Madrid La lucha de Ciudad Lineal contra la prostitución
La iniciativa «No acepto», promulgada por la Asociación Vecinal Quintana, persigue la difusión de la publicidad relativa a la prostitución
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La prostitución es una de las lacras que han acompañado al ser humano desde que existen registros escritos de cualquier civilización. No hace falta decir lo dañino que resulta tanto para la sociedad como para las mujeres que la ejercen. España, por desgracia, es el país europeo con mayor demanda en este sector. Y no solo eso, según Naciones Unidas, el 39 % de los varones de nuestro país ha pagado por este tipo de servicios al menos una vez.
Según APRAMP (Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida), 40 millones de mujeres y niñas son víctimas de trata para la explotación sexual en el mundo. En España, el 80 % de las mujeres que ejercen la prostitución lo hacen bajo coacción y trata. La alegalidad de la prostitución hace que sea muy complicado conocer el estatus de las mujeres que la ejercen, su salud o las condiciones en las que desarrollan esta práctica. A todo esto, se le suma una nueva lacra, la publicidad que esta genera.
«No acepto»
En 2015, nació en Quintana, uno de los barrios más populares de Madrid ubicado en el seno del distrito de Ciudad Lineal, el movimiento «No acepto». Hartos de que los pisos francos se publicitasen en los coches, farolas o escaparates, y de que los niños de los colegios cambiasen como cromos las tarjetas, Ana Martínez, presidenta de la Asociación Vecinal Quintana, comenzó a recoger este tipo de publicidad para que los más pequeños no echasen por la borda, la educación que sus padres les inculcaban en casa. «Empezamos porque hace daño a la vista», clama la presidenta de la asociación al preguntarle por uno de los motivos por los que retiraban la publicidad de los prostíbulos.
Mira, te cambio un culo por un no sequé
Tras dos años recogiendo flyers y las quejas de las AMPAS sobre la propaganda que coleccionaban sus hijos e intercambiaban como si de cromos se tratasen. En 2017, Martínez y los suyos decidieron reunirse y colaborar con otros distritos que sufrían el mismo problema, puesto que, entre 2017 y 2019 la publicidad aumentó de manera desproporcionada. Además de seguir recolectando las octavillas, colocaron mesas informativas en diferentes puntos del barrio e impartieron charlas educativas en los colegios del distrito, llegando a tratando de generar ruido en los medios de comunicación a través de acciones en señal de protesta. Eco de ello, los partidos se sumaron a la causa, pero este compromiso, tanto político como de la Junta del Distrito, se fue diluyendo y quedó en palabras.
Tras una reunión con todos los representantes de los partidos en el distrito y miembros del Ayuntamiento madrileño, la idea fue bien acogida, «al extremo de que hicimos una rueda prensa común con todos. Y ya está», confirma Ana Martínez a El Debate.
En estos siete años de lucha, en los que la presidenta de la asociación ha llegado a recibir diversas amenazas, por parte de los miembros de estas organizaciones, su fe y sus ganas de seguir adelante continúan intactas, «Yo no pierdo la esperanza. Somos gente que se conoce de toda la vida en el barrio», afirma la presidenta de la Asociación Vecinal de Quintana en una entrevista a ofrecida a este medio. Siendo uno de los pilares fundamentales tanto de este proyecto como de otras iniciativas impulsadas y llevadas a cabo por los vecinos del barrio. Tanto es así, que los diferentes puntos de recogida de publicidad se encuentran en lugares regentados por vecinos: quioscos, peluquerías…
Llamamiento a la autoridad
Otra de las quejas, tanto del vecindario como de la asociación, es la ausencia de sanciones por parte de la autoridad. La multa por colocar este tipo de publicad en los coches ronda entre los 300 y 6.000 euros. «Con que la policía cumpla la ley, vale», pide Ana Martínez. Sin embargo, la respuesta de la Policía Nacional y Municipal es la falta de efectivos para perseguir esta práctica. Martínez también reconoce que uno de los puntos de inflexión, que derivó en el crecimiento de la difusión de estos lugares, fue la medida tomada en tiempos de Esperanza Aguirre de desplazar a las prostitutas a lugares como la Casa de Campo.
Los vecinos
El vecindario de Quintana está harto de ver sus calles plagadas de esta propaganda. Aunque el esfuerzo de los residentes por recoger el máximo de carteles es notorio, los jóvenes que las reparten, por un sueldo ínfimo, vuelven a la carga al día siguiente. El compromiso con la asociación vecinal es intachable y piden que las autoridades den un paso al frente y empiecen a perseguir este tipo de anuncios para proteger a los niños del municipio.
Anécdotas
Ana Martínez ha compartido, con El Debate algunas de las anécdotas que han vivido los miembros de la asociación combatiendo a los repartidores de publicidad. A uno de ellos, que se encontraba recogiendo el material mientras era repartido, se le ofreció un trabajo sexual si no retiraba la propaganda de los coches.
En otra ocasión, otro ciudadano estaba quitando los carteles a la vez que se estaban colocando. El repartidor se giró y al preguntarle que, si iba a seguir quitando la publicidad, el vecino le reconoció que así sería. Entonces, el mensajero decidió darle la bolsa con todas las octavillas que debía colocar aquel día.
Concienciar a través de acciones
Más allá de recoger carteles, poner mesas informativas y dar charlas en los colegios para los alumnos, «nosotros nos centramos en la educación y nos centramos en que, si no hubiera clientes, no existiría esto», reconoce Ana Martínez, la Asociación Vecinal Quintana destaca por dos acciones que generaron cierto revuelo.
Una de las acciones más mediáticas, en colaboración con otros distritos que sufren el mismo problema, fue la de componer la palabra «help»(ayuda en inglés) con cartulinas y pegando la publicidad recogida. El sitio elegido para llevar a cabo dicha acción fue la madrileña plaza de Callao.
En 2017, realizaron una pesada con toda la propaganda recogida, llegando a los 52 kilos. Martínez reconoce que fue una iniciativa con la que se buscaba hacerse eco en la prensa y así denunciar aquello que sucedía en su distrito, Ciudad Lineal.