Futuro de las sociedades
Expertos se reúnen en Bruselas para hacer frente común en defensa de la familia
Al evento asistieron eurodiputados, académicos y periodistas y dieron a conocer sus análisis sobre los retos demográficos y morales de Occidente
La familia ha vuelto a ser objeto de debate en Bruselas gracias a un evento organizado por MCC Brussels titulado La familia en crisis, el problema de la socialización. Varios eurodiputados, sociólogos, académicos, economistas y periodistas se reunieron el pasado jueves para debatir sobre la unidad básica de toda civilización que sufre una crisis de la que muchos consideran que existe difícil salida.
En varios países de Europa se han propuesto y aprobado leyes que, lejos de fortalecer la familia, la han debilitado. En España, según la ley impulsada por Podemos a principios de este año, familia era una persona con una mascota. Como se suele decir, «si todo es familia, nada es familia».
Partiendo de esta base, hubo tres debates principales. Los retos culturales, cómo resistir la colonización de la esfera familiar por parte del Estado y el problema de la socialización en un mundo que confronta a unas generaciones con otras en el mismo seno familiar.
Arta Moeni, investigador invitado por el centro, se centró en la importancia de la familia como elemento de contrapoder. «Dado que la familia representa una autoridad, cualquier movimiento y cualquier fuerza que quiera erigirse como poder hegemónico debe atacar a la familia, como ha ocurrido desde hace años», aseguró.
«La familia tradicional será siempre un contrapoder, es la base de la formación de comunidades que prepara un suelo firme para que lo demás exista», analizó.
Para terminar su discurso, criticó la posición actual de ciertos defensores de la familia de hoy en día porque «es una deriva patológica de la familia tradicional, algunos conservadores pretenden defender la familia nuclear pero ya está pervertida». Como respuesta, pidió una reflexión profunda sobre qué es la familia y su rol real en la sociedad.
Kristina Ballová, directora de comunicación de la Federación de Asociaciones Familiares Católicas de Europa (FAFCE), apuntó que «ahora mismo se presenta la maternidad como una cárcel para la mujer» y que «no se puede hablar de la maternidad de manera positiva sin que se le critique».
Ballová se mostró preocupada por las consecuencias para las mujeres: «Depresión y ansiedad no paran de aumentar como consecuencia de la demonización de la familia y la maternidad», apuntó.
Patricia Santos, editora jefe de El Debate en Bruselas, puso en valor la capacidad de las familias para educar y la necesaria independencia que deben mantener y que el Estado debe respetar.
«Nuestras respectivas familias podrían ahorrar unos 172.000 euros anuales por cada uno de sus miembros a sus gobiernos», detalló. Continuando en esa línea de la intromisión en el núcleo familiar a nivel cultural, criticó que a «nuestros hijos se les está educando en no respetar la familia ni a jerarquía, necesitamos libertad para poder tomar decisiones y educar según nuestros valores».
Varios de los presentes señalaron que existe un problema entre individuo y familia porque nos han «educado y socializado en que el individuo es lo más importante y es el centro de la moral» cuando consideran que lo principal es el núcleo familiar.
Debilitado este, lo demás cae por su propio peso. «Familias débiles producen individuos débiles, familias fuertes producen individuos fuertes», comentó Frank Furedi, director de la oficina de MCC Brussels.
Kinga Joó, vicepresidenta de la Asociación Nacional de Familias Numerosas, describió cómo son las políticas favorables a la familia en Hungría y qué desafíos enfrenta Europa. Dos son los principales: caída de las tasas de natalidad y aumento en el nivel de vida con lo que eso significa en cuanto a las estructuras familiares. Más tiempo trabajando será menos tiempo para permanecer dentro de la estructura familiar.
En su intervención, la eurodiputada de Vox Margarita de la Pisa señaló que «quienes intentan impulsar familias alternativas tienen como objetivo romper con las existentes». Se mostró en contra del certificado de paternidad de la UE porque «socava la estabilidad de la vida familiar».