
La ciudad de Murcia cubierta por contaminación atmosférica
Llamada de atención a los padres
La contaminación reduce las conexiones cerebrales de niños y adolescentes
La estructura y el funcionamiento del cerebro de los menores pueden verse afectadas en aspectos como la atención, la memoria o la coordinación motora
Los altos niveles de contaminación atmosférica perjudican la conectividad cerebral de los niños. Así se desprende de un reciente estudio elaborado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), e impulsado por la Fundación La Caixa.
Los resultados del estudio evidencian que el impacto de una de exposición temprana a la contaminación atmosférica afecta directamente al desarrollo del cerebro. Una asociación que se da también a lo largo de la adolescencia, lo que vendría a indicar que las alteraciones en las redes cerebrales de los niños podrían ser de larga duración, y afectar de forma decisiva al desarrollo normal de su cerebro en esta etapa evolutiva.
Conectividad cerebral reducida
La investigación muestra «una conectividad funcional reducida» dentro y entre determinadas «redes cerebrales clave, corticales y subcorticales», que vienen a ser las estructuras del cerebro que trabajan juntas, de forma interconectada, para realizar funciones como recordar, pensar, controlar el movimiento y percibir sensaciones.
Los resultados de esta investigación, que analizó a más de 3.600 niños de Países Bajos y los niveles de contaminación atmosférica de sus lugares de residencia, concuerdan con otros estudios anteriores, que sugieren que diversas formas en las que la contaminación ambiental interfiere en el desarrollo, formación y funcionamiento del cerebro.Valoración con neuroimágenes
Para lograr los resultados, los niños fueron evaluados previa información de sus padres, mediante neuroimágenes en estado de reposo, y durante diferentes períodos de vida.
Dicho de otro modo: se escaneó su cerebro mientras no realizaban ninguna tarea, primero cuando tenían en torno a 10 años, y después, alrededor de los 14 años. Además, se analizó su exposición a la contaminación en otros dos periodos: desde que nacieron hasta que cumplieron 3 años, y el año anterior a tomar las neuroimágenes.

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Como cabía esperar, los peores resultados son directamente proporcionales a los niveles de contaminación más elevados durante los tres primeros años de vida.
Llamada de atención para los padres
Según muestra el estudio, regiones cerebrales de los niños analizados, como la amígdala, las redes corticales implicadas en la atención, o las zonas que se ven implicadas en la función auditiva y en la coordinación en los movimientos corporales que se ven directamente impactadas por la contaminación. Con el matiz de que esas alteraciones persisten en la adolescencia.
Según el equipo de investigación, estos resultados evidencian la necesidad de que las autoridades reduzcan la contaminación en los entornos urbanos, y suponen una llamada de atención a los padres, para que prioricen los espacios más saludables para sus hijos menores.