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María Pombo es una de las influencers con mayor proyección en España

María Pombo es una de las 'influencers' con mayor proyección en EspañaSergio R Moreno

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Cómo ser un 'influencer' responsable

El Libro Blanco de la Influencia Responsable recoge, por primera vez, las voces de todos los actores implicados en la creación de contenidos y da pautas para ejercer la influencia con ética en las redes sociales

Hace unos 15 años los millenials todavía nos mandábamos SMS, usábamos Messenger, Tuenti, Facebook y Myspace. Hace 10, «todo el mundo» tenía Whatsapp. Hoy algunos no sabíamos lo que era Twitch hasta hace unas horas.

A lo mejor es prueba de que nos hemos hecho mayores, pero la explosión de redes sociales y plataformas de creación de contenido que existen y siguen engrosando la lista mes a mes, tampoco ayuda a estar al día en el panorama digital.

 Hoy, que se celebra el Día del Influencer, las cifras avalan esta última afirmación: 50 millones de personas en todo el mundo son creadores de contenidos independientes en internet y 2 millones han hecho de ello su medio de vida: influencers, creadores de comunidades, blogueros o creadores de vídeos, según la empresa tecnológica Signal Fire

¿Y a qué les gustaría dedicarse a sus hijos? Buena parte de los que tienen entre 4 y 16 años querrían ser youtubers, según datos de la XIII Encuesta de Adecco ¿Qué quieres ser de mayor?, que sitúa esta profesión como la cuarta más deseada entre las nuevas generaciones.

En España hay más de 134.000 creadores con más de 1.000 seguidores en alguna de sus cuentas de redes sociales YouTube, Facebook, Instagram o Twitch y más de 7.500 viven de ello. Un dato que solo incentiva el crecimiento de este sector, que alcanza cerca de un 45 % a nivel global. Estas son algunas de las conclusiones del Libro Blanco de la Influencia Responsable, una iniciativa de iCmedia promovida y financiada por la Comisión Europea, en el que han participado la escuela de negocios especializada en moda ISEM Fashion School y las consultoras ConEse Consulting y NewLink Spain.

¿Qué conlleva ser 'influencer'?

Siempre han existido personas con influencia, pero el universo de Instagram, Tik Tok, Snapchap o YouTube ha logrado fragmentar en miles de pedazos este poder, otorgando a cualquier chica o chico corriente un espacio en el que expresarse y, con suerte, la capacidad de prescribir tendencias, aunque sea dirigidos por las grandes marcas, que ahora ejercen su fuerza a través de estos nuevos intermediarios. Porque una recomendación hecha por una persona tiene muchísima más autoridad que el que proviene de una marca.

«En tan solo 10 años, hemos visto cómo un tuit, una imagen o un vídeo es capaz de crear tendencias, movilizar masas, modificar costumbres, influir en la intención de voto e incluso encumbrar o derrocar gobiernos», expone en la introducción Marta Pellico del Castillo, vicepresidenta de iCmedia. Los influencers han pasado a ser referentes para muchos niños, jóvenes y adolescentes, que pasan horas viendo sus contenidos, lo que está provocando una enorme preocupación social sobre qué consumen los menores, cómo les están influyendo y si están incluso viviendo una vida que no les corresponde.

Ante este escenario, los actores implicados han sentido la necesidad de crear unas reglas de juego para promover una influencia responsable, definir qué son los influencers y cuál es el ecosistema en el que se mueven, así como crear un marco regulatorio para que las agencias y representantes actúen con transparencia y ética.

«Este libro recoge, por primera vez, un diagnóstico de todas las voces implicadas en el sector de la creación de contenidos y debate sobre las soluciones que se pueden dar con más de 100 recomendaciones de expertos del sector. Existen muy malas prácticas y poca responsabilidad. Es un tema que está afectando enormemente a la salud de los niños y a la de los propios influencers», explica a El Debate Teresa Sábada, decana del ISEM Fashion School e investigadora del estudio.

Según la docente, ni siquiera el sector de la educación sabe cómo empezar a guiarles. «Existe un discurso algo estéril en el que los unos se echan la culpa los otros. Los padres tienen que entender cómo funciona el ecosistema en el que viven sus hijos. Los profesores necesitan saber cómo dirigirse a ellos. En cuanto a la regulación, falta tiempo para ajustar lo que es legal frente a la realidad que están viviendo estos creadores día a día. Hay ignorancia y un vacío normativo que necesita una llamada de atención», declara.

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