Los pediatras recomiendan talleres de prevención del acoso escolar para mitigar sus efectos nocivos
El 8,3 % de los estudiantes en España sufre acoso escolar, colectivo sobre el que hay que poner el foco sin dejar de prestar atención a acosadores y espectadores
La Asociación Española de Pediatría (AEP) quiere aprovechar el inicio de año para lanzar un llamamiento urgente a la acción frente al acoso escolar y el ciberacoso, que sufre un 8,3% de los estudiantes en España, según el Informe de Prevención del Acoso Escolar de la fundación Mutua Madrileña y la fundación Anar. Así, para los pediatras españoles, la prevención y la identificación temprana son claves para reducir la incidencia de este tipo de violencia y mitigar sus efectos. La asociación recomienda la implementación de talleres de prevención de acoso en todos los niveles educativos, así como la revisión de los protocolos de actuación específicos para identificar y tratar casos de manera adecuada.
Para la doctora Paula Armero, coordinadora del Comité de Salud Mental de la AEP, el problema del acoso escolar afecta a un número amplio de personas: «a la víctima, obviamente, pues el acoso le puede causar efectos psicológicos a largo plazo, como la depresión, la ansiedad o los trastornos de conducta», pero también debe ponerse el foco en los ‘espectadores’. Como apunta la pediatra, «presenciar esas conductas hace que normalicen la violencia y la manipulación en una etapa en la que aún están aprendiendo a relacionarse y, además, hace que no se sientan seguros en el entorno escolar». Asimismo, añade, «cabe preguntarnos qué problemática hay detrás de cada acosador para que éste actúe de ese modo. ¿Acaso en su entorno familiar convive con violencia?».
A pesar de que en los últimos años ha aumentado la concienciación de la sociedad sobre esta problemática, el acoso escolar sigue dándose en demasiados casos, no solo en las aulas, también en las redes sociales. En España, la prevalencia del ciberbullying es aproximadamente del 1,1% entre los estudiantes, según el mismo informe de las fundaciones Mutua Madrileña y Anar. Este tipo de acoso se da principalmente en plataformas como WhatsApp (71,9 %), Instagram (44,8 %) y TikTok (41,7 %), y suele afectar a estudiantes de entre 11 y 12 años, siendo ligeramente más frecuente entre las chicas. El agravante de este tipo de acoso es, en palabras de la doctora Armero, «que va más allá del horario escolar. Persiste, aunque el alumno cambie de centro y, además, no desaparece, queda siempre una huella digital».
Tanto el acoso presencial como el que se da a través de las nuevas tecnologías, no solo afecta el bienestar emocional inmediato de los menores, sino que se ha identificado como un desencadenante de trastornos psicológicos graves en la adolescencia y la edad adulta. La exposición prolongada a este tipo de violencia puede llevar al desarrollo de fobia escolar, ansiedad crónica, estrés postraumático, e incluso trastornos de la conducta alimentaria, como se describe en investigaciones recientes sobre los efectos de las experiencias traumáticas en la infancia. En este sentido, se ha demostrado que las víctimas de acoso presentan una probabilidad hasta un 31 % mayor de desarrollar conductas autolesivas y un 27 % de sufrir ideación suicida, «cifras alarmantes que subrayan la urgencia de una intervención temprana y coordinada entre los profesionales educativos y sanitarios», reclama Armero.
«En todas las revisiones del niño sano los pediatras preguntamos por si sufren personalmente acoso escolar, o si lo padece alguien en su entorno, pero no suelen reconocerlo, por los pactos de silencio que hacen entre compañeros, y mucho menos delante de sus padres», relata la coordinadora del Comité de Salud Mental de la AEP. «Es fundamental que tanto desde el entorno sanitario, como desde el escolar y el familiar ofrezcamos un espacio seguro y de confianza para que el menor afectado pueda expresar su situación y buscar ayuda sin temor a represalias o estigmatización. Debemos atajar definitivamente el acoso», concluye.