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Barrio de Los Pajaritos, Sevilla

Barrio de Los Pajaritos, Sevilla

Crecer en barrios pobres de España: un «caos» familiar con «falta de estimulación»

Los Pajaritos, según el informe de Indicadores Urbanos del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondiente a 2022, se sitúa como el segundo barrio más pobre de España

La infancia en los barrios más pobres de España es el colectivo que más problemas presenta para su desarrollo por las vicisitudes que provoca la pobreza y un «caos familiar» que reina en estas zonas y que termina por provocar una «falta de estimulación» para que continúen sus estudios.

En la barriada de Los Pajaritos, en Sevilla, una de las zonas con menor renta per cápita en España, los niños conviven entre el reinante tráfico de drogas y la criminalidad constante en sus calles.

Los Pajaritos, según el informe de Indicadores Urbanos del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondiente a 2022, se sitúa como el segundo barrio más pobre de España, con una renta media por persona de 6.042 euros, solo superado por otro barrio sevillano, el Polígono Sur, con 5.666 euros.

Una situación dramática que hace que entidades sin ánimo de lucro como la Fundación Prodean, creada en Sevilla pero que opera en otras comunidades como Extremadura, trabajen para sacar a esos niños de las calles y darles apoyo psicológico y escolar para que se puedan desarrollar con las mismas oportunidades que los de otras zonas de la capital hispalense.

Lourdes Rodríguez Domínguez (Sevilla, 1961) es trabajadora social de Prodean, y desde hace seis años comanda los talleres que diariamente se realizan en la sede de la fundación para menores de entre 6 y 18 años de edad, y a los que acuden aproximadamente una treintena.

También padres y miembros de la unidad familiar, que en ocasiones se extiende a tíos y abuelos, reciben respaldo psicológico y formativo con un único objetivo: el bienestar de sus hijos y que consigan «salir del barrio», señala a la Agencia Efe.

Caos familiar

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los niños es el «caos», ha definido Rodríguez, con el que conviven en sus familias y que les provoca una «falta de estimulación y afectividad».

Este «caos familiar» tiene su origen en la edad tan prematura en la que los padres conciben a sus hijos, muchas veces cuando aún son adolescentes y existe un déficit madurativo en lo mental que termina por romper parejas y desequilibrar la vida de los niños, que asimilan esa vida, la de sus padres, como lo habitual en la sociedad.

Una coordinadora de la fundación ayuda a los progenitores a «sobrellevar lo mejor posible» estas «cargas familiares» y las vicisitudes de la vida para que los niños se encuentren ajenos a estos problemas y se puedan desarrollar sin más inconvenientes que los que presenten sus propias capacidades.

La principal carencia que, tras seis años de trabajo en Los Pajaritos, ha encontrado la trabajadora social, es la «afectividad», no porque los padres no quieran a sus hijos, sino porque los progenitores están «luchando por sobrevivir» día a día, lo que provoca que, en muchos casos, los hijos estén «toda la mañana o toda la tarde solos» mientras los padres realizan trabajos esporádicos en distintos sectores.

Otro de los problemas que se encuentran los niños en zonas deprimidas es el abandono escolar, provocado, a juicio de Rodríguez por «falta de estimulación» para continuar sus estudios por parte de sus progenitores y otros familiares, ya que «cuando alcanzan 2º de la ESO, suelen dejar de estudiar».

Padres preocupados

Ese «caos» en el que suelen vivir los menores provoca a veces la reacción de sus padres, que no quieren que sus hijos sigan la vida que ellos han tenido y, sobre todo «que salgan del barrio». Antonio y Cristina tienen 42 y 37 años respectivamente, y se dedican a la venta ambulante, una actividad que momentáneamente no realizan por los problemas físicos que presenta Antonio.

Estos padres, ha señalado Rodríguez, están «muy involucrados» en que sus hijos, de 16 y 10 años, puedan «salir del barrio» y estudiar, por eso los llevan a la fundación para recibir el apoyo escolar que se torna tan necesario para conseguir un futuro próspero.

Pero en otros casos, los padres buscan el apoyo de la fundación, simplemente para que los niños «no estén en la calle» y no se dejen llevar por la criminalidad.

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