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Sindalah, la isla futurista de 800.000 € con la que Arabia Saudí redefine el lujo
Se une a los proyectos más emblemáticos del país como la ciudad vertical. The Line. o la estación de esquí en el desierto, Trojena
El destino turístico del futuro tiene nombre propio: Sindalah, una isla ubicada en el Mar Rojo frente a la costa noroeste de Arabia Saudí. Un proyecto faraónico desarrollado por Mohammed bin Salman con intención de revitalizar el país y que, poco a poco, se va haciendo más tangible.
Con una superficie de aproximadamente 840.000 metros cuadrados, Sindalah será un nuevo puerto de amarre para la náutica de lujo, ofreciendo una nueva temporada para el disfrute de visitantes y huéspedes.
Contará con un prestigioso puerto deportivo de 86 amarres para embarcaciones de lujo, mientras que las boyas en alta mar podrán albergar superyates. Además, ofrecerá 400 habitaciones de hotel ultrapremium y 300 suites de alta gama. A lo que suma un beach club, un elegante club náutico y 38 opciones culinarias únicas. Además de una oferta exclusiva para los amantes del golf.
«Sindalah contará con excelentes instalaciones y ofertas exclusivas rodeadas de un entorno oceánico diverso y asombroso que es hogar de más de 2.000 especies marinas, 600 de las cuales son endémicas del Mar Rojo», resalta la compañía hotelera Marriott en el comunicado que confirma su participación en el proyecto.
El anuncio del desarrollo de la isla de Sindalah se une a los proyectos más emblemáticos de Neom como The Line o Trojena, el destino de turismo de montaña que será el primer refugio de esquí al aire libre del Golfo Arábigo. La estación forma parte de un proyecto liderado por el Príncipe Heredero que pretende construir de cero una ciudad futurista y moderna en la provincia de Tabuk, al noroeste de Arabia Saudí.
Bajo el nombre de Neom, incorporará tecnologías de ciudad inteligente a lo largo de sus 460 kilómetros de largo y 26,5 kilómetros cuadrados. Todo un reto teniendo en cuenta que en verano la zona puede alcanzar los 38ºC y no tiene acceso a agua dulce.
No es un inconveniente ya que el gobierno saudí planea que millones de personas vivan allí en el futuro gracias a las plantas desalinizadoras y el aire acondicionado. El plan también prevé instalar una enorme tubería que lleve el agua desalada del Mar Rojo a esta zona montañosa y surta el lago gigante que se construirá además de crear nieve artificial cuando se necesite.
Entre los elementos, destacan los rascacielos, en los que se albergarán viviendas, espacios comerciales y oficinas de trabajo, los cuales se ubicarán desde la costa del Mar Rojo y hasta el desierto. De hecho, en su web la anuncian como la ciudad que «con un amanecer luminoso, un futuro prometedor y una vida rica en una tierra construida por el hombre por el bien de toda la humanidad».
Además, se pretende crear una tecnología capaz de fabricar nubes artificiales para que haya más lluvia en el desierto, así como una luna gigante y artificial que ilumine la ciudad por la noche. Igualmente, se pretende crear una playa con arena que brille en la oscuridad, un sistema educativo líder con profesores holográficos, coches voladores y una gran concentración de restaurantes con estrella Michelín.
Los planes turísticos, que el gobierno espera que contribuyan con el 10 % del PIB del país para 2030, han sido recibidos con escepticismo, puesto que el país continúa negando derechos humanos. A las mujeres, por ejemplo, se les prohibió conducir en el país hasta hace bien poco y, a día de hoy, siguen estando obligadas a usar abayas, una túnica holgada que las cubre del cuello para abajo, entre otras restricciones impuestas por la policía religiosa.