La propuesta de cobrar 5 euros por entrar en Notre-Dame desata la polémica a un mes de su reapertura
La ministra de cultura del gobierno de Barnier, Rachida Dati, se ha mostrado partidaria de cobrar a los visitantes
¿Pagaría 5 euros por traspasar el umbral de una de las iglesias más célebres del mundo? ¿Le parece un justiprecio que ayudaría a sufragar la costosísima restauración acometida tras su pavoroso incendio? ¿Opina, por el contrario, que todas las iglesias y templos deberían ser de acceso universal y gratuito por su naturaleza evangelizadora? Estas y otras preguntas similares se plantean estos días por las calles de París, en tertulias y cafés, en emisoras de radio y programas de televisión. El debate está servido a raíz de las declaraciones realizadas esta semana al periódico Le Figaro por la ministra de cultura del gobierno de Barnier, Rachida Dati, que se ha mostrado partidaria de cobrar 5 euros a los visitantes de la catedral de París desde el momento de su esperada reapertura el próximo mes de diciembre, tras cinco años de cierre y una monumental y muy costosa restauración.
La ministra también se ha mostrado su opinión favorable a incrementar el precio de la entrada a monumentos o museos nacionales, como el Louvre o Versalles, a partir de 2026 a aquellos turistas que no sean nacionales de algún país de la Unión Europea. “¿Es normal, por ejemplo, que un visitante francés pague el mismo precio por la entrada al Louvre que un brasileño o un chino? Dati ha señalado que con este suplemento financiaría la renovación del patrimonio nacional del que se benefician todos. «Los franceses no tienen que pagarlo todo solos», y esto sería «una auténtica ruptura en la política de precios de nuestros establecimientos culturales », añadió.
La auténtica ruptura viene en realidad de la propuesta de pagar por acceder a las iglesias y catedrales en Francia, por el momento totalmente gratuitas en todos los puntos del país, lo que ha generado cierto revuelo. El gobierno ha tenido que salir al paso y aclarar, tras las declaraciones de la titular de Cultura, que las misas y servicios religiosos seguirían siendo gratuitos y de libre acceso. La posición de la ministra fue ayer respaldada por Bruno Retailleau, titular de Interior, quien recordó haber ido recientemente a Barcelona «y haber pagado la entrada para acceder a la Sagrada Familia» y sugirió que, si lo hacen sus vecinos, ¿por qué no ellos también?
La situación de Francia en este ámbito respecto a los países de su entorno es ligeramente diferente. La ley de 1905 de separación de Iglesia y Estado hizo que las iglesias y catedrales anteriores a esta fecha pasaran a ser propiedad del Estado, a diferencia de lo que ocurre en países como España, Italia o Portugal, donde bien la Iglesia o bien las órdenes religiosas son las dueñas de sus edificios. Debido a las leyes de Francia con respecto a la secularización, el gobierno francés es propietario por tanto de Notre-Dame y permite que la Arquidiócesis de París use el edificio de forma gratuita, que se hace responsable del mantenimiento de la iglesia, que es al mismo tiempo un lugar de culto y uno de los edificios más visitados de Francia. Cobrando «sólo 5 euros por visitante, recaudaríamos 75 millones de euros al año», afirmó la ministra. Antes del incendio, sólo las torres de Notre Dame y la cripta arqueológica estaban sujetas a pago. Temiendo la polémica, Dati añadió que este dinero iría a pagar muchas iglesias de Francia que necesitan ser rehabilitadas. Notre-Dame a punto de sucumbir en un incendio que conmocionó al mundo, se erige ahora en salvadora de las iglesias de Francia, venía a decir en la entrevista.
Ni con esa coletilla, ha evitado que la Iglesia de Francia se opongo totalmente a la idea. La diócesis de París emitió ayer un comunicado recordando la importancia de «la libre entrada a las iglesias y catedrales, para acoger incondicionalmente a todo hombre y mujer, independientemente de su religión, de sus creencias. opiniones y medios financieros. Fijar un precio fijo de 5 euros llevaría inevitablemente a renunciar a visitar una catedral por naturaleza abierta a todos». Según la diócesis parisina, además, sería «extremadamente complejo de implementar a nivel práctico», en particular para «distinguir a los visitantes, peregrinos y fieles». En Notre-Dame, los peregrinos y los visitantes nunca se han distinguido, los servicios se celebran durante las visitas, y las visitas continúan durante los servicios y recuerda el comunicado que «cualquier separación material privaría a los peregrinos y a los visitantes de la comunión entre todos, que es la esencia misma del lugar».
El debate se produce en un contexto donde se discute cada vez más en el Viejo Continente que los turistas sufraguen de algún modo los bienes culturales de los que disfrutan, cuyo mantenimiento es muy costoso, pero en muchos casos la aplicación práctica de la medida no es fácil, como se está viendo con la nueva tasa que afectará a quienes quieran acercarse a la Fontana de Trevi. Con respecto a las iglesias de otros países, la situación varía mucho de unos casos a otros, pues tienen autonomía para decidir sobre la manera de financiarse. Así, por ejemplo, mientras el acceso a la catedral de Santiago es gratuito, como ocurre en San Pedro en el Vaticano y en las basílicas romanas, es de pago en Iglesias como la catedral de Sevilla o la Sagrada Familia. Las fórmulas de pagar por ver algunas dependencias, como claustros o criptas, se han extendido en los últimos años en muchos países, como manera de conseguir recursos complementarios que sufraguen sus gastos de mantenimiento.
La diócesis y la catedral de París pidieron ayer al Gobierno explorar «otros caminos», sin especificar cuáles. En el presente debate se sugiere desde pedir aportaciones voluntarias a incrementar el importe de la tasa turística en París, o hacerla progresiva en función de los días que una persona va a permanecer en la ciudad o del coste del establecimiento en el que se aloja. “Los hoteles palacios de Paris están a reventar, con habitaciones que cuestan más de 1.000 euros la noche. ¿Tiene sentido pedir a los jóvenes que vienen a albergues a París o a familias a apartamentos turísticos que paguen por entrar en Notre-Dame?, plantea un ciudadano en una de estas tertulias.