El hotel de alta costura del zapatero prodigioso Louboutin debuta en Portugal
El pequeño pueblo alentejano de Melides se cuela en el mapa del lujo
Vermelho. Rojo en portugués. Bermejo, rojo, encarnado. El hotel no podía llamarse de otra manera porque el rojo es el color más distintivo de su archi famoso, talentoso y multimillonario artífice y propietario. Y con el nombre del tono que le ha dado notoriedad y reconocimiento mundial ha bautizado al hotel-joya que el diseñador Christian Louboutin estrena el próximo mes de marzo en el pequeño y tranquilo pueblo portugués de Melides, junto al Atlántico alentejano, a una hora y media de Lisboa. El proyecto, que ni siquiera ha abierto sus puertas, acapara ya la atención de periódicos de referencia como el Financial Times o el The New York Times. Parte de la fama mundial del zapatero prodigioso viene precisamente de esta ciudad al otro lado del Atlántico, cuando las protagonistas de la famosa serie Sexo en Nueva York colocaron en el pódium de los objetos más deseados los célebres taconazos de las suelas rojas, los Louboutin. Convertidos en un auténtico hito en la historia de la moda gracias a las Sarah Jessica Parker que tantas mujeres de tantos países llevan dentro, su creador se consagró como uno de los zapateros más importantes de todos los tiempos y sus zapatos entraron en la cultura popular de finales del siglo XX. Y siguen ahí aunque estemos en el siglo XXI y parece que se imponga cada vez más el estilo casual de las zapatillas de deporte, que ahora hay hasta de Balenciaga.
Con residencia habitual en París, Christian Louboutin es más de pasearse por los pueblos de Portugal que por la Quinta Avenida. Siempre ha declarado su amor por nuestro país vecino, que según hizo público en una entrevista conoció cuando contaba veintitantos años. Se alojó en aquella primera ocasión en el uno de sus hoteles más recomendables, el Tivoli Palacio de Seteais, en Sintra. En posteriores viajes descubrió otras zonas del país hasta que quedó enamorado de una Comporta muy distinta a la que es hoy. El diseñador pasa por ser uno de los «padres» de ese destino chic, epicentro de esta nueva Riviera portuguesa en la que se construyó una casa, zona a la que atrajo a otros franceses igualmente estilosos y refinados, seducidos por sus playas salvajes, su autenticidad, su clima y el carácter afable de sus habitantes. «Me gusta tanto Portugal porque me gusta mucho la gente portuguesa», ha declarado en alguna ocasión. En el país se inspira, diseña parte de sus colecciones y hasta le ha dedicado alguna que otra afamada pieza, bolsos y zapatos. En la actualidad tiene una espléndida casa en Lisboa, en el barrio de Alfama, pero Comporta dejó de ser santo de su devoción hace algunos años, conforme la localidad empezó a hacerse destino de moda de apellidos como Borromeo o Grimaldi, conforme sus encantos empezaron a ser célebres no solo en París o en Mónaco, también incluso entre las amigas de Sarah Jessica Parker en Nueva York.
Cuenta la leyenda que Louboutin decidió pintar de rojo «rabioso» sus suelas porque buscaba inspiración para diferenciarse y se dio cuenta de que su secretaria se estaba pintando las uñas de ese color. ¡Eureka! Pues con Melides pasó algo similar. Cuando estaba en su casa de Comporta, se hizo un profundo corte en la mano y tuvo que acudir al médico a un pueblo cercano. A la vuelta, se despistó y terminó en esta localidad sita a unos veinte kilómetros de la anterior. El flechazo fue instantáneo. Era igualmente bella y tenía algo mejor: nadie la conocía y nadie le conocía a él. «Llegó un momento en Comporta que recibía invitaciones a fiestas de gente que vivía allí que eran totalmente desconocidos para mí», declaró en una ocasión.
Desde hace algo más de una década, Louboutin tiene varias propiedades en Melides, donde pasó parte de la pandemia. Y ha comprado cientos de hectáreas de terreno, junto a su lago y su océano, para evitar que otros las adquieran y mantener intacta su baja densidad de construcciones. En definitiva, huye del «efecto Comporta». En Melides pasó buena parte de la pandemia y avanzó en el que desde hacía tiempo había sido su sueño: tener un pequeño hotel propio, con su sello, hecho prácticamente a mano. En su opinión, todos los amantes del interiorismo, el diseño y los viajes tienen alguna vez esa fantasía en su cabeza, dijo en una ocasión.
Vermelho tan solo dispone de 13 habitaciones y como su propia web indica es «un lugar único para personas únicas». Va un paso más allá de lo que comúnmente se conoce como hotel boutique, es un establecimiento de capricho que rinde homenaje a la creatividad y a las tradiciones artesanales, a lo hecho a mano y al buen gusto. El diseñador se ha involucrado totalmente en su creación, visitando artesanos locales, descubriendo talleres de cerámica y azulejos, antigüedades y telas en los pueblos del Alentejo. Por ahora, guardan celosamente imágenes y detalles, aunque ya se pueden hacer reformas y estará abierto en su totalidad el 1 de abril y en marzo de forma parcial. La web indica que tiene un restaurante Xtian, volcado en la gastronomía tradicional portuguesa, y un jardín para relajarse «bajo el sol de Melides». Es probable que éste lleve la impronta de su pareja, Louis Benech, renombrado paisajista y responsable nada menos que de la última renovación y restauración del jardín real de Tullerías, en París. El hotel tiene toques franceses, portugueses y hasta egipcios (el padre de Louboutin era egipcio copto) pero tiene mucho, mucho español. Y muy bueno.
La interiorista y decoradora sevillana Patricia Medina es mucho más que la sobrina discreta de Nati Abascal y tiene mucho mejor porte y gusto que Sarah Jessica Parker. De modales exquisitos y comprometida especialmente con la artesanía, fue elegida por el diseñador para hacerse cargo del interiorismo del proyecto. Fue la que involucró en él a algunos de los mejores artesanos sevillanos, que llevan más de un año y medio trabajando en hacer realidad los sueños de Louboutin y Medina en Melides. Destaca entre ellos el trabajo realizado por la orfebrería de los Hermanos Seco, de Sevilla, que todavía conserva la fragua y el buen hacer de los usos tradicionales y es una visita realmente inolvidable. Su trabajo sobresaliente, totalmente hecho a mano en puertas, tiradores, lámparas y demás elementos decorativos realizados en metales nobles, especialmente el latón, embellecen este hotel único lleno de detalles que llaman la atención, homenaje a esa creatividad artesana difícil de encontrar. Los hermanos Seco, especialistas en arte sacro, encentran, como otros artesanos, nuevos caminos de la mano de grandes interioristas, diseñadores y arquitectos. Hacen marca España en los nuevos hoteles de diseño de los que habla esta semana el Financial Times. Vermelho será gestionado por el grupo español Marugal, responsable de otros lujosos establecimientos de excelente cartel, como el mallorquín Cap Rocat, el madrileño Urso o el donostiarra, Akelarre.