Rosa Pich, autora de 'También hay cielo', en Barcelona

Rosa Pich, autora de 'También hay cielo', en BarcelonaG. Altarriba

Entrevista

Rosa Pich, madre de 18 hijos: «Me dicen que estoy loca, pero... ¡bendita locura!»

La ‘influencer’ y escritora publica ‘También hay cielo’, un testimonio en primera persona sobre su visión de la vida y su día a día

Hay familias numerosas que podrían llenar un equipo de fútbol, pero en el caso de Rosa Pich también habría sitio para los suplentes e incluso para el árbitro. Esta madre de familia barcelonesa tiene 18 hijos –15 en la tierra, tres en el cielo– y desde hace unos años comparte su experiencia tanto en redes sociales como en conferencias que ofrece alrededor del mundo.

Ahora, además, relata su experiencia en el libro También hay cielo, un testimonio en primera persona publicado por Albada Editorial donde reflexiona sobre cuestiones como la educación de los hijos, la respuesta a la adversidad o la vivencia de la fe en familia. Para hablar de todo ello y más, atiende a El Debate en Barcelona animando a las parejas a acoger con alegría el precioso caos de los hijos.

–¿De dónde nace este nuevo libro, También hay cielo?

–Mira, a mí no me gusta escribir, además soy disléxica… pero me insistían con que tenía que contar mi testimonio. Pienso que tengo un tesoro, y lo quiero compartir: quiero dar herramientas a las personas para que encuentren la felicidad en casa. Al final, la gente quiere ser feliz, pero si tú triunfas en la vida social, en el trabajo y en deporte, pero cuando llegas a casa todo son chillidos… Yo creo que la felicidad está en la combinación de todas estas patas.

–«He procurado una educación donde querer dar lástima no sea premiado», escribe en el libro.

–Es verdad que hay que educar en positivo, y no estar todo el día echando broncas, pero yo tuve una educación muy austera, y creo que es bueno. Ahora todo lo que se busca es que el niño no sufra, y si ha suspendido uno va a hablar con el profesor… Mira, la vida es dura, y más vale que el niño lo vea desde pequeño. Claro que hay que abrazar y achuchar a nuestros hijos, pero no hay que evitarles las crisis, sino acompañarles en ellas: si se cae, o si desobedece, o si fracasa en algo, has de estar ahí y ayudarle a que siga adelante. El sufrimiento es bueno, si está encauzado.

–¿Puede ser que esta aversión al sufrimiento de la que habla se traduzca en la tendencia a retrasar la paternidad, o en la decisión de no tener hijos sin una seguridad previa…?

–Pienso que es importante tener claro que cuando te cases y vayas a vivir por tu cuenta no vas a tener las mismas comodidades a las que estabas acostumbrado en casa de tus padres, porque ellos las han ido reuniendo con el paso de los años. Y esta actitud de priorizar los viajes, o apuntarse a yoquesé, y que los hijos ya vendrán… Bueno, ya vendrán, ¿pero cuándo? La vida fértil de la mujer es muy corta.

–¿Mejor tener hijos siendo jóvenes?

–Bueno, ¡es que a los 40 tu cuerpo ya es viejo! Yo a mi último hijo lo tuve con 44 años, y ya no tienes la misma energía, ni ganas de ir al parque… ¡Aprovecha, ten hijos joven! Con la juventud tienes ánimo para levantarte por la noche, eres un poco más loco, no lo tienes todo tan programado. Yo me he dejado llevar por la providencia y me ha ido mucho mejor de lo que había planeado; la vida me ha sorprendido positivamente.

–Decía que cuando uno es joven es más alocado, ¿cuántas veces le habrán dicho a usted si estaba loca, con tantos hijos?

–Ah, pero estoy loca: loca de amor a mi marido, loca de pasármelo bomba. ¡Bendita locura! Mira, una cosa es no haber podido, pero quien toma la decisión de no tener hijos porque no quiere, o por no sufrir… Bueno, en mi familia sufrimos y lloramos, pero la vida también es esto. Mi hijo pequeño ha pasado por un cáncer y hemos aprendido muchas cosas en el hospital. Para empezar, a valorar mucho más cuando uno se encuentra bien.

–En el libro relata cómo ha perdido a tres hijos y a su marido, Chema, pero aún así asegura que se siente «mimada por Dios», ¿cómo es posible?

–Sí, me siento afortunada. El cáncer de Rafa [su hijo pequeño] nos ha hecho a todos ver la vida de otra manera. Creo que ante las situaciones más duras tienes dos opciones: llorar por las esquinas o decidir vivir y ser feliz, y la felicidad es darnos a los demás. Yo respeto mucho todas las religiones y creencias, pero en mí caso sin la fe no habría podido salir adelante: es un don y una gracia inmerecida, y me ha dado las herramientas para tirar adelante.

Rosa, junto a 14 de sus hijos en el santuario de Lourdes, en Francia

Rosa, junto a 14 de sus hijos en el santuario de Lourdes, en Francia

–Una última duda: a nivel práctico, ¿cómo se gestiona una casa con 15 niños?

–Con sentido común, que a veces no es tan común. En nuestro caso, funcionamos mucho por encargos: poner la mesa, el lavavajillas, ir a comprar... También descubrimos el método «cada oveja con su pareja»: que un mayor se haga responsable de un pequeño.

Para salir de casa por ejemplo: si yo he de estar limpiando la caca o los mocos de 15, tardaría una hora. Y luego, todos ayudan: en invierno me ayuda una persona unas horas, pero en verano no, así que mis hijos aprenden a barrer, a fregar, a coser botones… Y a cocinar: una vez hicimos un Masterchef y cada día cocinaba una pareja para todos. ¡Fue graciosísimo!

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