Gastronomía
El origen de la tortilla de patatas: ¿dónde y cuándo se inventó?
¿Es española la tortilla de patatas? ¿A quién le debemos semejante manjar?
Creamos la fregona, el sacapuntas, la silla de ruedas, el chupachups, la grapadora, la sopa de letras o el abanico. Cuando se habla de imaginación, los españoles somos capaces de unir varios elementos básicos para convertirlos en auténticas hazañas de ingeniería internacional.
En materia culinaria, tampoco vamos mal encaminados. Siendo un un país con materia prima tan buena en todas las regiones de la Península, era fácil conseguir platos autóctonos que hacen de la gastronomía española una de las mejores del mundo. Con razón somos los artífices de las croquetas, las patatas bravas, el cocido, la paella, las torrijas, los churros y un sinfín de delicias que nos hacen la boca agua.
Sin embargo, si hay un plato por antonomasia que triunfa en cada casa, ya sea en nuestro país o no, es la tortilla de patatas. Al que se le ocurrió mezclar tres alimentos tan básicos como el huevo, las patatas y la cebolla –sí, debería llevar siempre cebolla– marcó un antes y un después. Una receta clásica, sencilla, sin complejidad técnica, que forma parte tanto de cualquier recetario casero como de las mejores barras de bar. Pero, ¿a quién le debemos semejante manjar?
Aunque no se puede conocer con exactitud su creación, los expertos gastronómicos e historiadores opinan que se la debemos a Tomás de Zumalacárregui. En busca de alimento barato y nutritivo durante la Primera Guerra Carlista, en el año 1835 en Navarra, el 'Tío Tomás' –como le conocían sus tropas– ideó este plato para darles de comer. Al recalar en una casa particular y humilde donde solo tenían disponibles estos ingredientes se pudo ingeniar el mítico plato.
Sin embargo, no es la única teoría que se ha difundido a lo largo de la historia. El historiador Javier López Linage sostiene que no fue en el norte de España donde se creó, sino en el medioeste, concretamente en la zona de Villanueva de la Serena, en Extremadura. Ocurrió a finales del siglo XVIII, en 1798, y como respuesta a encontrar un alimento con suficiente capacidad nutritiva. En sus propias palabras, quizás la primera intención fue llevar a cabo una especie de pan de patata, que después evolucionó al pasarlo por la sartén con aceite de oliva.
Linaje encontró una Carta sobre el Pan de Patatas escrita en ese año por el sacerdote Joseph de Tena en la que explica su elaboración: «Tomamos tres libras de patatas lavadas, mondadas, desechas y desleída la sal y levadura en más agua mezclamos dos libras de harina de trigo buena y bien cernida, se hizo la masa bien trabajada (...) hicimos dos tortitas, aplanadas entre las manos, bastante delgaditas y las mandamos freír».
Hay quien, por el contrario, atribuye su idea al convento de Cubas de la Sagra. Estaba situado a las afueras de Madrid y en él vivó la monja Santa Juana, a quien se le atribuyen milagros de sanación. Cuando los peregrinos llegaban al convento en su busca, el plato típico con el que llenaban el estómago era el tortilla de patatas y pan; motivo por el que también se comenzó a conocer como «la comida de los caminantes». A su muerte, el 9 de marzo, de hecho, se instauró este día como el adecuado para el festejo internacional del plato.
Otros estudios aseguran que el invento ni siquiera es español, sino belga. El chef Lancelot de Casteau recoge en su recetario Ouverture de Cuisine, publicado en 1604, una receta en la que hay que cortar las patatas en rodajas, freírlas en mantequilla con hierbas, para después agregar yemas de huevo batidas con vino. Sin embargo, la clave está en la palabra que utiliza para referirse a los tubérculos: tartoufle, que, en realidad, significa trufa, por lo que muchos historiadores desbancan por completo la teoría de que no es española.