El bosque de cuento y 40 estrellas Michelin donde descansa la Selección Española
La Selva Negra inspiró los relatos de los hermanos Grimm y vivó nacer los célebres relojes de cuco y la tarta homónima
Ni selva ni negra. Y en realidad ni siquiera está del todo claro de dónde le viene el nombre a esta frondosa región de sur de Alemania donde se aloja la Selección Española de Futbol mientras disputa la Eurocopa y hoy disfruta de día de descanso, tras firmar una rotunda victoria ante Croacia. El lujoso hotel donde se hospedan jugadores y equipo técnico, el complejo Der Öschberghof, ha puesto el foco en esta interesante región alemana, relativamente desconocida para los turistas españoles y auténtico paraíso natural con toda clase de atractivos. Con una extensión muy parecida a Asturias, unos 11.000 kilómetros cuadrados, no es la única comparación que se puede hacer con el Principado.
La Selva Negra recuerda en muchos sentidos a esa España verde, principalmente rural, que conserva casi intacto su paisaje, algunas tradiciones centenarias y se posiciona de un tiempo a esta parte como nueva meca gastronómica, por la excelente calidad de su producto local, el auge de la llamada «cocina kilómetro 0» y el creciente número de buenas direcciones en las que disfrutar de una sofisticada experiencia culinaria.
Una de las peculiaridades que llama la atención del resort alemán donde se aloja la Selección es que uno de restaurantes del complejo luce dos estrellas Michelin, algo inusual en un resort más orientado a las convenciones y al turista que viaja en familia y que busca practicar actividades al aire libre, como el golf, y bastante alejado de los principales núcleos urbanos. Es precisamente la buena cocina el factor que está aupando a la Selva Negra como el nuevo secreto mejor guardado de la gastronomía europea, demostrando que la región es mucho más que la cuna de la conocida tarta de chocolate, nata y cerezas a la que da nombre.
En uno de los restaurantes del hotel que sirve de campamento base al equipo de Luis de la Fuente, Ösch Noir, billa la propuesta culinaria del joven chef Manuel Ulrich, oriundo de la región. La pequeña localidad de Baiersbronn, de tan solo 15.000 habitantes, un lugar poco turístico de la Selva Negra, sin demasiados atractivos, reúne nada menos que ocho estrellas Michelin y se ha convertido en una dirección casi obligada para los amantes del buen comer en Alemania, país que nunca ha destacado por la calidad de su propuesta gastronómica. Con un total de 40 estrellas en su haber, la región está dando que hablar como el «rincón gourmet más bello de Europa». Entre sus pesos pesados destacan el restaurante Schlossberg, con el chef Jörg Sackmann; Claus-Peter Lumpp en el legendario Hotel Bareiss en Mitteltal y el restaurante Schwarzwaldstube en el Hotel Traube Tonbach.
A diferencia de Asturias, la región carece de mar, pero son numerosos los lagos en los que bañarse en verano. El Schluch, rodeado de frondosos bosques y suaves colinas, como toda la zona, es el más grande de la Selva Negra. Es un destino perfecto para los amantes de la naturaleza, especialmente en esta época del año, pues en él se puede practicar natación y deportes acuáticos. Y aunque es conocida por sus bosques y su frondosidad, y sus miles de kilómetros de senderos, no se entiende la Selva Negra sin su agua. No solo de sus lagos, ríos, arroyos y cascadas, las más altas de Alemania, algunas bellísimas. El turismo en la región empezó precisamente en sus balnearios, gracias a la calidad de sus aguas termales. Baden-Baden, la más famosa de sus ciudades-balneario, vivió sus años de gloria durante la «Belle Époque» y continúa siendo referente. La localidad era el perfecto sinónimo de buena vida durante décadas, tanto que se popularizó en la capital española el dicho «Madrid, en verano, sin familia y con dinero, Baden Baden».
Bosques, agua y leyendas. La región se caracteriza por unos paisajes frondosos y bucólicos, lagos y suaves montañas donde, de cuando en cuando, se puede ver algún castillo. En definitiva, un territorio con ese punto de magia, terreno abonado para la fantasía. Fueron los bosques de la Selva Negra los que inspiraron a los hermanos Grimm para escribir sus cuentos y poner por escritos viejas leyendas populares. En esta zona de la actual región de Baden-Württemberg, entre sus brumas y profundos bosques, hay que situar a personajes imperecederos como Cenicienta, Blancanieves o Hansel y Gretel. En la Edad Media, donde arrancan la mayoría de estos cuentos populares, la Selva Negra evocaba ese paisaje de oscuridad, de la que recibe el nombre, donde acechaban tanto animales salvajes como bandidos y hasta criaturas fabulosas salidas de la imaginación de cuentistas y escritores.
También aquí se encuentra el origen de los relojes de cuco, gracias a la habilidad de los numerosos artesanos que trabajan desde hace siglos la abundante madera. Precisamente, éste es uno de sus reclamos. Además de sus muy populares rutas senderistas, uno de sus principales atractivos, hay una ruta de los relojes de cuco que pasa inevitablemente por el más grande del mundo, situado a las afuera de Triberg: una longitud de 4,5 metros, un péndulo de 8 metros y un peso total de 6 toneladas. Un lugar curioso que permite entrar en el interior y apreciar un mecanismo hecho con verdadero virtuosismo y precisión alemana. Como la propia Selva Negra, está lleno de detalles bellísimos y sorprendentes.