El Debate se adentra en el monumental belén de Sol: 145 m² que rinden homenaje a los cristianos en el mundo árabe

La Real Casa de Correos, sede de la Comunidad de Madrid, alberga este año su tradicional belén monumental que invita a reflexionar sobre la transformación, la esperanza y la unión. Montado por la Asociación de Belenistas de Madrid, una de las más antiguas de España con 79 años de historia, este proyecto no solo es una obra de arte, sino también un homenaje a la tradición y un símbolo de valores universales.

Son 145 metros cuadrados con más de 480 figuras de importantes y destacados escultores belenistas. Además, tiene 30 metros de ríos y cascadas que aportan frescura y realismo. Más allá de la aldea se extiende un vasto desierto. Se han empleado cerca de 1.200 kilos de corcho, 120 cajas de musgo y unos 1.000 kilos de arenas y piedras.

Luis Antonio Sastre Carrera, vicepresidente segundo de la Asociación, explica con pasión los detalles y el significado del belén de 2024, cuyo tema principal es el abrazo. Este leitmotiv impregna cada rincón de la representación y busca transmitir la capacidad transformadora del nacimiento de Jesús, tanto en las personas como en la naturaleza.

El belén está concebido como una dualidad que representa dos realidades del mundo. Por un lado, encontramos una zona bulliciosa y comercial, donde la actividad económica es el centro de la vida. Este espacio recrea un gran zoco, lleno de transacciones y mezclas sociales, donde ricos y pobres conviven en un entorno dinámico.

Por otro lado, la escena se traslada a un espacio más modesto, el desierto, hogar de pueblos nómadas que luchan diariamente por sobrevivir. Allí, las jaimas y los campamentos reflejan la dureza de la vida en una región árida y carente de recursos.

Entre ambos mundos, una frontera natural marcada por montañas y cascadas, cuyo agua simboliza la vida y conecta las diferentes zonas del belén.

El corazón del belén está reservado para la escena del nacimiento, que se representa en un entorno único y transformador. En palabras de Sastre, «el nacimiento de Jesús lo cambia todo». Este lugar es una especie de oasis dentro del desierto: una isla exuberante con vegetación verde y un paisaje lleno de vida, donde cascadas y montañas simbolizan el renacer de la naturaleza.

En esta área se encuentra el elemento central que inspira el título del belén: el abrazo. Dos arcos de piedra, formados por la propia tierra, se entrelazan en un gesto protector y fraternal hacia los pastores, representantes de la clase más humilde de la época.

Este detalle simboliza el mensaje de igualdad, esperanza y defensa de los pobres que caracteriza la figura de Jesús. En este enclave, llama la atención una de las curiosidades que la Asociación de belenistas no ha tenido en cuenta, el agua que rodea a este oasis se ha llenado de monedas emulando la Fontana di Trevi.

La escena central de la Natividad incluye a María, José y el Niño Jesús, acompañados por los Reyes Magos. Estos últimos, sabios y astrónomos, aparecen con tres pajes que, en un gesto simbólico, son niños. «Es un mensaje de relevo generacional», destaca Sastre, «una metáfora de cómo la ciencia y la sabiduría deben transmitirse a las nuevas generaciones».

El montaje de este belén es el resultado de meses de trabajo. La Asociación de Belenistas comenzó el proyecto en marzo, con más de 80 personas participando tanto en talleres como desde sus casas. El proceso de construcción y montaje ha durado cinco días, con jornadas de trabajo que se extendieron desde las 9:30 de la mañana hasta las 21:00 horas.

Figuras históricas y exclusivas

Las construcciones que se pueden admirar en el belén están inspiradas en pueblos amurallados de Marruecos, como Ait Ben Haddou, patrimonio de la UNESCO desde 1987. Este tipo de arquitectura, hecha de barro y madera, ha sido reinterpretada para crear un escenario único que combina autenticidad con imaginación.

Las figuras, en su mayoría, son obra del artesano madrileño José Luis Mayo, miembro de la Asociación. Además, se han incorporado piezas de la escuela de Olot, de principios del siglo XX, y otras nuevas adquiridas específicamente para este año, como las que representan escenas del zoco.

Entre los tesoros del belén se encuentran figuras históricas de los hermanos Castell, como la Visitación de la Virgen María a Santa Isabel, que rara vez se exhiben dada su «fragilidad».

El Belén culmina con la escena de la huida a Egipto, donde José, advertido en sueños del peligro que representa el rey Herodes, toma a su familia y parte hacia tierras lejanas. Este episodio, cargado de simbolismo, cierra el recorrido por una obra que no solo celebra el nacimiento de Jesús, sino que también aborda temas como la esperanza y la protección de los más vulnerables.

A lo largo del recorrido, se pueden admirar detalles que refuerzan los valores de la tradición y la herencia. Entre ellos, una figura que representa a un abuelo junto a su nieto, símbolo de la transmisión de sabiduría y valores dentro de la familia.

La Real Casa de Correos se convierte, un año más, en el epicentro de la Navidad madrileña con este belén que une tradición, arte y mensaje. La Asociación de Belenistas de Madrid, fiel a su compromiso con la difusión de esta tradición, ha logrado crear una obra que invita a reflexionar sobre las desigualdades, la transformación y la esperanza en un futuro mejor.

El belén de la Comunidad de Madrid no es solo una muestra artística, sino también un espacio de encuentro para todos los madrileños, una invitación a celebrar la Navidad con un mensaje que sigue siendo universal y atemporal. «Es un orgullo poder compartir esta obra con nuestra ciudad», concluye Sastre, invitando a todos a sumarse a esta experiencia navideña única.