El 'byt' y el gigante Anteo
«El poder de turno hace prevalecer una determinada posición donde predominan intereses y conveniencias de parte frente a la más pura y verdadera realidad»
Sigue habiendo cosas interesantísimas que leer. Por eso, de nuevo, escribo un artículo de retazos que me voy encontrando.
El primer retazo, sobre lo tontos que somos que nos creemos el ombliguín del mundo (de nuestro mundo claro). Lo encontré en un artículo de Irene Vallejo titulado 'Lo que sabemos sobre la ignorancia': «Herodoto, padre de la historia, descubrió en sus viajes que cada cultura tiende a confundir lo habitual con lo natural». «Si a todos los hombres -escribió- se les diera a elegir entre todas las costumbres, cada cual escogería las suyas; tan sumamente convencido está cada uno de que son perfectas».
El segundo retazo lo leí en una recesión sobre el libro 'El mundo horizontal' de Bruno Remaury: «Rezuma melancolía por el modo en que la modernidad ha cambiado los marcos de pensamiento sobre lo que nos rodea y por aquello desconocido, que lleva a preguntarse qué tenemos ante nuestros ojos». Caigo en la cuenta de cuánta gente interesante, y que tanto puede aportar al debate público sobre los asuntos de los hombres, anda por ahí suelta.
El tercero. Se presenta en una universidad pública española un libro sobre el disidente ruso Navalni asesinado por el régimen autoritario actual de la Rusia de Putin. Como dice el libro de Domenico Quirico sobre el arma más genocida de la historia de la humanidad, el Kalashnikov, «ser disidente en Rusia exige una valentía que roza el suicidio». Al mismo tiempo sale un libro de una reportera polaca, Malgorzara Nocún titulado 'El amor ha sido mi única culpa', articulado sobre entrevistas, perfiles y testimonios de mujeres bielorrusas, ucranianas, rusas o armenias desde los años 40 del siglo XX -también recientemente publicado y una buena sugerencia para los que adoramos la literatura de Gulag-. Nos enseña la palabra rusa 'byt' que hace referencia a la existencia cotidiana o vida doméstica. Tirando del hilo caí en la cuenta de una de las características más acusadas de nuestras sociedades modernas: el poder de turno hace prevalecer una determinada posición donde predominan intereses y conveniencias de parte frente a la más pura y verdadera realidad. Es sorprendente observar que casi nadie habla de esto siendo así muy difícil corregir el tiro.
Me decía un amigo que a él no le importaba si las cúpulas de poder hacían eso sin darse cuenta del gran peligro que entraña ver conformarse un grupo, una sociedad, una ciudad, un estado o una generación que vive de espaldas a la verdad y solo para los propios intereses... «Ande yo caliente…»
Qué bonita entonces esta cita de la 'Gaudium et Spes' del Concilio Vaticano II: «En realidad, los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano».
Claro que los poderes tienen una incidencia brutal en nuestro 'byt' pudiendo dar lugar a hombres temerosos que no salen de casita, faltos de libertad y con una 'byt' triste cuando no desesperada. Quizás a este respecto el trabajo más arduo hoy sea saber levantar la mirada.
En este sentido, otro retazo al que quiero hacer referencia sale del que para mí, a día de hoy, es el mejor periódico cultural que existe en el momento, el 'Osservatore Romano'. En uno de sus artículos titulado «Mirando hacia arriba con la nostalgia de las estrellas», -escrito por Massimo Granieri y un viejo conocido Franco Nembrini- dice así: «El descenso, la huida de ese peso (el de la vida), no es la solución. La verdadera salvación está en afrontar la subida, en reconocer y aceptar las propias dificultades, en perseverar a pesar del cansancio. (…) En el fondo todo arte habla precisamente de esto: de cómo se puede caminar cuesta arriba y alcanzar, incluso con dificultad, la meta que es siempre una subida, un ir hacia arriba, hacia las estrellas.(…) Puede parecer una cuestión abstracta (como la de la manipulación de la realidad por las élites y responsables) pero es la sustancia de la relación educativa (…) Nuestros niños están estancados, no se levantan de la cama por la mañana, no tienen deseos de ir a la escuela ni de estudiar porque nadie les da razones adecuadas para este esfuerzo».
Tal vez sea esa la dirección por la que uno ve que merece la pena seguir la verdad y no los intereses y conveniencias creados. Decía un buen amigo Luigi Giussani en el 'El sentido religioso', su libro más elemental y esencial: «La humanidad de una sociedad, su grado de civilización, se define por el apoyo que su educación concede a mantener abierta de par en par esta apertura insaciable, a pesar de todas las conveniencias e intereses que la quieren cerrar prematuramente».
Y por último quiero acabar con una super reflexión de un teólogo protestante Dietrich Bonhoeffer del que el 'Osservatore Romano' saca todos los viernes una pequeña cita (esta de una conferencia de 1929): «Una antigua leyenda habla del gigante Anteo, el más fuerte de todos los hombres de la Tierra. Nadie pudo derrotarlo, hasta que un día, durante una batalla, alguien lo levantó del suelo, por lo que el gigante perdió su fuerza, que provenía del contacto con la tierra. El hombre, que quiere abandonar la tierra y evadirse de las necesidades del presente, pierde fuerza, que continúa conservando a través de energías misteriosas y eternas. La tierra sigue siendo nuestra madre, como Dios sigue siendo nuestro padre: sólo aquellos que permanecen fieles a la tierra serán colocados por la tierra en los brazos del Padre».