La hazaña del cabo 1º Pozueco por la que recibe la Gran Cruz del 2 de mayo: «Solo vi gente tan aterrada en Afganistán»

El cabo primero del Ejército de Tierra Fernando Martín Pozueco va a ser distinguido este jueves por la Comunidad de Madrid con la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo por su impresionante hazaña en la trágica noche del pasado 3 de septiembre en la que pasó horas y horas salvando a sus vecinos de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos). El Debate ha hablado con Martín Pozueco para rememorar cómo fue aquel episodio y cómo se siente con la condecoración, que le comunicó personalmente por teléfono la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso.

Martín Pozueco, oriundo de Alcorcón, tiene una casa de campo entre Aldea del Fresno y Villamanta. Según relata a este periódico, ese día estaba con su madre y su hija de ocho años en casa tranquilamente cuando le llegó el famoso aviso de precaución ante la inminente llegada de la DANA. Efectivamente, poco después las lluvias torrenciales llegaron a su domicilio y el cabo primero no dudo en lanzarse a la calle para ayudar a sus vecinos.

«Yo no puedo quedarme de brazos cruzados si veo a un vecino ahogándose. Prefiero ahogarme con él. Eso son valores que aprendí desde pequeño en mi casa, aunque los valores militares también me han ayudado a no perder la calma en esas situaciones, a aguantar el dolor y el frío y a bloquear el miedo», explica a El Debate con gran humildad.

Con esa actitud, Fernando abandonó la seguridad de su casa, a pesar del temor de su madre y su hija, y comenzó a alertar a los vecinos ante la crecida del río, de una magnitud que él nunca había visto en los catorce años que lleva frecuentando la zona.

«Mi sentido arácnido me avisó de que eso no era normal y comencé a alertar a los vecinos», recuerda. Cuando la crecida ya fue descomunal y una ola de dos metros se llevó por delante el coche del cabo primero, que había terminado de pagar poco antes, hubo un apagón porque el agua también se llevó por delante los postes de la luz. Así, a oscuras y con el agua primero llegándole a la cintura y después al cuello, Fernando comenzó a abrirse paso para socorrer a sus vecinos.

«Escuchaba los gritos de las hijas de mi vecino, un bebé recién nacido, y dos niñas de 4 y 8 años, y yo, que soy padre, solo pensaba que tenía que salvarlas», afirma. Lleno de cortes, heridas y sangre que apenas notaba porque tenía «bloqueado el dolor» fue sacando a todos los que pudo pero nunca olvidará a quién no puedo rescatar.

El cuerpo sin vida de uno de sus vecinos apareció días después a varios metros de su domicilio porque había sido arrastrado por la corriente. «Soy muy exigente y pienso si lo hice mal, si hubiera salvado su vida si hubiera llegado tres minutos antes...», se lamenta el apodado 'héroe de Villamanta' que sí logró salvar a la esposa del fallecido.

«La mujer estaba enganchada a la verja de la ventana cuando llegué. La cara de pánico y terror que tenía solo la había visto en Afganistán», evoca. Y es que el cabo primero Pozueco estuvo destinado en el país en 2011. En esa misión, «Valley Transport» según cuenta a este periódico, consiguió él solo proteger a una ambulancia que estaba siendo atacada, logrando que todos salieran sanos y salvos. Una acción que le valió la acreditación del «valor reconocido» en combate por sus «actuaciones en enfrentamientos con fuerzas hostiles».

Volviendo a Villamanta, en una noche de horror que le recordó a esos tiempos en Afganistán, Fernando recuerda como la mujer, angustiada, preguntaba por su marido. «Volví tres o cuatro veces a buscar al hombre pero no le encontré», declara, consternado.

Después de eso, Pozueco ha sido distinguido con numerosos premios y este jueves recogerá la Gran Cruz del Dos de Mayo que la Comunidad de Madrid entrega a 15 personalidades, instituciones y entidades sociales como reconocimiento por los servicios prestados a la sociedad.

Entre los reconocimientos que ya tiene destacan el tricornio honorífico «en reconocimiento al esfuerzo y compromiso demostrado al rescatar a varios vecinos durante las inundaciones en Villamanta, asumiendo un elevado riesgo personal», así como el distintivo blanco otorgado por el ministerio de Defensa a propuesta del Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra.

Defensa le definió como un «excelente militar de tropa» contribuyó «de forma fehaciente» a salvar al menos la vida de una anciana aislada y a poner fuera de peligro a otras personas que recurrieron a él para ser auxiliados.