El museo que antes de ser espacio artístico fue cárcel y palacio de Justicia

El museo que antes de ser espacio artístico fue cárcel y palacio de JusticiaTurismo de Vigo

De prisión a museo: el pasado judicial y penitenciario de este centro de arte contemporáneo en Galicia

Es un ejemplo de cómo el patrimonio arquitectónico puede adaptarse a nuevas realidades, sin perder su identidad original

Los museos desempeñan un papel fundamental en la preservación y difusión del patrimonio cultural, histórico y artístico de una sociedad. Son espacios que permiten conectar con el pasado, entender el presente e incluso proyectar el futuro; y todo ello a través del conocimiento y la creatividad.

Tal es la importancia de estos espacios que, cada 18 de mayo, se celebra el Día Internacional de los Museos, una jornada promovida por el Consejo Internacional de Museos (ICOM) con el objetivo de concienciar sobre su importancia en el desarrollo de la sociedad.

En Galicia, la oferta museística es amplia y entre otros destacan el Museo del Pueblo Gallego que recoge la esencia de la cultura gallega y el Museo de la Catedral que alberga piezas de gran valor histórico y religioso, ambos en Santiago de Compostela; o el Museo de Bellas Artes de La Coruña, con una importante colección pictórica.

Sin embargo, hay uno que destaca ya no solo por ser referente del arte contemporáneo en Galicia, sino porque antes de convertirse en museo, tuvo una función muy diferente: fue cárcel y palacio de justicia.

Un edificio con mucha historia

A mediados del siglo XIX, Vigo vivió un proceso de transformación urbana con el fin de modernizar la ciudad, lo que incluyó el diseño de nuevas infraestructuras. Entre ellas, se proyectó un edificio destinado a ser una cárcel pública.

En 1861, el arquitecto José María Ortiz diseñó esta construcción, que albergó tanto la cárcel como el Palacio de Justicia de Vigo y se ubica en lo que hoy es la zona comercial más céntrica de la ciudad, en la peatonal calle Príncipe, y constituye uno de los principales atractivos del centro.

El edificio se completó en 1880 y posteriormente se amplió con la incorporación del Palacio de Justicia.

En su diseño se incluyeron tres galerías destinadas a mujeres, hombres y menores, organizadas en torno a un patio central. Con una superficie de más de 3.000 metros cuadrados, también contaba con patios interiores de 760 metros cuadrados. Años más tarde, se agregó una tercera planta, ampliando su capacidad hasta los 5.800 metros cuadrados.

La cárcel y los juzgados funcionaron en este lugar hasta 1976, cuando la actividad judicial se trasladó a la nueva Casa Consistorial en Plaza del Rey y el uso carcelario se reubicó en la Avenida de Madrid. Los juzgados permanecieron en el edificio hasta 1987, cuando fueron trasladados a la calle Lalín, en Coia.

Tras quedar en desuso, el edificio estuvo en peligro de demolición. En 1989, se propuso su derribo para dar paso a la Plaza de la Concordia, un proyecto que nunca se materializó. Finalmente, en 1990, la Xunta de Galicia lo declaró Bien de Interés Cultural, lo que aseguró su preservación.

Reconversión en el museo actual

Fue en el año 1994 cuando se gestó la idea de crear un museo de arte contemporáneo en Vigo. Desde entonces y hasta el 22 de octubre de 2002, fecha de su inauguración, se realizaron y ejecutaron los proyectos de rehabilitación y reconstrucción del antiguo edificio.

En 1999 se inició un proceso de remodelación a cargo de un equipo de arquitectos vigueses. La reforma, concluida en 2001, respetó la estructura original, destacando el trazado panóptico del edificio, característico de las prisiones del siglo XIX y diseñado para mejorar la vigilancia y la distribución de la luz natural.

Interior museo MARCO

Interior museo MARCOMuseo MARCO

En 2002, el edificio reabrió sus puertas como el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo. Desde entonces, el MARCO se ha consolidado como un centro de referencia para el arte contemporáneo en Galicia. Además de exposiciones temporales, el museo promueve actividades culturales, talleres y encuentros que buscan acercar el arte a la sociedad.

Hoy, el MARCO combina su pasado histórico con su función actual como espacio dedicado a la cultura y la creatividad.

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