El rodadero de los lobosJesús Cabrera

Pumares

Enciclopédico, iracundo, histriónico, rápido de reflejos y con una cautivadora ‘malafollá’ incapaz de pasar la censura actual de lo políticamente correcto

Actualizada 05:10

La década de los 80 fue la que puso las bases de lo que es la radio actual en España. Hasta ese momento se arrastraba el modelo eminentemente comercial en la onda media surgido con el desarrollismo y que fue el que de verdad tuvo que competir con la irrupción del televisor en los hogares. Al final el vídeo no mató a la estrella de la radio y esta última salió fortalecida de una pugna en la que hubo más vencedores que vencidos.

Mientras las cadenas convencionales existentes en España en aquellos años se reinventaban para afrontar un nuevo tiempo, se abría hueco una cadena de radio generalista que tuvo el atrevimiento de emitir en frecuencia modulada, una onda reservada hasta entonces a una programación musical de amplio espectro, pero siempre musical.

Córdoba fue de las primeras ciudades españolas en disfrutar en 1982 de Antena 3 de Radio, un invento de Manuel Martín Ferrand que vino en el año del Mundial y de Naranjito a refrescar y a oxigenar la radiodifusión, con un plantel de periodistas, presentadores y locutores realmente revolucionario para el momento.

El éxito estaba asegurado, como así fue. El trabajo de Jesús Hermida, Mayra Gómez Kemp, José María García, Miguel Ángel Nieto, Miguel Ángel García Juez, José Antonio Plaza, Antonio Herrero, José Ramón Pardo y otros muchos fueron la clave con una programación moderna adaptada como un guante a la sociedad del momento.

Aparte de los nombres conocidos de Antena 3 de Radio hubo otros que alcanzaron su popularidad tras ese micrófono. Ahí fue el lanzamiento de Gomaespuma o el descubrimiento de que José Luis Garci, con la voz de Gloria Lasso de fondo, era capaz de hipnotizar a la audiencia hablando de lo que fuera.

En estas madrugadas inolvidables de transistor bajo la almohada había otro atractivo más. Era Carlos Pumares: enciclopédico, iracundo, histriónico, rápido de reflejos y con una cautivadora ‘malafollá’ incapaz de pasar la censura actual de lo políticamente correcto. Ahí estaba su atractivo, en esa amalgama en la que muchas veces lo menos importante era de lo que estaba hablando sino del espectáculo radiofónico que estaba creando en el que lo más suave, quizás, era la melodía de ‘Moon River’.

Carlos Pumares, en una imagen de archivo

Carlos Pumares, en una imagen de archivoGTRES

Una generación, que ahora puede rondar entre los 50 y los 60 años, que es la mía, bebió de estas fuentes y disfrutó de una radio con unas cotas de calidad y libertad como pocas veces se han visto y que, a la postre, le acabarían costando su cierre por un Gobierno socialista alentado por la cadena radiofónica rival.

Antena 3 de Radio tuvo una existencia de sólo una década, los suficientes para dejar huella en quienes la disfrutaron y que ahora, con la muerte de Carlos Pumares, vuelven a revivir aquellos años gloriosos cuyo goce nadie nos podrá quitar.

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