Corresponsal en el Paraíso
La tribu viajera más exquisita estrena templo en Nueva York
La cadena de hoteles de lujo Aman debuta en Manhattan, una de las aperturas más esperadas en años. Y llegan dispuestos a darlo todo
Se los conoce informalmente como «Amanjunkies». Son la tribu más exquisita de viajeros y estos días están de enhorabuena porque, por fin, tras años de demora causada por la pandemia, su adorado grupo hotelero aterriza en Nueva York. ¿Pero quiénes son? ¿Qué es Aman? ¿Es usted un Amanjunkie y lo ignora? Si ni siquiera ha oído la expresión, es evidente que desconoce muchas cosas sobre paraísos, querido lector, por mucho que pase los veranos en Sotogrande o en Formentor. La expresión de marras hace referencia desde hace años a esas criaturas afortunadas que sienten una pasión casi adictiva hacia la cadena de hoteles de lujo creada en 1988 por el periodista indonesio reconvertido en empresario Adrian Zecha. Además de huéspedes, Aman Resorts tiene verdaderos fanáticos de estos exclusivos universos, únicos hoteles en los que se alojan (o casi), minúsculos mundos paralelos con su propia filosofía, con una capacidad extraordinaria para crear una experiencia con un punto irreal, casi mágico.
La cadena nació hace más de 30 años, un poco por casualidad, en una preciosa playa de Phuket, mientras Zecha buscaba un terreno para su segunda residencia. De esa idea derivó un concepto que rompió muchas reglas del juego del ultra lujo en materia de resorts: hospitalidad acogedora, servicio de altísimo nivel, sensación de residencia privada, localización remota, mucho espacio y muy pocos huéspedes, identidad local, buen diseño, cierta simplicidad minimalista, privacidad y suma discreción. Desde la apertura de aquel buque insignia tailandés, el icónico Amanpuri, el imperio se ha ido extendiendo hasta llegar a los 38 actuales. Prácticamente, todos los nombres de los resorts comienzan con la palabra Aman, que quiere decir paz en sánscrito, y se le añade una terminación que forma un vocablo con significado específico.
Hay verdaderas joyas de esta colección que destacan por sus localizaciones extraordinarias, por detalles inolvidables que van desde el llavero de la suite (puede ser una simple concha o una talla de artesanía local) hasta las matrículas de sus vehículos. Huyen del wow factor, de los arquitectos y chefs estrella, de las celebridades como gancho, de los prescriptores, de las influencers. Aunque naturalmente, las celebridades no huyen de ellos. Uno de los episodios más mediáticos de su historia fue la boda de George Clooney y Aman Alamuddin en el espléndido Aman Canal Grande en Venecia. David Beckham celebró su 40 cumpleaños en su resort de Marrakech. Amanwana acogió a los desaparecidos David Bowie y la Princesa Diana. Otros adictos de renombre son Mark Zuckerberg, Bill Gates y Novak Djokovic, que se casó en el resort de Aman en Montenegro en 2014. Naturalmente, el grupo jamás realiza un comentario sobre sus clientes ni huéspedes y ellos no son precisamente de los que llaman a la prensa y se marcan un «Anita Obregón» a pie de playa con 20 fotógrafos. Bueno, siempre hay una excepción y en este caso lleva el nombre de Isabel Preysler. Fiel a sí misma y a su publicación de cabecera, apareció, o sorpresa, en las páginas de ¡Hola! en 2016 junto a su entregado escribidor en dos resorts de Indonesia fácilmente reconocibles por los «Amanjunkies». En una de las antológicas imágenes, se veía a Vargas Llosa leyendo los folios que cada mañana escribía en Amanwana a su adorada Isabel, así como el que no quiere la cosa. (¿De verdad que hay algún lector de nuestra querida revista de papel cuché que piense que en un resort de este tipo puede entrar un fotógrafo sin tenerlo todo más que atado con el cliente?). Preysler es más bien la excepción de un mundo paradisiaco caracterizado por la discreción y el low profile mediático de sus fieles, con ningún interés en convertirse en «musas» de la espuma de la vida.
