El joven que diseñó un móvil para hablar con su abuela y que ya utilizan más de 1.500 mayores
Jorge Terreu reprogramó un smartphone de cero para poder convertirlo en el teléfono de su abuela, que contestase automáticamente las llamadas sin necesidad de pulsar la pantalla
Jorge Terreu es nieto y CEO de Maximiliana. Su abuela y su empresa comparten nombre por algo más que una casualidad o el amor que se profesan. Mientras el joven de 24 años estudiaba ingeniería informática, disfrutó de una beca Erasmus en Lyon. Y desde allí quería mantenerse comunicado con su antecesora, no siempre con demasiado éxito. «Entonces se evidenciaron los problemas de mi abuela con la tecnología», recuerda entre risas Terreu.
Desde la vecina Francia, el nieto reprogramó un smartphone de cero para poder convertirlo en el teléfono de su abuela, que contestase automáticamente las llamadas y videollamadas sin necesidad de pulsar con el dedo en la pantalla. A su vuelta a su ciudad natal, constató que el resto de su familia seguía utilizando este primer prototipo de lo que después sería Maximiliana y que le valdría a Jorge Terreu entrar en la lista Forbes 30 under 30, de los jóvenes más influyentes de España.
A día de hoy el móvil de Maximiliana lo utilizan ya más de 1.500 personas. En la pantalla se ven las caras de los contactos que se hayan guardado y solo con pulsar encima se inicia una llamada. En caso de que se estén recibiendo, Maximiliana descuelga solo. El teléfono es completamente configurable y personalizable desde una aplicación que se puede instalar en el móvil de cualquier otro miembro de la familia: desde responder solo llamadas de contactos guardados o también desconocidos, hasta la cámara o la galería de fotos.
Otra función que lo hace único es que cuando se le manda un mensaje, este salta en la pantalla en letra grande y el dispositivo lo lee en voz alta. Jorge a su abuela le escribiría: «Yaya, te quiero» y llegará directamente a sus oídos. «A mí me cuesta dos segundos y la mujer ve mi cara con ese mensaje y una voz que se lo lee, y le da una alegría», confiesa.
No hay menús, ni varias pantallas, ni multifuncionalidades. Es intuitivo y sencillo. Su conexión por GPS permite que desde el teléfono de otro familiar se pueda conocer la ubicación de su dueño, así como la batería que le queda o si está cargando –no carga mediante cable sino mediante una plataforma donde el móvil se coloca verticalmente–, y si el Maximiliana se agita se activa el sistema de asistencia y se inicia una llamada de emergencia.
Con más de 1.500 móviles en manos de mayores, Terreu informa de que siguen al día 300 horas de llamadas. «Son 300 horas de compañía», ahonda, Su objetivo es conectar a los mayores para que se sientan incluidos en la sociedad.
A Jorge, que su abuela tuviera este teléfono le sirvió para poder hablar con ella cada vez que quería. Ahora, a los más de 1.500 usuarios que llevan a Maximiliana en el bolsillo o colgada del cuello les puede servir para luchar contra la soledad no deseada y la brecha digital.