Bartolomé Valle, presidente de la Real Academia de Córdoba
«Esta ciudad viene utilizando el patrimonio como un espejo retrovisor y eso no puede ser»
Este catedrático de Geografía llega a la institución cultural más antigua de Córdoba con el deseo de contemporaneizar con el presente sin olvidar el pasado
Desde hace diez días es Bartolomé Valle el nuevo presidente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba y sucede en el cargo a José Cosano, quien ha regido los destinos de esta bicentenaria institución cultural en los últimos ocho años.
Catedrático de Geografía de la Universidad de Córdoba, es autor de numerosas publicaciones y una voz autorizada cuando se trata de la provincia, y más concretamente de Los Pedroches, donde está Villanueva de Córdoba su localidad natal. Aficionado a los toros, goza de una especial sensibilidad hacia todo lo cercano desde una visión humanista.
A partir de ahora le acompañará una junta rectora formada por Manuel Gahete, como vicepresidente; Marisol Salcedo, como secretaria; Alfonso Porras, como tesorero, y José María Palencia, como bibliotecario.
-¿Qué le impulsó a presentarse a presidente de la Real Academia?
-Fue un impulso absolutamente indirecto. Parto de la base de que en la Academia estoy muy contento, me ha tratado muy bien y no tenía motivo de disconformidad. Pero te pones a hablar con la gente, con compañeros, y no puedes imaginar por un momento que de esas conversaciones venga la resultante de decidir presentar una candidatura y me tocó a mí. No tengo una razón ni un motivo concreto, sino la posibilidad de reunirse una serie de personas, un deseo de articular un proyecto un poquito nuevo que partiendo de la base de lo mucho que tiene la Academia supusiera una innovación en el sentido de que pensamos que la Academia está un poquito anquilosada en formas, en procedimiento, en funcionamiento, en actitudes. La Academia se percibe como una cosa muy concreta, muy lejana, muy abstracta, muy inaccesible y vimos que no debería ser esto. Tiene un sentido que es lo que significa la palabra academia en el diccionario de la RAE. Es una sociedad cultural, científica, literaria, pero tiene otro sentido que es muy clásico, cuando se fijan como obra de la Ilustración, con el deseo de establecer la norma, pero también es recuerdo de aquellos espacios, del viejo jardín de Academo, donde Platón y la gente hablaba de lo que sabían, de lo que pensaban y, en definitiva, era un lugar donde se generaba pensamiento de un modo gozoso. Pensamos que en este momento la Academia está presa de una liturgia excesiva, rígida, como esclerótica y pensado eso dijimos «vamos a ver qué es lo que pasa».
Que los académicos sintamos la Academia como un espacio nuestro, que no estemos de académicos, sino que nos sintamos académicos
-Y deciden dar el paso adelante.
-Echamos para adelante, sin el ánimo de molestar, sin ir contra la institución. Nos ha sorprendido que desde hacía 24 años no se presentaba una candidatura alternativa, que el relevo había sido siempre por decantación hereditaria y el hecho de que tenía un respaldo alto es expresión de que hay un runrún de fondo que quiere conectar un pasado y una tradición existentes con unas nuevas formas y una contemporaneización con los tiempos presentes. Nuestra aspiración es la de hacer algunos cambios, flexibilizar la mimesis con la sociedad y que la Academia se entienda no como una cosa inaccesible, inalcanzable, sino que sea un espacio colectivo, un punto de encuentro de personas, de sociedades, de instituciones y un espacio colectivo, al menos, en un doble sentido: en el sentido interno, que los académicos sintamos la Academia como un espacio nuestro, que no estemos de académicos, sino que nos sintamos académicos; y en el sentido externo, que sea un reflejo de la sociedad.
-¿Cómo se imagina la Academia?
-Me gustaría que la Academia fuera como un faro que irradie cultura, ciencia, pensamiento y, además, un crisol donde se fundan todas las inquietudes, las iniciativas, el pensamiento, las aportaciones de ese riquísimo mundo que tiene la sociedad cordobesa. También me gustaría que fuera un proyecto colectivo de todas las instituciones, porque estamos ante la más antigua de Córdoba, a excepción hecha de las instituciones religiosas.
-¿Ayuda a esto el pasado de Córdoba?
-Es un patrimonio colectivo donde la historia no la debemos usar solamente como un espejo en el que mirarnos, sino como una catapulta que te lance hacia el futuro con una intensidad proporcional a nuestra duración. Esta ciudad viene utilizando el patrimonio como un espejo retrovisor y eso no puede ser. La ciudad, que tiene el recurso a la historia, como pasó con la propia Capitalidad Cultural, que ofrece como futuro el reflejo del pasado y eso no puede ser. Hay que mirarse de otra manera y el pasado tiene que ser catapulta y el futuro tenemos ofrecerlo como un futuro nuevo, no como un regreso al pasado. Esta es la idea que tengo con una aspiración muy sencilla: que la Academia sea un espacio de encuentro donde tengamos naturalidad en el trato, que sea un espacio deseado, complaciente, amable.
