De comienzo en comienzoElena Murillo

El costal y Pirandello

«Carentes del más mínimo atisbo de responsabilidad, hay una larga lista de personajes egocéntricos e inconformistas»

Actualizada 04:30

En las primeras semanas del año se van sucediendo convocatorias de igualás en todas y cada una de nuestras hermandades de cara a ir organizando la salida de los pasos en la próxima Semana Santa. Las redes sociales se ven inundadas por estos avisos. Se puede decir que el mundo del costal se dispone para estar funcionando, a la mayor brevedad, a pleno rendimiento. Y se podría llegar a pensar que es la más difícil tarea de todas las que acontecen en lo relativo a la preparación en una Cuaresma que ya está próxima, ya que aparenta ser la faena que requiere más tiempo de entrenamiento. Visto desde fuera, sin lugar a dudas, se percibe así, porque el foco se pone en este tema y hay veces que incluso uno se olvida del resto centrando los esfuerzos en un ámbito que a la postre suele resultar bastante ingrato.

En esta vorágine se encontraba mi pensamiento, sobre todo porque este ambiente siempre me ha inspirado una profunda reflexión, cuando asistía el pasado fin de semana a la representación ofrecida por el Instituto Municipal de Artes Escénicas. Me refiero a Seis personajes en busca de autor, una obra a caballo entre la comedia y el drama, una obra para despertar la sensibilidad del espectador. El teatro del absurdo, el teatro de Pirandello, reconocido dramaturgo y Premio Nobel de Literatura; «puro teatro» como se podía leer en el programa de mano.

E hilvanando una y otra cosa, como los personajes perdidos se van agolpando en las obras de Pirandello, mi juicio se veía invadido por aquellos, hoy más que nunca, seudocofrades, escondidos bajo un costal. Y es que, de un tiempo a esta parte, este colectivo viene protagonizando escenas que distan mucho de representar el verdadero sentir cofrade. Salvo en contadas ocasiones, que las hay, no se puede hablar de hermanos costaleros o mínimamente comprometidos; quien más, quien menos, se deja arrastrar por un capataz, una cofradía de moda o por los dimes y diretes de un grupo que, izando la bandera de la razón, antepone cualquier tipo de interés a lo verdaderamente devocional.

Y así nos luce el pelo. Fuera de toda lógica, una y otra vez, las situaciones absurdas prevalecen. Entre los que andan como gallina en corral ajeno, de aquí para allá, tratando de ocupar todos los días de la Semana Santa, y aquellos carentes del más mínimo atisbo de responsabilidad, hay una larga lista de personajes egocéntricos e inconformistas que bien podrían formar parte de un guion al más puro estilo Pirandello.

En esta atmósfera que encuentran los jóvenes, en la que se impone la cultura de la inmediatez y no importa la herencia recibida y su transmisión, se observa de manera clara este teatro del absurdo. Personajes y actores ya están mezclados. Ya se ha subido el telón. Un año más, ha empezado la función.

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