Trueque 4
«Un patio de verdad tiene que oler a cafetera o a sofrito, según las horas; hay que escuchar una televisión o una radio de fondo, alguien se tiene que asomar disimuladamente desde las ventanas de arriba»
En el décimo aniversario de la declaración de la Fiesta de los Patios como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad se vuelve a confirmar que el patio de la calle Trueque no tiene suerte y está gafado. Desde que el Ayuntamiento se hizo con él marcha a paso firme por el camino de su desnaturalización, en contra de aquello que hace ahora diez años reconoció la Unesco y que es tan difícil de perfilar.
Carmela Montilla, su última propietaria, mantuvo el patio vivo; ahora está amortajado. En esta materia, se nota mucho la diferencia entre el cuidado público y el privado, porque el segundo gana por goleada. No hay más que comparar las fotos de antes y de ahora. Cualquier cordobés que lleva toda su vida viendo patios percibe al entrar ahora en Trueque 4 que algo falla, que no está funcionando como debiera. No digo que haya descuido, pero sí frialdad y falta de esa pasión que debe tener todo patio auténtico. Además, la gestión pública de este patio ha traído ese inoportuno toldo, con ese armatoste de hierros pintados de blanco, que ningún cuidador de patios hubiera puesto en el suyo, vamos.
Además, lo peor que le podía pasar al patio de Trueque 4 es su conversión en este modelo de Centro de Interpretación, terrible sintagma que ciudad a ciudad, pueblo a pueblo, está convirtiendo edificios de alto valor histórico y artístico en pabellones de la Expo 92 pero en tieso. No les faltan sus pantallas táctiles, los grandes vinilos, los textos en varios idiomas, las vitrinas acristaladas, ah, y la iluminación, con esos foquitos de luces led -sostenibles, por supuesto- que destrozan cualquier ambiente y crean el mismo clima que tienen las salas de espera de un Centro de Salud.
Dice el alcalde, José María Bellido, que el patio de Trueque 4 va a ser un espacio protocolario del Ayuntamiento. Esto significa que se mostrará a quienes nos visitan y quieren saber lo que es un patio. Personalmente, prefiero que se les enseñe el de San Juan de Palomares, que también es de Vimcorsa, y sigue con la vida propia de todo patio.
A lo mejor se van de Córdoba encantados de haber estado en Trueque 4, pero en un patio de verdad tiene que oler a cafetera o a sofrito, según las horas; hay que escuchar una televisión o una radio de fondo, alguien se tiene que asomar disimuladamente desde las ventanas de arriba para husmear quién ha entrado y entre las macetas tiene que estar olvidado el juguete de algún niño, por ejemplo. Vida, en definitiva.
Que alguien importante venga a Córdoba y le enseñen Trueque 4 como paradigma de lo que son los patios, es como si Bellido va a Londres, quiere saludar a Carlos III para darle el pésame por lo de su madre, y al final acaba estrechando la mano de la figura de cera del monarca en el museo de Madame Tusssauds.