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Dos niños jugando con una sombrilla en la playaUnsplash

Picaduras, quemaduras o caídas: estos son los accidentes en niños más habituales en verano

La Asociación Española de Pediatría advierte de que esta es la segunda causa de muerte no intencionada en niños, por detrás de los accidentes en carretera

En verano no solo aumenta el tiempo que los niños pasan jugando, sino también su exposición a accidentarse mientras saltan a la piscina o corren por la playa. Los peligros más comunes de la temporada estival van desde la intoxicación alimenticia a las picaduras de todo tipo de insectos terrestres y animales marinos, insolaciones y golpes de calor o caídas.

Ahogamientos

En la piscina, la playa y otros entornos con agua los padres han de extremar precauciones. Según los datos de la Federación Española de Salvamento y Socorrismo, en lo que va de 2023 ya han fallecido por ahogamiento 249 personas en espacios acuáticos. La Asociación Española de Pediatría advierte de que esta es la segunda causa de muerte no intencionada en niños, por detrás de los accidentes en carretera. La mayor tasa de ahogamientos se da en los meses de verano.

Los pediatras informan también, a través de sus recomendaciones sobre la prevención de ahogamientos, de que en el caso de los más pequeños, el peligro no se encuentra únicamente en que se pueda hundir en la piscina, sino también en que sufran asfixia por la entrada de agua en sus pulmones en profundidades de menos de seis centímetros: bañeras, cubos, piscinas hinchables, una fuente...

Quemaduras y golpes de calor

Las quemaduras del sol son habituales en los meses en los que aumenta también la exposición solar. Estas pueden evitarse con cremas con un alto factor de protección, por encima de 30 SPF, que han de aplicarse antes de salir de casa y cada dos horas, después de un baño o de haber sudado intensamente.

Además del enrojecimiento de la piel, pasar muchas horas, sobre todo las de más calor, bajo los rayos del sol, puede provocar en los más pequeños insolaciones y golpes de calor. Cuando un niño lo sufre, presenta una temperatura muy alta, por encima de los 39º, la piel se seca y vuelve rojiza. Otros síntomas que pueden indicar una insolación son el dolor de cabeza, musculares, nauseas o vómitos.

En los meses verano conviene huir de lugares pequeños y cerrados donde la temperatura pueda ser muy elevada, sobre todo en el caso de lactantes y niños muy pequeños. No se les debe dejar en el coche o en tiendas de campaña, porque les puede dar un golpe de calor. Esto supone que el organismo deja de ser capaz de regular su propia temperatura.

Las bicicletas son para el verano

Un niño sobre ruedas ha de llevar casco en todo momento. Las bicicletas, patinetes, monopatines y demás salen del garaje o del trastero y durante el verano viven su época dorada. Una caída de alguno de estos puede provocar desde un moratón hasta un hueso roto o un traumatismo craneal, consultas pediátricas que aumentan exponencialmente durante los meses en que los niños no tienen colegio.

Jugar, correr y saltar todo el día provoca la pérdida de agua en el cuerpo por el sudor, que en la euforia del momento los niños no recuerdan reponer. La deshidratación también es bastante común en los meses más calurosos y puede causar que sudores fríos, fiebre, mareos e incluso pérdidas de consciencia.

Insectos y sus picaduras

Las lociones repelentes de insectos son un buen aliado para luchar contra los mosquitos, arañas y demás bichos que proliferan en verano y dejan su veneno en la piel. No obstante, no conviene aplicarlos en cara, manos o zonas no expuestas. La picadura y la reacción es mejor que no sea frotada, menos aun cuando ya hay herida, porque puede generar una infección y generar más dolor.

Los animales marinos, como las medusas o los peces araña (fanecas), también pican. Desde la Clínica de la Universidad de Navarra, recomienda en estos casos extraer la espina o el aguijón y aplicar después compresas con amoniaco mezclado con agua y pomadas específicas para rebajar la inflamación.