Fundado en 1910
Castillo de San Marcos

El histórico castillo de San Marcos

Viajes

El castillo andaluz en el que Colón planeó su primer viaje

El secreto mejor guardado del Puerto de Santa María está en manos de una bodega, que organiza catas en el castillo de San Marcos

En manos de una empresa estadounidense, el gaditano Castillo de San Marcos sería una gran atracción turística donde se venderían toda clase de souvenirs, tendría un restaurante temático con un menú con los primeros alimentos llegados del Nuevo Mundo y quizá ofrecería una experiencia de realidad virtual en una carabela.

Hoy, 12 de octubre, sería sin duda uno de sus días grandes, como lo es hoy para la célebre Quinta Avenida neoyorquina, donde tiene lugar uno de los desfiles más coloridos y multitudinarios del mundo en conmemoración de aquel 12 de octubre de 1492. A este lado del Atlántico, especialmente en la Península Ibérica, las cosas se hacen con menos sentido del espectáculo y comercial, especialmente a la hora de explotar debidamente nuestra fascinante historia. Y la historia del castillo de San Jorge no necesita guionistas que la adornen, ni fanfarrias ni atrezo made in Hollywood para ser, por derecho propio, uno de los lugares más interesantes del mundo en el que brindar con un buen vino de la casa por la conmemoración de una de las grandes gestas de la historia.

La historia del castillo de San Marcos, en El Puerto de Santa María, arranca en realidad mucho antes de 1492. La iglesia fortificada fue edificada sobre los cimientos de una mezquita del siglo X situada en la localidad y que hizo erigir el monarca Alfonso X El Sabio en honor de la Virgen tras la toma de la ciudad. Su construcción data entorno a 1264, pero en realidad se aprovecharon los restos de un edificio romano próximo, por lo que parte de la construcción es milenaria. De la antigua mezquita se conserva el muro de la quibla donde se situaba el mihrab y el aspecto almohade de la construcción. El monarca que la mandó levantar documentó su construcción en las célebres Cántigas de Santa María e instaló en ella su nueva orden militar de Santa María de España, que pronto desapareció al quedar fundida con la Orden de Santiago.

A pesar de su antigüedad, su estado de conservación es bueno y lo que más impresiona del conjunto, declarado bien de interés cultural en 1920, son sus altas torres, convertidas en soberbios miradores de este enclave gaditano estrechamente ligado a la preparación de los viajes que concluyeron en el Descubrimiento de América.

La razón de este vínculo se debe, en buena medida, a Luis de la Cerda y Mendoza (1443-1501), duque de Medinaceli y señor de la villa incorporada a la Corona de Castilla, que tenía por residencia palaciega en ella el Castillo de San Jorge. Interesado en los proyectos de Colón, de la Cerda fue uno de sus principales valedores, razón por la cual el navegante vivió en El Puerto de Santa María dos años y, según las últimas investigaciones, residió la mayor parte del tiempo en el castillo, bajo la protección del duque. En la localidad gaditana vivía también el navegante cántabro Juan de la Cosa, que participó activamente en siete expediciones y que pintó en El Puerto de Santa María el primer mapamundi de la Historia con el continente americano, cuyo original se conserva en el Museo Naval de Madrid y una copia exacta se puede ver en el castillo en forma de mosaico. La fortificación está vinculada también a Alonso de Ojeda, descubridor de la desembocadura del Río Amazonas, y paje del duque de Medinaceli, por lo que residía en el castillo.

mapa mundi de la Cosa

El primer mapamundi de la Historia

Esta impresionante fortaleza ofrece desde hace un par de años una experiencia enológica en un entorno extraordinario, lleno de Historia y de historias. En 1961, el castillo es adquirido por Grupo Caballero, dedicado a las bebidas espirituosas y vinos, que lo restaura y convierte en su sede institucional y emblema de su marca. Célebre por su ponche, la empresa la había fundado un gallego 125 años atrás, José Cabaleiro do Lago, que vivía del negocio maderero de roble en Galicia, hasta que en 1830, decidió trasladarse a Chipiona para fundar una empresa para suministrar madera para las bodegas jerezanas y allí se dio cuenta de que el negocio no estaba tanto en la madera, sino en el contenido de las barricas. Decidió dedicarse a la crianza de vinos y a la elaboración de brandis, y, sobre todo, de su célebre ponche, Ponche Caballero, en el que el empresario fusionó los licores locales con la tradición de la queimada gallega.

El grupo familiar ha ido creciendo, incorporando otras bodegas y marcas de renombre de la zona, como Lustau y Fino La Ina. Hace un par de años, con la bodega histórica ya dentro del recinto del Castillo de San Marcos, decidió no solo ofrecer visitas al conjunto histórico y a su bodega, también catas de tres de sus excelentes vinos de Jerez, el vermut Lustau y de su famoso ponche Caballero. Cualquiera de las opciones parece perfecta para brindar en semejante lugar por los hechos acaecidos hace hoy hace 532 años.

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