El icónico hotel de Mallorca donde Grace y Rainiero de Mónaco pasaron su luna de miel reabre sus puertas

1929 fue el año del crack bursátil y de la apertura del Hotel Formentor, que nació con vocación de ser una de las joyas del Mediterráneo y lo consiguió. Cuando murió el poeta mallorquín Miquel Costa i Llobera, propietario de la península del cabo de Formentor, uno de los lugares más bellos de España, se dividió en lotes y se vendió. Adan Diehl, un argentino singular, amante del arte, compró en 1928 uno de esos lotes y decidió construir el Hotel Formentor. Un entorno soberbio, durante siglos frecuentado solo por piratas y por cabras, se convertía en escenario de su utópica visión de erigir un hotel que aspiraba a congregar a creadores, artistas y personalidades del siglo XX para debatir, pensar o descansar en uno de los rincones más extraordinarios del Mare Nostrum, alejado del mundanal ruido por su complicada accesibilidad.

Hay pocos hoteles en España, por no decir ninguno, que aúne un emplazamiento tan soberbio y con pedigrí del calibre del Formentor. Un hotel que abrió oficialmente sus puertas el 25 de agosto de 1929 y que este viernes vuelve abrir tras protagonizar muchas vicisitudes y pasar por muchas manos en estos casi cien años de vida. Se dice que sus primeras huéspedes fueron dos norteamericanas que llegaron por un camino de carros que discurría junto a un precipicio, pues no había ni carretera. El precipicio sigue ahí, casi todo lo demás ha cambiado. La etapa Dielh fue tan breve como brillante. El crack del 29 se llevó su fortuna y sus sueños. En este largo periodo ha pasado por bancos acreedores, empresarios mallorquines fundamentalmente, hasta que fue adquirido por 165 millones de euros al fondo andorrano Emin Capital por el Grupo Barceló, últimos en explotarlo y que, por unos motivos o por otros, no afrontaron la necesaria reforma que exigía un hotel tan mítico. Poco a poco fue perdiendo fuelle y nivel de servicios, y, por tanto, esa clientela que tanto contribuyó al mito.

Su álbum de fotos es apabullante en todos los campos, dado que, hasta cierto punto, se ha respetado esa vocación literaria y artística que le imprimió su fundador. Borges, Aleixandre, Cela, entre otros escritores fueron habituales y escribieron sobre él. En 1995 fue sede de la Cumbre Europea cuando España ocupó la presidencia del Consejo. Nunca un hotel de España ha estado tan protegido. Un frustrado atentado contra el Rey Juan Carlos por parte de ETA en Mallorca ese verano, lo convirtió en una fortaleza inexpugnable. También fue elegido para foros internacionales y acogió a líderes como Yasser Arafat y Simon Peres, que se pasearon por sus deliciosos jardines en presencia del entonces presidente del Gobierno José María Aznar.

Premios nobeles, primeros espadas de la política, y naturalmente glamur, mucho glamur. Los entonces príncipes Alberto y Paola de Lieja se hospedaron en julio de 1959. Fue allí donde, según se dice, recibieron la notica del embarazo de la princesa, hoy Rey Felipe de Bélgica, comunicada por un farmacéutico de Pollensa al director del hotel. En 1934 lo visitó Eduardo VIII y un año después lo hizo Winston Churchill acompañado de su mujer. Además de la Casa Real España, son los Grimaldi los que han tenido especiales vínculos con el hotel. Los príncipes Rainiero y Grace llegaron a bordo del yate Deo Juvante II tras su boda en 1956. Volvieron en 1960 y 1961 acompañado por otra pareja mítica Onasis y María Callas. Siempre lo hicieron por mar. En 1964 se hospedaron con David Niven acompañados de sus hijos Carolina y Alberto.

La lista de celebridades que lo han visitado es tan interminable como casi inexistentes sus imágenes. Una de las pocas, la de Charles Chaplin en albornoz junto a su mujer Onna O´Neill, vestida de la misma guisa en su famoso jardín aterrazado con vistas a la bahía. Un jardín que en su última época compartía jardinero con su vecina, Liliane Bettencourt, la mujer más rica del mundo, heredera de Loreal, un jardín que vuelve a abrir sus puertas (hoy mañana). Tras casi cuatro años de cierre, ningún hotel ha levantado tantas expectativas. Por el momento, solo operará a media capacidad, con la mitad de sus 110 habitaciones disponibles para los clientes. El resto, en la próxima primavera y con el mercado norteamericano de alto poder adquisitivo como prioritario y con una tarifa media de 1.200 euros, lo que le convierte en uno de los más caros de España. Además de la reforma integral de todos los espacios, el hotel pone énfasis en la oferta gastronómica, que incluirá cinco espacios diferentes de distintas tradiciones culinarias. Se estima que la inversión del proyecto está cercana a los 400 millones de euros.