Jueves 3 de julio en la JMJ

Jueves 3 de julio en la JMJ

Crónicas desde la JMJ

Dios nos ama y nos llama por nuestro nombre

«Ayudémonos unos a otros a reconocer esta realidad: somos valiosos a los ojos de Dios»

Nos levantamos a un nuevo día repuestos de tantas emociones vividas el día anterior. Fue echarnos a la calle y toparnos en la Basílica Dos Mártires con el Santo que vestía de vaqueros, Carlos Acuti, un joven que se ha convertido en modelo de amor a la Eucaristía para miles de jóvenes de todo el mundo. En este mismo lugar, «Iglesia Necesitada», mostraba las grandes dificultades por las que pasan muchos de nuestros hermanos en lugares donde la Iglesia es perseguida y está obligada a vivir prácticamente en la clandestinidad.

La catequesis la hemos vivido en la plaza delante de la parroquia de San Roque que hoy tenía de referencia la encíclica «Fratelli Tutti». Se nos invitaba a reflexionar sobre esta frase: «Dios me ama y aún así no tenemos confianza total» y para abandonarnos a sus manos necesitamos aprender a comunicarnos a través de la oración y cultivar la actitud de escucha activa de la Palabra de Dios donde nos habla. Y también, practicar el sacrificio: la persona que más ama es la que más se sacrifica por los demás. Cristo en la cruz nos da la lección más grande del amor en plenitud.

Jueves 3 de julio en la JMJ

Jueves 3 de julio en la JMJ

Seguidamente nos distribuimos en grupos de diferentes nacionalidades y compartimos reflexiones sobre las dificultades que tienen los jóvenes para confiar plenamente en Dios. Me llamó poderosamente la atención una expresión de una chica colombiana: el mayor problema que tenemos es «exceso de futuro», es decir, vivimos tan deprisa que olvidamos gozar el presente, las nuevas tecnologías nos impiden el silencio, escucha, contemplar, sentir…; ardemos en el deseo de saber qué viene después, que vamos hacer, qué me ofrecen… y se pierde lo más valioso el tiempo presente para encontrarse con Dios y los demás.

A continuación, la celebración de la Eucaristía en la misma plaza presidida por el Obispo de Galápagos, Mons. Auro, que afirmó que la capacidad de escuchar genera la necesidad de Dios . Y que el amor de Dios lo sentimos en el encuentro con los demás. Y nos hacía una llamada a todos: «Sed peregrinos del amor en busca del amor verdadero».

A las 16:45 llegaba el Papa a la Plaza Marqués de Pombal por la que se accede al «parque del Encuentro», parque Enrique VII, y recorrió los alrededores saludando a los jóvenes, una explosión de entusiasmo y algarabía, gritos de «esta es la juventud del Papa». ¿Quién no se emociona ante este mar de vitalidad y alegria?

Es emocionante ver al Santo Padre aparecer en el escenario en silla de ruedas, ver su mirada que contemplaba a la multitud de jóvenes que han respondido a su invitación desplazándose hasta Lisboa. Era la mirada agradecida y llena de ternura, rostro sonriente, que no acaba de ocultar el grandísimo esfuerzo que ha realizado el Papa Francisco para abrazarnos en esta JMJ.

El acto comenzó con el saludo del primado de Lisboa. Siguió una performance en la que le hicieron llegar al Papa las cartas de gratitud de todos los rincones del mundo.

El Santo Padre se dirigió a la multitud con estas palabras:

«Me alegra verlos y escuchar el simpático alboroto que hacen y contagiarme de su alegría». Así comenzaba su intervención. Animaba a los jóvenes a dar gracias a Jesús que es quien en verdad nos llama. No están aquí por casualidad, el Señor les llamó por su nombre.

Continuaba interpelando a los jóvenes diciéndoles que porque somos amados hemos sido llamados. Ayudémonos unos a otros a reconocer esta realidad: somos valiosos a los ojos de Dios. Único es el latido de Dios por ti, somos amados como somos ahora, y ese ha de ser el punto de partida. No nos ama por lo que quisiéramos o deseáramos ser. Nos ama en nuestra realidad, tal y como somos, con nuestras virtudes y defectos. Sin maquillajes.

Ninguno de nosotros es un número para Jesús. Somos un rostro, un corazón, para el Señor. En cambio, en el mundo hay muchos lobos que se esconden en una falsa realidad diciendo que te quieren pero que cuando llega el dolor te dejan solos. Son aquellas personas que no buscan en nosotros nuestra unicidad sino nuestra utilidad. Hijos míos, no os dejéis engañar.

Jesús no es así, confía en ti. Porque cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles. Por lo tanto, en la Iglesia hay espacio para todos, en la Iglesia ninguno sobra. Pidió que los jóvenes respondieran que en la Iglesia caben todos, todos, todos.

El Señor no señala con el dedo. En cambio, sí que abre los brazos para abrazarnos. Jesús recibe, Jesús acoge. Él quiere estar cerca de ti.

Terminaba su alocución diciendo: «Dios ama por sorpresa». No está programado su amor, siempre nos mantiene alerta y nos sorprende.

María nuestra Madre también nos enseña a tener coraje y salir hacia adelante y proclamar que Dios nos ama.

Amigos, otra jornada exultante. Riadas de jóvenes por todas las calles sin parar de cantar. ¡Qué fuerza y energía! Termina este día con las innumerables actividades culturales y musicales en diversos lugares. Inmensa alegría cuando les observas abrazándose, intercambiando banderas, saludándose los grupos con cánticos, compartiendo las viandas…

No olviden rezar por estos jóvenes, se va acercando los días más grandes de esta JMJ.

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