloso. Además, conforma con los municipios limítrofes de Oleiros, Arteixo y Culleredo una Gran Coruña, próxima a los 400.000 habitantes.

El largo mandato del alcalde socialista Francisco Vázquez, desde la primavera de 1983 hasta marzo de 2006, reinventó la ciudad. La abrió a un mar al que paradójicamente daba la espalda, cuando se trata de una urbe clavada como una estaca de tierra en el océano. Vázquez abrió una red de museos y un acuario (hoy bastante descuidados). Horadó una utilísima red de párkings subterráneos, criticada en su hora por la cerril oposición nacionalista. Mantuvo programas asistenciales y organizó una de las redes de bibliotecas más importantes del municipalismo español. Como no podía ser de otro modo en un mandato tan largo también cometió errores, como los excesos de alturas y el mal gusto en muchos de los nuevos barrios (incluso se permitió un edifico-telón que tapa la Torre si se mira desde el otro lado de la había de Riazor). Pero como balance general, su mandato resultó magnífico, porque tenía ideas ambiciosas que cambiaron para bien la ciudad.

Entre junio de 2015 y junio de 2019, La Coruña sufrió el experimento paralizante del gobierno populista de la Marea. Se detuvo todo. No sabían ni gastar el presupuesto y la ciudad se llenó de suciedad, pintadas y desidia. Cuatro años perdidos.

Tras aquel fiasco llegó a la alcaldía la socialista Inés Rey, una abogada hoy de 41 años, que sigue en el cargo pese a que no logró ganar las elecciones municipales del año pasado, en las que se impuso un PP sin mayoría absoluta.

La llegada de Rey supuso un brote de esperanza tras la parálisis absoluta de la Marea. Labores tan normales como mantener la limpieza de las calles, borrar las pintadas o peatonalizar y adecentar algunas calles fueron saludadas como grandes novedades y recibieron el aplauso, cuando en realidad no suponen más que la tarea básica de cualquier consistorio español.

Pero el tiempo pasa y a Inés Rey, que cada vez muestra un carácter más irascible y altivo, se le van viendo las costuras: carece de un proyecto para La Coruña y tiene paradas grandes oportunidades de relanzar la ciudad, como la que ofrece la recuperación para la urbe del puerto urbano, donde no acaba de mover una hoja. O los necesarios pasos hacia una fusión con Oleiros, Arteixo y Culleredo que haga real a todos los efectos la Gran Coruña, con sus consiguientes oportunidades.

Puerto deportivo de La Coruña

La zona del puerto deportivo de La CoruñaEuropa Press

Soy un coruñés que vive y trabaja en Madrid, pero mantengo casa en La Coruña, a la que adoro y viajo con frecuencia. En Madrid he visto como una calle perpendicular a Fuencarral, de un tamaño similar a la calle Compostela coruñesa, ha sido remozada por completo en menos de cuatro meses. Al gobierno municipal de Rey le llevó un par de años una obra parecida. El Ayuntamiento de La Coruña, dirigido de hecho por un apparátchik que lleva toda su vida viviendo del PSOE llamado Lage Tuñas, no funciona bien.

Una lacerante metáfora de la situación de La Coruña con Inés Rey son los bajos de la playa de Riazor. Llevan décadas abandonados. ¿Se imaginan que en las playas más importantes de San Sebastián, Gijón o Santander se mantuviesen en estado de cierre y ruina durante años unos locales ubicados en el mejor escaparate de la ciudad? Pues ahí siguen, sin visos de que Tuñas y su colaboradora Rey los revitalicen y abran al público.

Penoso también que no se haya aprovechado para nada el edificio de la antigua cárcel de La Torre, donde se podría instalar el gran museo de la moda de la ciudad de la multinacional Inditex, o un museo del mar, o un incluso un parador nacional que dé lustre a la zona donde se levanta el único faro romano en funcionamiento. Lamentables también detalles como que en la misma zona perviva un taller descuidado que está claramente fuera de ubicación y que desmerece el paseo hasta la Torre. Cutre el carril de asfalto que se ha hecho para que los corredores del Paseo Marítimo troten al lado del humo de los coches. Chapucera la ampliación de las aceras de los Cantones, que está como a medio hacer. Preocupante el acelerado deterioro de la seguridad.

Prisión provincial de La Coruña, conocida como Cárcel de la Torre

La prisión provincial de La Coruña, conocida como Cárcel de la TorreDalog1995

¿Qué hacen Tuñas y su ayudante Inés Rey ante todas esas cuestiones? Nada. No hay proyecto tampoco para solucionar el adefesio del Palexco. Ni avanzan un ápice en la inmensa oportunidad del Puerto, que permitiría una apertura de La Coruña similar a la de la Barcelona olímpica, prolongando los jardines de Méndez Núñez un poco y haciendo algún edificio bajo y elegante. El Gobierno municipal mantiene ese importantísimo frente hibernado (y cuando algún día hagan algo, no descarten un enorme muro hasta Los Castros de bloques de pisos feístas, es decir, un nuevo Los Rosales u otro Matogrande que destrozarán una oportunidad única). La iniciativa privada, el edificio de exposiciones de Marta Ortega, señala perfectamente el camino, las maravillas que se podrían hacer en el puerto con dinamismo, gusto y buena cabeza.

Si se trabajase en ello, La Coruña tendría ante sí la oportunidad de convertirse en una de las mejores ciudades del frente atlántico español, al nivel de Santander y San Sebastián, los espejos a los que debe mirarse. Pero a Lage Tuñas y su colaboradora les faltan ambición e ideas (otro ejemplo es el semi abandono del Festival de Ópera, el más antiguo de España, cuando debería ser el mascarón de proa cultural de la ciudad). Incluso ha empeorado de manera alarmante la seguridad callejera, con pisos de ventas de drogas esparcidos por media ciudad, que disparan los delitos en los barrios sin que el Ayuntamiento sepa cómo atajarlos, o al menos se lo tome en serio y se preocupe.

Esperamos que Inés Rey y Lage Tuñas, a los que los coruñeses vamos a tener ahí otros cuatro años, reflexionen un poco, recapaciten, sean humildes y se pongan a trabajar en serio. Ojalá nos acerquen a esa Coruña de primerísima división que está al alcance de la mano. Dar la murga en gallego litúrgico, aplicar la matraca feminista-LGTB y peatonalizar alguna calle supone un legado muy magro. No está a la altura de lo que merecen la extraordinaria ciudad de La Coruña y sus habitantes.

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