Furgón de la Policía Nacional en los juzgados del Prado de San SebastiánRocío Ruz | Europa Press

Un hombre apuñala a uno de los sospechosos de asesinar y quemar a su padre hace 26 años

El agresor permanece en situación de prisión provisional, comunicada y sin fianza

Antonio Cores, hijo de Ramón Cores, ingresa en prisión por apuñalar a uno de los sospechosos de la muerte de su padre cuyo cadáver apareció tiroteado y carbonizado hace 26 años.

Los hechos ocurrieron a última hora de pasado sábado cuando la víctima, Arturo García, que estaba tomando algo en el bar de la estación de autobuses de Villagarcía de Arosa (Pontevedra) fue agredido con una navaja o cuchillo por Antonio Cores.

El agresor, de entre 35 y 40 años, huyó del lugar de los hechos dejando un reguero de sangre por un posible corte producido en la reyerta, pero más tarde se presentó voluntariamente en la comisaría de O Cavadelo, donde fue detenido.

El agredido, un hombre de 50 años también vecino de Villagarcía, presentaba heridas por arma blanca en la boca y en el pecho, lo que lleva a pensar a los investigadores que el agresor habría fallado en su intento de asestarle una apuñalada en el cuello. Los agentes de la Policía Nacional y Local no encontraron el arma.

Cores declaró ayer en el Juzgado de Instrucción y Primera Instancia número 2 de Villagarcía en donde aseguró a la policía que se había deshecho del puñal arrojándolo a la basura. Los agentes rebuscaron en las papeleras y los contenedores de la zona, pero de momento no hay rastro del arma.

Antonio Cores está siendo investigado por tentativa de asesinato, y permanece en situación de prisión provisional, comunicada y sin fianza.

La víctima, que trabajaba para el padre del agresor cuando este fue asesinado, se recupera de los cortes ocasionados durante la agresión.

La venganza se sirvió en frío

Hay que remontarse 26 años atrás para llegar al origen de la agresión que Antonio Cores cometió este pasado sábado a uno de los sospechosos del asesinato de su padre.

Fue un 24 de marzo de 1998 cuando el cadáver carbonizado de Ramón Cores Caldelas, un vecino de Portas (Pontevedra), fue encontrado dentro de un Peugeot 605 en la carretera que comunica Catoira con Calda de Reis (Pontevedra).

Tres disparos fueron los que acabaron con la vida de Cores Caldelas que contaba con cierta reputación en el mundo del narcotráfico; pues había sido uno de los detenidos de la operación Nécora aunque finalmente salió absuelto, y uno de los procesados por la operación Santiso en 1996.

Cores Caldelas fue tiroteado antes de que rociasen con gasolina y quemado el coche en el que se encontró carbonizado.

En aquel entonces dos individuos pagaron por el crimen: Severino Padín Leiro y el propio García Lamas, el agredido el pasado sábado, a quien la Audiencia de Pontevedra encontró culpable de los delitos de asesinato, robo, tenencia ilícita de armas y daños.

Sin embargo, este último sólo cumplió 2 años de los 19 años que le cayeron de presión. Y es que el Tribunal Superior de Justicia de Galicia (TSXG) concluyó que no existían pruebas de cargo suficientes contra García Lamas por lo que fue puesto en libertad.

El tribunal tenía claro que García Lamas había estado en el escenario de la muerte de Cores Caldelas, porque él mismo lo declaró así, pero las pruebas solo permitieron establecer que él había conducido el coche que transportó la gasolina con la que el cuerpo del vecino de Portas fue rociado tras haber recibido los tres disparos.

Una suerte que no ocurrió con el otro condenado, Padín Leiro queien cargó con toda la responsabilidad, entendiendo el TSXG que él había sido el ejecutor material del asesinato.

En cuanto al móvil, nunca llegó esclarecerse porque se habló, en primer lugar, de un alijo de dos kilogramos de cocaína y del dinero que su venta habría proporcionado como botín, pero también se barajó la posibilidad de un ajuste de cuentas relacionado con el narcotráfico y las deudas generadas por el negocio.