Cinco datos que la neurociencia ha desvelado a los padres sobre el cerebro de sus hijos
Acciones y reacciones muy normalizadas en la crianza, como los castigos, ahora van quedando apartadas ante el descubrimiento del daño que puede provocar en el cerebro de un menor
Conocer exactamente cómo funciona el cerebro y todos sus mecanismos ha sido una revolución en la educación. Gracias a la neurociencia y sus avances se han desarrollado ramas específicas de la psicología y la docencia, que han sido bautizadas como neuropsicología, neuropediatría o neuroeducación.
Acciones y reacciones muy normalizadas en la crianza, como los castigos, ahora van quedando apartadas ante el descubrimiento del daño que puede provocar en el cerebro de un menor. Los gritos y las amenazas pueden ser otro ejemplo. Su padre pierde los nervios y grita, castiga o amenaza a su hijo. En su cerebro se activan en ese momento las zonas inferiores del cerebro, encargadas de la supervivencia y de la liberación de cortisol y adrenalina. Aunque al recibir el chillido el niño obedezca, al estar su cerebro en un estado de pánico, preparado para salir corriendo, no habrá sacado ningún aprendizaje de lo sucedido.
En este sentido, la neurociencia se está convirtiendo en una herramienta útil para los padres en la crianza de sus hijos. Entre las 86 mil millones de neuronas que forman el cerebro, en el de un niño más pequeño se forman más conexiones que en el de un adulto. Esto les permite aprender más rápido y mejor, ya que la infancia es uno de esos momentos conocidos como periodos sensibles, claves en el desarrollo cognitivo y de competencias.
Las personas nacemos con el sistema nervioso incompleto, y no termina de desarrollarse hasta la adolescencia. Gracias a la neurociencia, se ha podido conocer que tras la pubertad el ritmo de desarrollo del sistema nervioso se frena. Esto explicaría, por ejemplo, por qué a los niños les cuesta reconocer sus emociones y ponerles nombre, es decir, saber qué es lo que sienten cuando lo están sintiendo.
Para una buena consolidación de la memoria, la neurociencia explica que el hipocampo, como estructura del cerebro muy unida al desarrollo de la memoria, se activa más si se fomentan las conexiones entre varias regiones del cerebro donde se ponen en marcha las funciones ejecutivas y procesamientos más complejos, como el análisis y la creatividad.
El hombre es social por naturaleza, ya lo dijo Aristóteles, y además, la neurociencia ha confirmado que las interacciones sociales permiten a las personas aprender más cosas y mejor. Cuando hay cooperación entre iguales, el cerebro se desarrolla mucho más que cuando uno pasa la vida en solitario.
Las emociones, tanto positivas como negativas, afectan al funcionamiento del cerebro. Por ejemplo, se ha demostrado que el estrés o la tristeza perjudican a la corteza prefrontal, responsable de las funciones ejecutivas, como la organización, la anticipación, la planificación, la autorregulación o el control de la conducta, entre otras.
Por último, la neurociencia también ha desvelado que el cerebro aprende mejor con experiencias directas, preferiblemente multisensoriales. Es por ello, que las metodologías educativas prácticas están cobrando mayor protagonismo que las teóricas.