
Un padre besa a su mujer en presencia de su hija
La ciencia encuentra «la palabra mágica» que puede mejorar el ambiente familiar en tres semanas
Varios estudios de Psicología han demostrado que es posible fortalecer el matrimonio, crear hogares más seguros e influir en el comportamiento de los hijos con sólo introducir un pequeño hábito doméstico
¿Qué padre o madre de familia no ha deseado en alguna ocasión tener un súper poder como el de Mary Poppins, capaz de arreglar el desorden y mejorar el ambiente de un hogar —incluso de uno tan disfuncional como el de los Banks, la familia del inmortal filme de Julie Andrews— con sólo chascar los dedos? Pues ahora, la ciencia ha encontrado algo parecido: una «palabra mágica» que sana las relaciones, mejora el ambiente doméstico e incluso incide en la salud. Y no, no es «supercalifragilísticoespialidoso».
Un pegamento invisible
Investigadores del Greater Good Science Center, de la Universidad de California en Berkeley, han demostrado que la práctica habitual de la gratitud mejora la salud mental y física, reduce la agresividad y fortalece los vínculos afectivos en contextos familiares. O sea, que acostumbrarse a decir «gracias» dentro del hogar, aunque pueda parecer un gesto menor, tiene un profundo impacto tanto en las personas como en las relaciones.

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En particular, el profesor Robert Emmons, un referente mundial en la psicología de la gratitud, afirma en el estudio que «expresar agradecimiento mejora las relaciones, porque transmite aprecio y reconocimiento, que son dos necesidades humanas fundamentales».
Un ambiente más seguro y estable
El estudio viene a complementar otros análisis anteriores, como el que publicaron otras tres profesoras de las Universidades de Carolina del Norte, Los Ángeles y Santa Bárbara sobre cómo «la gratitud cotidiana mejora las relaciones románticas», en particular el matrimonio.En esa ocasión, las autoras demostraron que las personas que se acostumbran a practicar la gratitud en sus relaciones afectivas, sobre todo en el caso del matrimonio, tienden a sufrir menos resentimiento, son capaces de entender mejor las necesidades del otro, y tienen una mayor disposición y tasa de éxito para resolver conflictos. En el contexto familiar, esto se traduce en un ambiente más seguro y relajado, con mayor cooperación y menos discusiones innecesarias, como probaron las autoras (las doctoras Sara Algoe, Shelly Gable y Natalya Maisel).
Impacto positivo en los niños
Los niños, además, se benefician de un modo particular de la vivencia de la gratitud en el hogar. Con un importante matiz: ellos los hacen por imitación del ejemplo de sus padres.
Así, cuando ven a sus padres darles las gracias a ellos y entre sí, tanto en los momentos cotidianos como en los favores más evidentes, los menores interiorizan ese patrón como parte del trato humano básico y lo llevan a otros entornos, como el parque o el colegio.
«Los padres que expresan gratitud regularmente están educando hijos más generosos y positivos», explica la psicóloga Andrea Hussong, de la Universidad de Carolina del Norte, en otra investigación sobre el desarrollo de la gratitud infantil, que tenía el descriptivo título Padres agradecidos crían hijos agradecidos.
Cambios en tres semanas
Para aquellas personas que no estén acostumbradas a practicar la gratitud en casa —ya se sabe que en muchas ocasiones las personas son menos educadas o corteses con sus familiares que con terceras personas—, los expertos recomiendan empezar por las pequeñas cosas del día a día: desde rellenar un vaso de agua hasta encender la luz, o llevar la ropa al cesto de la colada.
Creado el hábito, será más fácil expresar gratitud por otro tipo de gestos de mayor calado, y con otras expresiones, como por ejemplo «gracias por ayudarme con la cena», «me alegra tenerte cerca» o «ha sido muy importante para mí que me hayas acompañado a ese plan». El truco, dicen los expertos, está en ser específico y sincero.
Otra dinámica que ayuda mucho a establecer la gratitud en el hogar es terminar el día, bien durante la cena, bien durante la oración compartida, agradeciendo algo positivo que haya ocurrido. Una práctica que, según un prestigioso ensayo controlado y realizado por los psicólogos Robert Emmons y Michael McCullough —dos de los mayores referentes internacionales en el estudio de las relaciones familiares—, demostró tener capacidad de mejorar el bienestar emocional de una familia en sólo tres semanas.
Así, decir «gracias» con frecuencia crea hogares más unidos, más alegres y capaces de enfrentar mejor las dificultades. Un súper poder mucho más al alcance de la mano que esperar la llegada de Mary Poppins tras un vendaval.