Pero incluso en el paraíso hay de cuando en cuando nubarrones, bien lo sabe Vargas Llosa que durante su estancia allí sufrió un terrible ataque de medusas que requirió hospitalización, como él mismo escribió en El País. En 2014, dos hombres de negocios confesos Amanjunkies se vieron envueltos en una agria puja en los tribunales por hacerse con la compañía creada por Zecha, en un traspaso de poderes que no fue precisamente un camino de rosas. La entrada del magnate ruso Vladislav Doronin, hoy dueño de la misma, levantó algunas sospechas en ese momento, pero lo cierto es que Aman sigue siendo superlativa incluso con su octogenario y admirado legendario fundador fuera de juego. Disipados los nubarrones, este universo exquisito siguió poco a poco creciendo muy muy cuidado personalmente por Doronin (con casa en Ibiza, su paraíso particular) y ya no solo en lugares remotos, sino en el corazón de Venecia o en Tokio, donde parecía sumamente complicado preservar esa atmósfera mágica de Aman que hace que todo parezca más liviano, que hace que el tiempo pase más despacio.
¿Sabrán crear esta magia nada menos que en el corazón de Manhattan? El resort abre sus puertas el próximo 2 de agosto en la esquina de la calle 57 y la Quinta Avenida, en un edificio catalogado de 1921 que fue sede del primer museo de arte moderno de Nueva York. En la planta 14 nos espera el talento de Jean Michel Gathy, arquitecto que seguramente será escrutado por muchos ojos en los próximos días, buscando comparaciones con el sensacional resultado obtenido por su colega Kerry Hill en el Aman de Tokio. El hotel tiene una sensacional piscina infinita dando a Central Park, 83 suites, varios restaurantes, un spa a la altura de cuerpos tan refinados y tendrá actuaciones en vivo en su exclusivo Jazz Club. Su gran novedad serán sus 22 «branded residences», es decir, 22 apartamentos privados con servicios de Aman en el mismo rascacielos, vendidos a precio de oro y con lista de espera. En definitiva, el rien ne va plus de la ciudad que nunca duerme.
Vicky recomienda
Si la pregunta es si soy una «Amanjunkie» capaz de cruzar el charco solo para ir a conocer el flamante Aman Nueva York, la respuesta es sí. Y espero poder hacerlo pronto. ¡Si es que no está ya reservado hasta el día del juicio! Más que nada, naturalmente, por cumplir con mis cometidos como corresponsal en el paraíso de El Debate. ¡Hay tantos paraísos en Aman! La mayoría se encuentra en parajes medio perdidos en Asia (también en la América profunda), por lo que el mejor y casi único consejo es que vuelva a tirar de la hucha del cerdito y se aloje en alguno de ellos si puede permitírselo (sobre unos 1.000 euros la noche). Son especialmente admirados Amanpulo, en Filipinas, y Amanpuri, en Pukhet, la casa madre y un lugar con una atmósfera realmente especial, destino de muchas lunas de miel, al igual que Amanpulo. Indonesia es uno de los puntos fuertes del grupo y es imposible olvidar las piscinas de Amankila, por ejemplo. En Venecia no tendrá necesidad de alojarse en su extraordinario palacio en el Gran Canal, lo que tampoco está de más si puede pagarlo y desea darse el capricho de dormir una noche en su vida en una suite con una chimenea original de Sansovino o en otra con frescos de Tiepolo.
Si su opción es algo más económico, pero se considera un auténtico sibarita, incluya en su próxima visita a la Serenísima tomarse un café en uno de sus salones. No lo olvidará. Tokio es otra de sus más espectaculares direcciones. Cuenta con el lobby más mágico y poético que seguramente un rascacielos puede acoger. ¡No se lo pierda si va a Japón! Pero recuerdo que Aman no es para todos los gustos. Si le va el ambiente de la Feria de Sevilla, digamos, los encontrará demasiado apagados y totalmente carentes de vidilla. El plan B si piensa que es usted un «Amanjunkie» en potencia es, como siempre, empezar echándole un vistazo a la página web de Aman Resorts. En este caso en particular, es especialmente recomendable por su extraordinaria capacidad de llevarnos a esa atmósfera tan como de otro mundo pueden crear. En la página web hay una pequeña sección con diferentes productos de una línea de cremas que sacaron hace unos años, como faciales o serums. No es ninguna mala idea si tiene que hacer un regalo a ese amigo que le ha invitado a pasar unos días a su casa de Sotogrande y «que ya lo tiene todo». El contenido es de una calidad exquisita y los recipientes fueron diseñados por Kengo Kuma. En fin, todo muy Aman.