La segunda vida de uno de los seminarios católicos más antiguos y espectaculares del mundo
Milán reconvierte un centro de formación sacerdotal en hotel de lujo con 73 habitaciones
Humilitas. Así se lee en el majestuoso portal barroco adornado con cariátides de este histórico edificio sito en el número 11 de la milanesa Corso Venezia. Estamos en pleno cuadrilátero de la moda y la nueva vida de esta magnífica construcción encargada en 1565 la ha convertido en la nueva joya de la que todos hablan en el mundo del lujo elegante. Una joya con una interesante historia a sus espaldas que encontramos si tiramos del hilo de la palabra que nos recibe en este magnífico portalón de este barrio chic en el que casi todo llama la atención y no precisamente por su humildad. Humilitas fue el motto de Carlos Borromeo, miembro de una de las familias más ilustres de Lombardía y ejemplo de esta vida de humildad que practicó y predicó y adoptó como lema.
Canonizado en 1610, San Carlos Borromeo ha pasado a la historia por su importante papel en el concilio de Trento y por su condición de «padre» de los seminarios seculares, proyecto fundamental para la formación del clero. Además de crear la institución, mandó construir uno en Milán, ciudad de la que era arzobispo. Fue uno de los primeros seminarios del mundo y precisamente porque lleva el sello del santo que fundó la institución tiene un significativo valor adicional. Durante siglos, el seminario arzobispal sirvió para su propósito inicial hasta que fue languideciendo, como tantos otros, y la archidiócesis milanesa terminó por cerrar sus puertas hace más de veinte años. Uno más de esos edificios imponentes italianos escondidos tras puertas que llevan largo tiempo sin abrirse y que ni siquiera sus vecinos conocen.
Dos décadas después su suerte cambió. Hace algo más de un mes, fue inaugurado por el alcalde de la ciudad, Giuseppe Sala, como Portrait Milano, un complejo hotelero, gastronómico y comercial de lujo en el que se ha transmutado el antiguo seminario, un complejo impulsado personalmente por Leonardo Ferragamo, presidente de la casa de moda y artículos de lujo florentina Salvatore Ferragamo. Bajo su mando se encuentra también Lungarno Collection, la exquisita colección de hoteles de la familia, iniciada en 1995 y que hoy consta de siete deliciosas propiedades en Italia.
La historia de esta espectacular transformación empezó casi de forma accidental con la ayuda de Google Maps. Antonioli, mano derecha de Ferragamo en sus negocios hoteleros, vio por primera vez el seminario en 2013 desde la última planta de otro edificio. Volvió a su oficina, lo buscó en Google y se quedó perplejo ante la magnitud de un edificio por cuya puerta lleva pasando años y años. Se puso en contacto con la diócesis a través de un amigo de la familia, pero la iglesia milanesa no estaba interesaba en ningún tipo de transformación, y menos en un proyecto que implicara hacer un hotel de lujo.
La insistencia, las negociaciones y el carácter de un proyecto que incluía la rehabilitación y la posibilidad de abrir por primera vez en su historia las puertas del edificio a turistas y milaneses, hizo que cambiaran las tornas y se llegara a un acuerdo que incluye un arrendamiento por treinta años. Ferragamo ganó la licitación gracias a la restauración total y al uso público de uno de sus patios, convertida ahora en nueva y espléndida zona de paso, una de las más elegantes del siempre elegante cuadrilátero de la moda. El amplio patio del seminario ha sido rebautizado como Piazza del Quadrilatero y abierto al público por primera vez en su historia, facilitando el acceso a pie entre dos de las calles principales del barrio. Con 2.800 metros cuadrados, es la mayor plaza pública del distrito de la moda. Custodiadas por sus columnatas, además del hotel, alberga boutiques y pequeños y exquisitos restaurantes y cafés y, a partir de finales de año, acogerá exposiciones de arte y otros actos culturales.
El prestigioso arquitecto Michele De Lucchi ha sido el responsable de una sobresaliente transformación de un edificio catalogado, vigilada muy de cerca por la Superintendencia de Bellas Artes de Milán. Toda una reforma «invisible» que ha hecho que permanezca el espíritu sobrio del monasterio, añadiendo todas las comodidades e innovaciones propias de hoteles, restaurantes y centros wellness de lujo en el siglo XXI.
El hotel propiamente dicho tiene 73 habitaciones y suites, lo que le convierte en el mayor de la colección y es la parte más «exclusiva del proyecto». Sus interiores llevan el sello magistral de Michele Bönan, habitual de la casa Ferragamo, así como de otro de los pequeños grupos hoteleros italianos de lujo elegante que nunca defrauda, JK Place. Piedra tallada, maderas nobles, piezas de mobiliario cuidadosamente elegida y elegancia sobresaliente. Humilitas. Bönan, alejado del «starsystem» y siempre autor de trabajos impecables. En este caso, además de una intervención muy respetuosa, encuentra inspiración en las grandes casas lombardas de abolengo, como los propios Borromeo, y tiene guiños al mejor diseño milanés del siglo XX. En definitiva, una delicia.