Occidente en dos rezos
Hace unos días, en la clínica abortista de Ollerías, vi una de las imágenes más tristes que recuerdo. Una familia, con sus mayores y varios niños, algunos en brazos, esperaban en la puerta. Dentro se presupone que estaría una familiar, casi con seguridad madre de algunos de esos numerosos hijos. Quizá para una consulta, quizá para eliminar ya una vida que surgía en su seno. En cualquier caso, esos niños que jugaban en los soportales, completamente inocentes pese al acto aberrante de llevarlos a tal lugar, se iban a quedar sin hermanito. Mientras ellos reían y jugaban en el exterior, la picadora de carne se llevaba a uno de los suyos. Al lado, en un banco, dos señoras rezaban el rosario.
Para determinados partidos, grupos y medios de izquierdas, estas dos señoras suponen una amenaza intolerable contra la libertad. Las llaman ultracatólicas. ¡Van más allá de lo católico! ¡Hasta dónde llegarán! ¡¿Se pararán en algún sitio o seguirán sin descanso en su camino!? ¡¿Terminarán siendo más ultras!? ¡¿Y más católicas?! De misterio a misterio, equiparadas a los más violentos hinchas futbolísticos, las personas que se van turnando en ese banco se enfrentan a un gigante: es mal llamado derecho que acaba cada año en España con más de cien mil bebés. Contra ellas se han intentado diversas maniobras en los últimos años, y recientemente en la subdelegación del Gobierno.
Esa misma subdelegación ante la que se alzan dichas protestas, es la que ha permitido el rezo multitudinario musulmán en el parque de Las Setas. Los mismos grupos, partidos y medios de izquierdas que vilipendiaban a las peligrosas señoras, claman ahora, por ejemplo, contra Vox, que ha advertido sobre lo que significan estas reuniones. La usurpación del espacio público por parte de musulmanes ya ha creado enormes controversias y altercados en otros lugares de Europa y España. Vender este acto del final del Ramadán como algo inocente, sin atender a los cientos que lo han precedido por el continente, refleja bastante bien las intenciones de los que lo secundan.
No es la primera vez que la comunidad musulmana intenta emplear los rezos como modo de coacción. Ya hubo en diversas ocasiones actos programados para hacerlo en la Mezquita Catedral, con el objetivo de utilizar su impedimento como propaganda. Más graves son los rezos al aire libre realizados en Semana Santa con motivo del paso de algunas procesiones por los jardines de Colón. En lugar de respetar a aquellos que les ceden el Morabito, deciden realizar las oraciones en el exterior justo cuando cruza la imagen de una Virgen o un Cristo. Esta cuestión ni siquiera la ha denunciado la Agrupación de Cofradías.
Los organizadores del rezo multitudinario en Las Setas ya han anunciado que posiblemente haya uno más en junio, por la fiesta del cordero, bases de otros por venir, como ya ha sucedido, insistimos, en numerosos lugares. Con nuestras instituciones rendidas a los valores anti-católicos, con gran parte de los partidos y medios siendo beligerantemente anti-católicos, e incluso con una buena fracción de la propia jerarquía eclesiástica tirando piedras contra su propio tejado, como manifiesta su reciente papel mediador en pro de la inmigración descontrolada, este fenómeno acaba de llegar a la ciudad con el único propósito de crecer, dada la significación de Córdoba para el imaginario de muchos musulmanes.
Los mismos que favorecen el rezo multitudinario islámico, que no tiente otro objeto que la ocupación del espacio público y la intimidación velada, serán los que en breve encuentren cualquier pequeña grieta legal para impedir la oración católica de dos personas frente a un centro que aniquila seres humanos en el vientre de sus madres. Aquellos que cercenan todas nuestras libertades, obtendrán todas nuestras facilidades. Aquellos que promueven la libertad del no nacido, se encontrarán con todos los obstáculos.
Estos dos rezos y la actitud ante ellos ofrecen un resumen perfecto de lo que hoy día es eso que convenimos en llamar pomposamente Occidente.