El pasado tiene que ser catapulta y el futuro tenemos ofrecerlo como un futuro nuevo, no como un regreso al pasado
-A esto ayudará el contar con una sede reformada. ¿Cómo va el proyecto?
-Es importantísimo el asunto de la sede porque no puede haber contenido sin continente. La sede es primordial y fundamental. Me constan las dificultades que ha habido y me consta la buena disposición del Ayuntamiento pero tiene que haber buena disposición de todos para dotar esa sede. Una Academia, de la entidad de la de Córdoba, que no tenga una sede cuando todas las academias de Andalucía y de medio mundo tienen unas sedes excelentes es una cosa que importuna a la Academia y desmerece a la ciudad.
-¿Hay plazos?
-Parece que para octubre se puede tener licitado el proyecto y empezar a funcionar y andar. Tenemos una cantidad que en términos absolutos es importante, en torno a 300.000 euros, según ha anunciado el alcalde. Eso en términos absolutos es mucho y en términos relativos es insuficiente.
-Porque no va a cubrir la totalidad del edificio.
-Creo que no va a cubrir la totalidad y entonces habrá que ver de qué modo el Ayuntamiento se estira pero eso hay que presentarlo como un proyecto de ciudad. Hay que presentar el intangible de la cultura como un activo de la política y la sociedad.
La Academia tiene unos activos extraordinarios que probablemente no estén puestos en valor suficientemente
-¿Qué planes hay para la Fundación Pro Real Academia?
-De momento tenemos ideas; los planes serán los que apruebe el Pleno o los que vayamos acordando entre los académicos y se irán ejecutando. La idea que nosotros tenemos es que la fundación hay que fortalecerla mucho y hay que, incluso, externalizarla de la propia Academia, porque no puedes tener una Fundación Pro Real Academia que coincida sustantivamente con la Academia, porque sabes que el más pro tú eres tú y el más pro yo soy yo. Hay que externalizarla y darle participación a gente de fuera y con una altura de miras grande. Cuando hablo de participación me refiero a un patronato que sea fuerte intelectualmente, socialmente, políticamente, económicamente, que involucre a quienes pueden dar un lustre extraordinario, empezando por los propios académicos, porque que la Academia tiene unos activos extraordinarios que probablemente no estén puestos en valor suficientemente. Hay un cuerpo de académicos que es sumamente valioso en términos de arte, de literatura, de ciencia, de humanidades, de todo tipo. Esto hay que activarlo y dinamizarlo muchísimo más, de un modo sencillo, de un modo afable, de un modo permeable con la sociedad. También potenciar la labor didáctica ante los medios de comunicación con nuevas formas de comunicación adaptadas al primer cuarto del siglo XXI, redes sociales, comunicación con la prensa, interactuación. Todo para situar a la Academia a la altura de su ser y en la normalidad que requiere y exigen los tiempos. También quiero reconocer el trabajo que viene haciendo la Academia durante todo su tiempo; reconocer el trabajo de la última junta rectora y, por supuesto, expresar mi reconocimiento a la otra candidatura que se presentó, con la cual tengo vínculos académicos y vínculos de amistad. Teníamos un proyecto diferente como cuando hay personas que ven el mismo río desde distinta orilla, que tiene un punto de vista diferente pero el objetivo es el mismo, el río que fluye. Estamos muy contentos de haber ganado las elecciones pero que sepan que desde la junta rectora tienen nuestro reconocimiento y afecto y no le ofrecemos colaboración, se la pedimos. Es generosidad y necesidad.
-Hasta ahora la academia ha tenido un ritmo de trabajo, de actividades, bastante intenso, casi todos los días de la semana. ¿Cómo se valora esto desde la nueva junta rectora? ¿Se va a mantener o se piensa cambiar?
-No tenemos actitud de momento. La primera cuestión es respetar absolutamente todo lo heredado, como los compromisos de programación, porque vienen de un proyecto anterior y lo vamos a aceptar porque está aprobado por el pleno. Pero hay que valorar cosas, porque no puede haber una proliferación excesiva, no puede ser cualquier cosa. No podemos caer en una inflación que banalice la Academia. Va a estar abierta a todas las iniciativas, pero sin desmerecer ninguna de las jornadas, de las actividades que se han hecho, pero hay veces que se percibe como una inflación que desdibuja el propio hacer de la Academia. Será cosa de estudio y lo que se vaya decidiendo en cada momento se irá haciendo. Hay que hacer una apuesta, creo que muy selectiva, y si tuviéramos la sede la podríamos abrir a exposiciones y a actividades culturales de otro tipo, a la celebración de jornadas complementarias al ritmo de la Academia, por ejemplo. Pero todo esto es una cosa que hay que definir. Lo que está bien claro es evitar la inflación, la proliferación de actos que banalicen a la Academia, pero mantenerla abierta a todas las propuestas que nos vayan llegando para que la ósmosis o la mimesis con la sociedad sea una realidad y que todo el mundo se sienta colaborador y beneficiario de la Academia.