Roberto Cavalli, el diseñador que redefinió la belleza: «No todo es físico, hace falta un carácter divertido»

«En el planeta de la moda, soy el único hombre de verdad», declaraba hace años Cavalli, tildando de gays a todos los creadores en la comunidad de la moda. Roberto Cavalli, (Florencia, 15 de noviembre de 1940-12 de abril de 2024), ha muerto tras una larga enfermedad en la ciudad que le vio nacer. Repasamos su inconfundible legado y estilo.

«¿Qué si soy vulgar? En absoluto, solo pretendo que la mujer vista con un toque sexy» afirmaba molesto en una entrevista hace 15 años Cavalli. Sajwani, el fundador y presidente de Vision Investments de Damac Properties en Dubai, el nuevo dueño de la casa de modas tras adquirirla del grupo inversor Clessidra en 2019, valoró especialmente la singularidad y sofisticación del estilo de la casa de modas. La marca, ahora diseñada por Fausto Puglisi, no tiene sin embargo el éxito con el que contaba cuando el mismo Roberto estaba al timón.

Y es que Roberto, de una familia florentina bien posicionada, se quedó huérfano de padre con dos años debido a la Segunda Guerra Mundial. Desde pequeño, tomó el ejemplo de su abuelo, Giorgio Cavalli, pintor y aristócrata en una ciudad rica en museos y cultura. Pero pronto se dio cuenta de que los lienzos no eran para él. Necesitaba más acción. Así que poco a poco llevó las imágenes de la naturaleza, de las rosas, de las serpientes y del animal print a prendas clásicas ya en los años 70, como eran las cazadoras de cuero, los pantalones y chaquetas vaqueros y las piezas con aire de prendas interiores. Su estilo nunca cambió: «no adapto mi moda a mercados o edades; la mujer Cavalli ama este estilo».

Su primera sponsor y fan fue Brigitte Bardot, que le lanzó al estrellato mundial. Otras de sus grandes modelos, amigas e influencers han sido Sharon Stone, de la que alaba la inteligencia, Kate Moss, Jennifer Lopez o Giselle Bundchen. Las cantantes y actrices, desde Madonna a Beyoncé se han rendido a sus estilismos en conciertos y presentaciones y le acompañaban en sus fiestas y viajes en yate por el Mediterráneo.

Vistiendo al músico Lenny Kravitz decidió iniciar sus colecciones para hombre, una versión más austera pero en línea con sus atrevidas prendas femeninas. Del mismo modo, triunfó en el mundo de los perfumes, las joyas y la ropa infantil, con Baby Cavalli. Fue el primero en abrir un café en Florencia, si bien era más bar de copas con taburetes de leopardo que otra cosa. Pero iba siempre en avanzadilla.

Sandra Nilsson, su tercera esposa, le dio un hijo hace un año, cuando Roberto contaba ya con 82 primaveras, si bien Cavalli tenía 2 hijos de su primer matrimonio y 3 del que más duró, con Eva Maria Düringer, Miss y luego socia suya en la empresa, con la que construyó el imperio Cavalli durante 30 años hasta venderlo en 2014 a Clessidra.

«Mis creaciones necesitan ser llevadas por una persona alegre y animosa, por alguien con atractivo. Pero el atractivo no solo se basa en la belleza física, sino que necesita un carácter divertido, una mente poderosa». Cuando Roberto Cavalli creaba piezas impresas en leopardo, lo hacía queriendo establecer un novedoso clásico para siempre y, como él mismo decía «copiando la obra de Dios: la mismísima naturaleza».

Exagerado, generoso, expresivo, divertido y dinámico, Cavalli ha sufrido estos últimos años con su enfermedad, si bien ha tenido a hijos y amigos cerca hasta el final. Buen viaje, Roberto. A ver que te dice Dios sobre tus copias de su obra.