De este agua no beberéRafael González

Arbolismo

«En Córdoba el socialismo ha mutado en arbolismo desaforado al igual que el socialismo madrileño o sanchista va camino de crear el Ministerio de Fútbol Femenino y Nuevas Masculinidades»

Actualizada 05:00

El socialismo cordobés se ha puesto la pajarita de Antonio Hurtado por sombrero y el portavoz municipal se ha subido al árbol de la concienciación ecológica. Debe de echar de menos sus carreras por el Retiro madrileño que quiere convertir la capital cordobesa en un oasis arbolado en el que quizás los efebos cordobeses, por más ágiles y dotados, pudiesen ir de rama en rama desde el Campo de la Verdad hasta Trassierra sin pisar el carril bici, ese otro tema pendiente para la izquierdista salvación del planeta. En Córdoba el socialismo ha mutado en arbolismo desaforado al igual que el socialismo madrileño o sanchista va camino de crear el Ministerio de Fútbol Femenino y Nuevas Masculinidades.

En la estrategia arbolística de la oposición municipal figuran otros elementos dinamizadores como los ecologistas en acción subvencionable o, válganos el Señor, Cristianas por el Clima, lo cual resulta sorprendente o quizá no. Colectivos, asociaciones, grupos y asambleas que esgrimen la nueva biblia 2030, ese evangelio laico y globalista que es ya dogma de fe todo él, como dogma de fe es la leyenda urbana de que la OMS recomienda diez metros cuadrados de zona verde por habitante, que es algo que alguien se inventó y colgó en Forocoches y ahora ha adquirido rango administrativo. Bajo ese parámetro el Ayuntamiento se ha currado 513 hectáreas de parques y jardines que divididos entre peñistas, asesores, y resto de cordobeses toca a quince metros cuadrados de arbolismo y césped por habitante. Tenemos, por tanto, cinco metros cuadrados más que lo nunca recomendado (oficialmente) por la OMS. Pero a Hurtado le parece un arbolismo escaso. Y a los ecologistas también. Nuestro portavoz socialista aspira a los 320.000 árboles en la capital, lo que quiere decir que todo cordobés, peñista y asesor municipal tendría un arbolito casi en propiedad. Si se puede elegir, me pido un almezo.

En esta cruzada ecoarbórea hay momentos para el dolor y la tristeza: cada vez que se tala un árbol en Córdoba muere un hada y se le pincha una rueda a la bici de don Antonio. Los ingenieros agrónomos que deciden tan radical acción- sólo llevada a cabo bajo mandatos neoliberales, parece ser- no tienen sensibilidad ni sostenibilidad. Eso debería ser gestionado por los alumnos de un taller de sostenibilidades paritarias y fútbol femenino o los activistas del Rey Heredia, que son los que saben. Algunos de ellos hace unos años estaban abrazando a los árboles en el parque – cada vez más canino- de la Plaza de Andalucía. Pero el raro soy yo.

El portavoz ha solicitado que al menos cada dos meses se reúna la Comisión del Árbol. Sí, hay una Comisión del Árbol en Córdoba y usted tan ufano haciendo números para llegar a fin de mes. Quieren salvar a los árboles y les crean una comisión. Las comisiones de árboles son al arbolismo lo que las comisiones anticorrupción al choriceo y el mangazo: una desertificación que avanza. También hay creada una iniciativa ciudadana de gente con las tardes libres que se llama Pacto de Ciudad por la Reforestación, que no se hizo, qué cosas, cuando los mandatos municipales progresistas nos llenaron la ciudad de granito rosa y gris. Entonces estaban por el Pacto del Nuevo Urbanismo. Esta iniciativa de dinamizadores y dinamizadoras han llegado a la conclusión de que Córdoba tiene «Hambre de árboles».

Viendo la deuda pública sanchista de los últimos cuatro meses- 93.700 millones- ahora entendemos por qué el cruzado arbolista Hurtado quiere un plan de reforestación: dentro de poco tendremos que comernos los árboles para sobrevivir. Por eso yo me he pedido un almezo.

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