La finca de recreo de Felipe II que se convertirá en hotel de superlujo
El ambicioso proyecto que verá la luz en Cebreros (Ávila) acaba de recibir una subvención de 4 millones de euros
Tiene los mimbres para convertirse en el mejor hotel rural de España e incluir, de paso, el nombre de la localidad abulense de Cebreros en la hoja de ruta de los viajeros más sibaritas. Sin grandes alaracas, más bien en casi total sigilo, la profunda y ambiciosa transformación en lujoso establecimiento hotelero del palacio renacentista El Quexigal, construido en el siglo XVI por Juan de Herrera como lugar de recreo para Felipe II y finca de abastecimiento del Monasterio de El Escorial, avanza a buen ritmo. El proyecto acaba de recibir una subvención estatal de 4 millones de euros, la de mayor cuantía concedida en Castilla y León este año a una iniciativa de creación de empleo en zonas con menor desarrollo económico. La inversión total del proyecto se estima en unos 20 millones de euros y se prevé que genere unos 170 puestos de trabajo directo. Y lo que parece igualmente relevante es que unirá el nombre del vino español más prestigioso, Vega Sicilia, a un ambicioso proyecto turístico de sello internacional en la llamada España vacía. Según las previsiones que barajan gestores y propietarios, la apertura del complejo, bajo la lujosa marca de origen asiático Six Senses, podría producirse a finales de 2025.
La que en su tiempo fue considerada mejor casa de campo de Europa escribe así un nuevo capítulo de su larga y fascinante historia, una historia en la que se dan cita nombres de reyes y príncipes de diferentes países, clérigos, personajes de la vida social, empresarios hechos a sí mismos, obras de arte, siniestros y hasta animales salvajes. La antigua heredad formada principalmente por tierras de cultivo fue adquirida en 1563 por Felipe II, es decir, el mismo año en que se pone la primera piedra del Monasterio de El Escorial. El monarca la visitó en diferentes ocasiones, declaró la finca Coto Real y encargó a Juan de Herrera la construcción de un palacio renacentista de planta cuadrada con un gran patio en su interior. Fue utilizada por los monjes jerónimos como granja y huerto de suministros del Monasterio de El Escorial y hasta 1808 estuvo vinculada al abastecimiento de la comunidad escurialense. Llegó a tener 300.000 cepas y 8.000 olivos, y tanto la producción de aceite como la de vino figuraban por entonces entre las mejores de España. Tras la desamortización, se expulsó a los frailes y la propiedad pasó a ser patrimonio de Isabel II, hasta que en la primera república terminó en manos del Estado. Tras pasar por varios propietarios particulares, es adquirida en 1927 por los Duques de Parcent, como regalo de boda para el príncipe alemán Maximiliano de Hohenlohe-Lagenburg, que contrajo matrimonio con su hija Piedita Iturbe.
De este enlace nacería el carismático fundador del Marbella Club, hotel relacionado en cierta medida con esta histórica propiedad que costaba tanto calentar en el frío invierno abulense, por lo que sus propietarios compraron como alternativa una finca en la soledad Marbella, germen de uno de los hoteles más célebres e icónicos de España. Fueron años de mucha vida social en el palacio de Cebreros, decorado por tapices de Gobelinos, obras de arte y rico mobiliario de sus aristocráticos dueños hasta que un terrible incendio destruyó en gran parte la propiedad en 1956. En el siguiente y algo inesperado capítulo de su vida, entre 1972 y 1977, parte de la extensión se convirtió en un «parque en la naturaleza» destinado a safaris fotográficos. Hay quien recuerda haber visto allí leones y tigres por primera vez. La finca es adquirida en 1979 por el empresario leonés David Álvarez, fundador del grupo Eulen, al tiempo que se hacía con algunas explotaciones agrícolas y bodegas en la zona a las que suma, en 1982, la joya de la corona de su imperio, la bodega Vega Sicilia, con sede en Valbuena de Duero (Valladolid).
La batalla empresarial en el seno de la familia Álvarez Mezquíriz, una de las más polémicas y largas de España, paralizó por mucho tiempo los planes de algunos de los hijos del fundador respecto a nuevos proyectos, como el desarrollo de El Quexigal como exclusivo destino de turístico enológico. El acuerdo entre los herederos alcanzado el año pasado, por el que se repartieron las empresas del holding, ha sido el último escollo en este largo y complicado proceso. En paralelo, se han ido superando otros escollos, principalmente de carácter administrativo. Dada la naturaleza del inmueble, declarado Bien de Interés Cultural, y el alto valor ecológico de la zona, el proyecto ha recorrido ya un largo camino en declaraciones favorables tanto en comisiones de patrimonio como de impacto ambiental, algunas de las cuales se remontan a 2019, lo que parece confirmar el viejo dicho de que las cosas de palacio van despacio.
En febrero de 2023, trascendió la noticia de que los hermanos Álvarez habían llegado a un acuerdo con Six Senses, una de las grandes cadenas de lujo del mundo, pionera en unir conceptos como naturaleza, bienestar, enfoques sostenibles y saludables, mundialmente conocida por sus spas. El gigante de la hospitalidad británica IHG (Intercontinental Hotel Group) adquirió Six Senses en 2019, dando un enorme impulso a la actual expansión de la marca y posibilitando aperturas en Europa en su crecimiento global, lo que todo parecía encajar. El puzle iba completando sus piezas, con el enorme atractivo de unir una de las mejores marcas de lujo de España, Vega Sicilia, a un proyecto a un proyecto de estas características. Six Senses entró en la península Ibérica precisamente con un proyecto relacionado con el enoturismo de lujo en Portugal, a orillas del Duero, lo que les permitiría tener dos destinos que poder combinar relativamente cercanos, sobre todo para los viajeros de larga distancia de Asia o Estados Unidos. Six Senses dispone también de un hotel en Ibiza, que inauguró hace cuatro años.
Su futuro proyecto se localiza en una finca de 180 hectáreas, situada a unos 70 kilómetros de Madrid, a la que se accede por la carretera AV-562, que conecta Cebreros con Robledo de Chavela y se encuentra a unos 12 kilómetros de la localidad abulense que vio nacer al político Adolfo Suárez. Se trata de una zona de gran belleza natural, con fincas privadas de distintos usos y alguno pequeño proyecto vinícola, entre otros, el del campeón del mundo de ralies, Carlos Sainz, en su finca La Piñonera.
Lo poco que se sabe hasta ahora del proyecto proviene exclusivamente de los documentos relativos a tramitaciones administrativas, puesto que, a pesar de la envergadura del mismo, ni Six Senses ni los propietarios de la empresa matriz han hecho ningún tipo de declaraciones al respecto. De acuerdo con dicha información, el hotel tendrá la máxima categoría de gran lujo y contará con 67 habitaciones, de más que generosas dimensiones, entre 40 y 80 m². El palacio propiamente dicho albergará 38 habitaciones, en la parte originalmente concebida para las celdas de los jerónimos, mientras que las restantes se habilitarán en lo que en su día fueron corrales, cocheras y un antiguo palomar, que, como el resto de las edificaciones anexas, están siendo rehabilitadas y adaptadas a nuevos usos. Uno de los elementos clave del proyecto será el spa, seña de identidad de la marca, así como un espacio llamado Earth Lab, que invita a los huéspedes a conocer en profundidad los entornos naturales de sus resorts, ya sea en Camboya o en Omán. En este caso, según señala el proyecto, «se persigue recuperar el espíritu original de la explotación agrícola», y parece evidente que el vino tendrá un papel más que destacado en este proyecto que dará tanto que hablar.